Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
24 de Marzo de 1976: es miércoles, empieza el otoño, hay mate (siempre hay mate), aún no hay Maradona, hay facturas, hay brisa, hay silencio, mucho silencio, porque hay rumor de que hay una junta de militares preparados para adueñarse a fuerza de la nación.
De pronto hay ruido, hay tanques, hay aviones, hay milicos, hay botones. Jorge Rafael Videla a la cabeza, respaldado por los gringos y su Plan Cóndor. Hay gente corriendo porque sabe, porque no sabe, por su vida y por la de los demás. A la presidenta la llevan en helicóptero a firmar la rendición mientras cientos de almas están siendo arrancadas de sus hogares para nunca más volver. Quienes se los llevan se defenderán en el futuro diciendo que recibían órdenes específicas de cortarles el brazo izquierdo a sus conciudadanos. Una joven lleva una pibita dentro, quien la secuestró tiene una pibita en casa.
Marzo 27 de 2023: Dos mujeres de unos 50 años se dirigen a un grupo de jóvenes universitarios para contar su historia.
Durante la dictadura militar que rigió en Argentina entre 1976 y 1983, varios centenares de niños fueron separados del seno de sus madres y de su núcleo familiar. Fueron entregados a familias sustitutas que se apropiaron de sus historias y sus identidades, obviamente tergiversando cada una. Movimientos de protesta como Las Madres de la Plaza de Mayo o Las Abuelitas, ayudan a la creación en 1987 de un banco genético, pionero en Latinoamérica, con el propósito de encontrar a estos niños desaparecidos con su verdadera historia.
“Me estuvieron buscando durante 38 años”- Nieta #117
Claudia Muñoz se enteró oficialmente el 27 de agosto de 2015 de que la familia con la que creció no era la suya. Hoy, movida a diario por su nueva historia, dice estar “colaborando con lo que puedo y con mi testimonio”, frente a un grupo de estudiantes de una universidad pública que ella apunta que no pudo tener en su momento. “Me estuvieron buscando durante 38 años, casi no me hago la prueba, pero la transformación colectiva traspasó mi necesidad o deseo de identidad personal”.
La sala, iluminada en exceso por el sol que entra por las ventanas y la luz blanca, tan incómoda como él mismo conversatorio, tan incómoda como debe ser. Claudia toma agua, pero no ahoga su discurso. Habla del orgullo que siente por haber tenido padres capaces de luchar por lo justo a pesar de que no los recuerde; de lo que ve en sus hijos, que ya notan que son protagonistas de esta historia; de cómo es de difícil trabajar por la verdad y como sus compañeros han tenido que darle una pausa a la lucha, muchos por su edad; y hace una mención por Las Abuelitas que ya nos están dejando, pero que siguen motivando en espíritu. La sala hace un silencio audible y un aplauso armónico en cada pausa de su intervención. Para los argentinos, aquellos que tuvieron que padecer y sobrevivir a Videla son motivo, cuando menos, de respeto y admiración.
“Yo tuve que inventarme a mis padres, porque no los recuerdo” - Claudia Muñoz
Con alivio, esta nieta recuerda experiencias traumáticas, ríe, comenta y la voz no se quiebra, habla de sus padres sustitutos.
Cuando la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) llamó a Claudia para comentarle las dudas que existían por la legalidad de su partida de nacimiento, ella confrontó a sus “viejos”, quienes, entre lágrimas, tuvieron que aceptar la verdad: “después de la verdad lo que viene siempre es sanador, el lugar dónde me tomé la muestra era el lugar dónde quería estar — señala que dejó de llamarlos padres y empezó a llamarlos apropiadores — Mis apropiadores después quedaron sentenciados a cárcel domiciliaria, pero aún sigo viéndolos, mi parto fue la sentencia para ellos”.
Claudia deja de hablar y le da paso a su acompañante, una dama delgada y sería, que ni bien dice su nombre suelta esta frase: “Yo soy ex hija de un genocida”.
Su nombre es Mariana Herrera, nacida en 1968, tenía 8 años en el momento en que inició la dictadura, su padre fue un represor en el centro de detención D2 de Mendoza. El 18 de febrero de 2019 se aprobó la sentencia que solicitó para la desafiliación de apellido paterno.
Claudia relata la relación que tuvo con su progenitor: “yo veía llegar de vez en cuando a un hombre vestido de azul con armas (…) me daba asco sin siquiera saber lo que hacía”. Ella nunca tuvo relación directa con su padre gracias a su abuelo y su madre. Tampoco se siente víctima y hace claridad de que nunca se llamaría de tal manera, mientras mira a Claudia y dice que sería un orgullo para ella haber tenido padres que lucharan por el país en vez del que tuvo.
“No se puede honrar a un padre asesino” - Mariana Herrera
Es una política del estado argentino poder elegir la propia identidad y el propio nombre. Mariana, que no iba a las marchas por vergüenza, por culpa y por miedo a no ser aceptada, hoy sale a hablar a lugares como la Uncuyo, institución que tiene 34 eucaliptos plantados en su campus para recordar a sus estudiantes desaparecidos. Y lo hace con la frente en alto, haciendo hincapié en la necesidad de hacer memoria: “Los ojos de un genocida no transmiten nada más que odio (...) cuando hay un padre que sale de casa a violar y matar quién puede honrarlo”.
El expadre de Mariana murió antes de poder ser enjuiciado propiamente por los delitos que cometió, que es algo de lo que Herrera se resiente: “Lo habían dejado libre y yo no tenía leyes que me ampararan [para acusarlo]. Me podría haber usado para demandas por falso testimonio”, dice Herrera con impotencia.
A partir de 1985 se llevan a cabo juicios para demostrar la culpabilidad de los actores materiales del genocidio durante el llamado Proceso de Reorganización Nacional, pero en 1986 y 1987 se expidieron leyes que les quitaban la responsabilidad a los integrantes de fuerzas armadas que estuvieran cumpliendo órdenes durante la dictadura. Recién en 2003 se declaró la nulidad de esas leyes y se le dio continuidad a los procesos judiciales que buscan la verdad.
A sus veintes, Claudia Muñoz no sabía que existían marchas, ni por qué había feriado en marzo, hoy se puede nombrar a sí misma como militante y dice que este 24 lo vivió con admiración y ya no con asombro. Desde 2002 se instauró el 24 de marzo como día de la memoria nacional por las víctimas, anualmente se realizan marchas por el Nunca más, también se realizan exposiciones en los mismos centros de detención [concentración] usados en aquellos días y se siguen buscando métodos para sensibilizar al pueblo argentino sobre su pasado. Mariana Herrera aún espera el juicio que determinará oficialmente la culpabilidad de su ex padre, que gracias a las nuevas leyes, sí va a pasar.
“El testimonio reconstruye la identidad”- Fiscal Daniel Rodríguez
Argentina es el ejemplo de modelo de juzgamiento para violación de los derechos humanos en el mundo, gracias al Juicio a las Juntas de 1985, que desencadenó en la demostración de culpa de sus principales mandatarios, 5 de los cuales fueron enviados a prisión, incluido Videla.
Bajo la consigna de preservar el Nunca Más, el Fiscal, Daniel Rodríguez, uno de los encargados de los procesos penales que se llevan a cabo en la provincia de Mendoza, invita a que se asista a los juicios públicos para esclarecer la verdad: “Después de escuchar los testimonios uno no sale igual a como entró y ayuda a pensar el cómo y desde dónde se sigue trabajando por la memoria (...) muchos elegimos el camino del testimonio porque ayuda a reconstruir la identidad y porque el camino de la venganza nos hubiese alejado de los compañeros que perdimos”.
Asistir a los juicios, aún 41 años después de la dictadura, marchar por evitar que se repita una masacre de tal magnitud y el ver como héroes a los capaces de oponerse al poder en ese tiempo son señal de que una nación sí puede avanzar, aún después de sus peores momentos. Sin embargo, es importante para aquellos que somos de afuera entender lo mucho que pesó y que pesa este capítulo de la historia argentina en su imaginario colectivo y su política. Probablemente es el capítulo que los ha hecho más reacios a virar hacia la ideología de derecha, mucho menos en extremo, y, el que este año lo hayan hecho, por fortuna de manera democrática, habla con volumen de las necesidades que tiene este pueblo hoy y de lo particular que es este 24.
* Estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales. Ha publicado en La Patria y La Cola de Rata. Vivió en Mendoza, Argentina.
📧 📬 🌍 Semana a semana tendremos un resumen de las noticias que nos harán sentir que No es el fin del mundo. Si desea inscribirse y recibir todos los lunes nuestro newsletter, puede hacerlo en el siguiente enlace.
👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Invitamos a verlas en El Espectador.
Si le interesan los temas internacionales, quiere opinar sobre nuestro contenido o recibir más información, escríbanos al correo mmedina@elespectador.com o aosorio@elespectador.com