Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
“Hablemos claramente. Un miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas invadió a su vecino”, fue una de las primeras frases del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ante la Asamblea General de Naciones Unidas. El mandatario comenzó su discurso rechazando las acciones del presidente ruso, Vladimir Putin, y puso una discusión clave sobre la mesa: Rusia es miembro del Consejo de Seguridad y tiene un poder de veto efectivo sobre cualquier acción que el Consejo intente tomar sobre la invasión de Ucrania.
Le puede interesar: 300.000 soldados rusos se alistan para combatir, ¿Ucrania resistiría una escalada?
De ahí que el mandatario propone una ampliación de sus miembros permanentes y no permanentes, y subrayó que estos miembros, entre ellos EE. UU., deben “evitar el uso del veto excepto en situaciones poco habituales y extraordinarias para asegurar que el Consejo de Seguridad sea creíble y efectivo”.
Además, destacó que EE. UU. está a favor de aumentar el número de miembros del Consejo y de dar plaza fija a países de África, América Latina y el Caribe. “Creo que ha llegado el momento de hacer esta institución más inclusiva”, señaló Biden.
Su pronunciamiento se dio luego de que Vladimir Putin anunció este miércoles una nueva campaña de movilización que convocaría a unos 300.000 reservistas con experiencia militar ―algo que no aparece en el texto del decreto y que podría permitir un reclutamiento más amplio, según datos de El País de España―. Putin También sostuvo que desafiaría el apoyo de Occidente a Ucrania con una amenaza de utilizar armas nucleares.
Una discusión de décadas
Este tema no es nuevo en la agenda del multilateralismo. “En cada guerra que la ONU no puede detener, se anuncia su final”, escribió Mariano Aguirre, miembro de Chatham House, en una columna publicada en este diario hace unos meses.
Y es que desde la década de 1990 se abrió paso a una discusión mucho más profunda sobre la gobernanza del sistema. “Especialmente, sobre cómo el Consejo de Seguridad se ha convertido en una institución que no refleja ni la repartición de las capacidades de los estados, ni la actuación misma que se desarrolla dentro del sistema”, le comentó a este diario la semana pasada Rafael Piñeros, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Externado de Colombia.
Le puede interesar: “No se puede ganar una guerra nuclear y nunca se debe pelear”: Biden en la ONU
El principal órgano de decisión de Naciones Unidas cuenta con cinco miembros permanentes y con poder de veto (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido) y con otros diez que son elegidos por periodos de dos años. El derecho de veto ha hecho que el Consejo se haya visto bloqueado ante numerosos conflictos recientes, por ejemplo el de Ucrania, donde Rusia ha impedido cualquier decisión.
Rafael Piñeros explicó que la figura de miembros permanentes, que favorece sin duda los intereses particulares de EE. UU., Rusia, China, Francia y Reino Unido, no refleja la aportación que hacen otros países como Alemania o Japón. “No hay países africanos con asiento permanente, tampoco países latinoamericanos”, agregó. Pero lo cierto es que, aunque las críticas sean frecuentes, hacer una reforma profunda podría estar fuera de los planes, al menos por ahora.
“Sabemos que es un sistema arcaico y poco útil que no refleja la autoridad. Pero también es cierto que llegar allí fue sumamente difícil. A pesar de que ha sido difícil reformar la estructura inicial de la ONU y del Consejo de Seguridad, no quiere decir que a nivel interno no haya mecanismos que busquen que las distintas agencias, y que el sistema como un todo, trabajen de una manera más eficiente”, concluyó.
Con información de EFE*
👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Le invitamos a verlas en El Espectador.