Biden se precipita a su primera crisis fronteriza
El cambio de políticas migratorias en Estados Unidos de manera tan abrupta podría estar pasándole factura al presidente Joe Biden. Su retórica habría impulsado la llegada de más migrantes y su respuesta no ha sido la apropiada.
Camilo Gómez Forero
La administración de Joe Biden ha cuestionado a quienes denuncian que en la actualidad hay una crisis en la frontera con México. “No hay crisis”, es la respuesta rotunda de su secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas. Pero las cifras, ciertamente, apuntan a que sí hay una emergencia de grandes proporciones, pues el número de menores no acompañados y de familias migrantes que llegan a Estados Unidos ha aumentado de manera alarmante.
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La administración de Joe Biden ha cuestionado a quienes denuncian que en la actualidad hay una crisis en la frontera con México. “No hay crisis”, es la respuesta rotunda de su secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas. Pero las cifras, ciertamente, apuntan a que sí hay una emergencia de grandes proporciones, pues el número de menores no acompañados y de familias migrantes que llegan a Estados Unidos ha aumentado de manera alarmante.
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En enero, cuando Biden llegó al poder, 5.871 niños no acompañados cruzaron la frontera, lo que se traduce en un incremento de 876 menores frente a diciembre de 2020, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CPB). Y en febrero la cifra fue de más de 7.000. Según Russell Hott, alto funcionario del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), se espera que las cifras de las llegadas de menores no acompañados y de familias a la frontera sur este año sean las “más altas observadas en más de 20 años”. Fuentes locales apuntan a que en febrero fueron detenidos cerca de 100.000 migrantes en la frontera, el número más alto desde 2019.
Pero no son solo los cruces fronterizos lo que preocupa. Las instalaciones de la Patrulla Fronteriza donde se retienen a los menores están abrumadas y, considerando las condiciones de la pandemia, el drama es mucho mayor que el de hace unos años. Los refugios han recibido un promedio de 321 niños por día, frente a los 47 de la primera semana de enero.
Más del 90 % de la capacidad de los refugios está ocupada. La rápida afluencia de niños ha llevado a que el presidente Biden pida 20.000 nuevas camas para albergarlos. También pidió aumentar la capacidad en los refugios que el Departamento de Salud y Servicios Humanos había limitado a la mitad con la intención de reducir el riesgo de brotes de COVID-19.
Todo esto le ha valido críticas a Biden tanto desde la izquierda como desde la derecha. Por un lado, los progresistas denuncian que las prácticas del presidente no son diferentes a las de Donald Trump. Biden, de hecho, reabrió en la última semana de febrero un centro de detención en Homestead, Florida, el cual cuenta con un pasado preocupante de acusaciones de abuso sexual durante la administración Trump que había cerrado bajo la creciente presión pública. También reabrió otra polémica instalación en Carrizo Springs, Texas, igual de criticado por los defensores de derechos humanos y activistas por sus condiciones y falta de transparencia.
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“Es innecesario, costoso y va absolutamente en contra de todo lo que Biden prometió que iba a hacer. Es un paso atrás, es lo que es. Es un gran paso atrás”, le dijo Linda Brandmiller, una abogada de inmigración con sede en San Antonio, Texas, a The Washington Post. “Esto no está bien, nunca ha estado bien, nunca estará bien, sin importar la administración o el partido”, agregó la representante demócrata Alexandria Ocasio-Cortez en Twitter.
Los republicanos, por otro lado, señalan que esta crisis se está formando por el cambio de políticas migratorias más laxas que ha impulsado Biden. El presidente, contrario a la doctrina impuesta por Trump, ha decidido dejar de expulsar a los niños no acompañados, lo que se ve reflejado en el aumento de la ocupación en los refugios.
“La causa de esta emergencia no es un misterio. Todo el mundo sabe lo que pasó”, se quejó el líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell.
Que los republicanos se estén quejando ahora de las condiciones de los niños migrantes en la frontera después de haber permitido las violaciones a los derechos humanos bajo el gobierno Trump tiene una alta dosis de hipocresía, pero no son los únicos que piensan que el cambio abrupto en las políticas federales podría haber conducido a la emergencia. Los demócratas de las áreas fronterizas apuntan a que las políticas de Biden pudieron causar confusión entre los migrantes y hacerles creer que se les permitiría el ingreso, y no es cierto.
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“(Los migrantes) tienen la impresión de que con Biden está permitido que las personas indocumentadas entren a Estados Unidos”, le dijo Henry Cuéllar, representante demócrata de Texas, a Bloomberg. En febrero, Cuéllar, un moderado, advirtió que este cambio tan abrupto de políticas podría traer consecuencias negativas tanto para el país como para el partido. A él se le han sumado otras voces como el alcalde demócrata de Del Río, Texas, quien le suplicó a Biden suspender la liberación de migrantes.
Y, ciertamente, esa confusión de la que habla Cuéllar es una de las causantes de la crisis, pues está siendo aprovechada por los coyotes que persuaden a los migrantes para viajar al norte.
“Es terrible crear una crisis. Sin embargo, esto es lo que ha hecho el presidente Biden en la frontera sur. Su retórica durante la campaña que sugiere un enfoque de mano abierta hacia los migrantes que lleguen a Estados Unidos y sus primeros movimientos para deshacer las políticas de Trump está creando una oleada de migrantes que corre el riesgo de descontrolarse… Biden creó una excepción para los menores no acompañados, que es un incentivo obvio para que las familias envíen niños menores de 18”, señaló Rich Lowry, editor de National Review y colaborador de Politico Magazine.
Todavía quedan aproximadamente tres meses de la temporada alta del éxodo de migrantes que viajan a la frontera sur del país, por lo que las proyecciones no son positivas para el presidente. La crisis para este se profundiza aún más considerando que los nominados de Biden a puestos claves, como Xavier Becerra, al Departamento de Salud y Servicios Humanos, aún no han sido confirmados por el Senado. El presidente enfrenta un problema en el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas sin funcionarios que lo guíen.
El desborde de los refugios se está convirtiendo en la primera gran emergencia migratoria de la administración actual. En 2014, Biden ya había enfrentado una crisis política por el éxodo de menores no acompañados cuando se desempeñaba como vicepresidente de Barack Obama. El entonces presidente Obama ordenó la construcción de un centro de refugio con cercas de alambre en Arizona, cuyas imágenes conmocionaron al país y desataron una tormenta política sobre él.
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“Llámelo como quiera, una crisis o un desafío, pero Biden está en camino de repetir esta experiencia”, dice Lowry. Aunque sus propuestas distan mucho de la política agresiva de Trump, Biden está cometiendo los mismos agravios que su predecesor que tanto ofendieron a los demócratas. La única diferencia parece ser que él ha sido el causante de su propia crisis y que los centros de detención ahora tienen un cartel de “bienvenida”. “En lugar de buscar nuevas y mejores soluciones, la administración Biden está tratando de vendernos una imagen de un encarcelamiento más amable y gentil. Expandir un sistema largamente desacreditado que detiene niños no puede ser la respuesta”, opina Moustafa Bayoumi, columnista de The Guardian.