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Robert Upshur Woodward, mejor conocido como Bob Woodward, editor honorífico de The Washington Post por su larga carrera en el medio, es una institución del periodismo en Estados Unidos por su trabajo investigativo capaz de poner en jaque a los presidentes del país. No hay libro que saque que no sea un éxito en ventas, ni tampoco un mandatario que se resista a pasarle al teléfono o a reunirse a hablar con él. Rage, su último texto, sale hoy a la venta y desde hace semanas asegura no solo miles de copias vendidas, sino un escándalo político para Donald Trump a menos de 50 días de las elecciones del próximo 3 de noviembre.
Posiblemente sus reportajes más recordados como periodista del Washington Post fueron los que publicó durante dos años sobre el Watergate y que culminaron con un hecho inédito: obligaron a Richard Nixon a dimitir en la década de 1970. El material se hizo junto a su colega Carl Bernstein, quien hacía una dupla perfecta, pues Woodward se encargaba de excavar y recolectar la información y él escribía con una habilidad y estilo admirado por muchos.
“Todos los presidentes hacen un libro con Bob Woodward, todos le dan un montón de entrevistas y luego todos se arrepienten. Este es probablemente uno de los peores casos”, afirmó hace unos días el estratega republicano Karl Rove. Y aunque probablemente tiene razón, también es cierto que ninguno puede resistirse a darle entrevista, mucho menos un presidente como Trump, que adora y sabe capitalizar muy bien el ruido mediático. De hecho, se ha conocido que para este libro ambos tuvieron cerca de 18 conversaciones, y que en algunas ocasiones su esposa, Melania Trump lo llamaba y él le decía que no podía hablar porque estaba al teléfono con el periodista.
Rove acierta en su afirmación. De hecho, el periodista logró hablar en profundidad con Bill Clinton, George W. Bush participó en tres de sus cuatro libros, y Barack Obama habló con él dos veces. Todas estas entrevistas y conversaciones se condensan en 20 aclamados libros que dan cuenta de lo que ocurre tras bambalinas en las altas esferas del poder estadounidense.
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Eso sí, los ánimos ya empezaron a caldearse entre Woodward y Donald Trump. En una entrevista oficial con Woodward, que se utilizó para la realización del libro, Trump admite que minimizó la amenaza del nuevo coronavirus al comienzo de una pandemia que se cobró la vida de unas 200.000 personas en Estados Unidos. “Siempre quise restarle importancia. Me sigue gustando restarle importancia, porque no quiero crear pánico”.
El republicano también le dijo al periodista que desde el principio entendió que el virus era algo mortal y mucho más peligroso que la gripe común. Al mismo tiempo se dirigía a sus ciudadanos asegurando que la covid-19 simplemente desaparecería. Woodward, por su parte, describió en una entrevista con el programa de la CBS “60 Minutes”, como una tragedia el hecho de que el presidente no informara al pueblo estadounidense desde el principio sobre lo mortal que era el virus.
“El presidente de Estados Unidos tiene el deber de advertir. El público lo entenderá, pero si tiene la sensación de que no está recibiendo la verdad, entonces va por el camino del engaño y el encubrimiento”.
Inicios y un duro arranque
A Woodward nunca le ha faltado nada. Nación en 1943 en Geneva (Illinois), en una familia acaudalada, y se crió en Wheaton, a las afueras de Chicago. Su padre era un juez conservador y todo parecía indicar que seguiría sus pasos cuando en 1965 se graduó en literatura e historia de la Universidad de Yale. Luego formó parte de la Marina de Estados Unidos durante cinco años antes de interesarse en el periodismo.
Su primer tropiezo fue cuando se presentó por primera vez al Post y fue rechazado por falta de experiencia. Después de una temporada en un periódico local en los suburbios de Washington, el periodista tuvo su oportunidad en el Post en 1971, y fue en ese momento que su fama se disparó meteoricamente. Con apenas un año de experiencia en periodismo, Woodward se topó con la historia de su vida junto con su colega Carl Bernstein, el robo de 1972 en las oficinas del Partido Demócrata en el complejo Watergate de Washington.
Su investigación provocó una serie de audiencias en el Congreso y condujo a la renuncia de Nixon en 1974. Ambos periodistas escribieron el éxito mundial: "All The President’s Men (Todos los hombres del presidente), sobre el escándalo que se convirtió en una exitosa película en 1976 protagonizada por Robert Redford en la piel de Woodward y Dustin Hoffman como Bernstein. “Que no se les suba a la cabeza”, les aconsejó la editora de The Washington Post, Katherine Graham, al recibir el Pulitzer en 1973 por dicha historia.
Su conocimiento del funcionamiento del poder en Washington es incomparable, y su capacidad para respaldar cualquier historia interna que publica le han hecho ganar el respeto a regañadientes de la clase política estadounidense.
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Una figura que ya no es intocable
Poco a poco, a medida que publicaba sus investigaciones, Woodward dejó de ser una figura intocable. De hecho, cuando sacó a finales de los años 80 Las guerras secretas de la CIA, cayeron numerosas críticas y hasta llegaron a acusarlo de haberse inventado una entrevista durante la muerte de su director. Luego, sin embargo, renacería con la publicación de su libro sobre el atentado contra las torres gemelas del 9/11, con el ganó su segundo Pulitzer.
Otro de los momentos sombríos de sus carrera fue cuando, en la presentación del libro She Said, en el que las periodistas Jodi Kantor y Megan Twohey denunciaron el escándalo de violaciones sexuales que cometió el productor de Hollywood, Harvey Weinstein, condenado a 23 años de cárcel. Durante el evento de le vio desconectado muchos advrtieron que no sabía o que no le interesaba mucho el #metoo, movimiento de profunda trascendencia social.
Trump, un presidente misterioso
Por qué Trump aceptó realizar más de una docena de entrevista oficiales con Woodward es un gran misterio, particularmente después de que su libro anterior retratara al magnate bajo una lupa muy poco halagadora. "Miedo: Trump en la Casa Blanca, publicado por Woodward en 2018, pintó un retrato de un líder enojado y paranoico y una Casa Blanca.
El senador Lindsey Graham, aliada cercana de Trump, le dijo al Daily Beast que le había recomendado al presidente hablar con el periodista. “Le dije, el tipo es un conocido autor presidencial. Y ya sabes, tienes la oportunidad de contar tu versión de la historia. El presidente estuvo de acuerdo y ahí lo tienes”.
Woodward, que conserva el título honorífico de editor asociado del Post pero ya no escribe para el periódico, recibió críticas por ocultar detalles de sus entrevistas con el republicano. “Bob Woodward tenía mis declaraciones desde hace muchos meses”, relató Trump en su Twitter. “Si creía que eran tan malas o peligrosas ¿por qué no las reportó inmediatamente en un esfuerzo por salvar vidas?”.
En una entrevista con el Post, el periodista defendió su posición de retener el material para su libro. Woodward dijo que su compromiso fue entregar “la mejor versión posible de la verdad” en forma de libro y con el contexto y la comprobación de los hechos adecuados. “El mayor problema que tuve, que siempre es un problema con Trump, es que no sabía si era verdad”, dijo el periodista.