Bukele: cuatro años de popularidad y muchas promesas incumplidas
Nayib Bukele es un éxito en encuestas, y no solo en su país. Eso a pesar de que no cumple con todo lo que dice. Tras cuatro años de su ascenso, recordamos algunos de los proyectos que se han quedado en palabras.
Cuatro años después de haber asumido el poder, el apoyo al presidente Nayib Bukele ha desbordado las propias fronteras de El Salvador. En otros países de la región, como Colombia, la política de mano firme del mandatario ha encantado a una porción de la población que parece dispuesta a sacrificar ciertas libertades a cambio de una promesa de mayor seguridad.
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Cuatro años después de haber asumido el poder, el apoyo al presidente Nayib Bukele ha desbordado las propias fronteras de El Salvador. En otros países de la región, como Colombia, la política de mano firme del mandatario ha encantado a una porción de la población que parece dispuesta a sacrificar ciertas libertades a cambio de una promesa de mayor seguridad.
“El principal logro (de Bukele) es el tema de la seguridad, la desarticulación de las pandillas”, dice Carlos Acevedo, expresidente del Banco Central de Reserva, a la AFP.
En El Salvador las pandillas tenían el control del 80 % del territorio, financiándose a través de prácticas como la extorsión, el sicariato y el tráfico de drogas. Para enfrentar ese problema el Congreso, a petición de Bukele, aprobó un régimen de excepción con el que se ha podido liberar barrios y recuperar terrenos controlados por los pandilleros, señala el gobierno. Pero también ha permitido a la Policía y el Ejército hacer arrestos sin orden judicial, entre otras cosas. Casi 70.000 personas han ido a parar a prisión, de los que al menos 3.000 tuvieron que ser liberados porque fueron acusados falsamente de pertenecer a las pandillas.
Los grupos de derechos humanos lucen preocupados porque el Estado de derecho queda en duda, además de que Bukele parece gobernar sin contrapesos, pero esto no ha alterado las encuestas que señalan un apoyo firme de los salvadoreños a dicho régimen. “El país tiene una mentalidad dictatorial y autoritaria desde hace muchísimo tiempo, y porque piensa que esa es la solución, pero a largo plazo no se sostiene”, asegura el sacerdote jesuita y docente de la UCA Rodolfo Cardenal.
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Ni las denuncias sobre ataques a la libertad rompen esta luna de miel entre Bukele y sus fanáticos, ni mucho menos las muchas promesas incumplidas. En lo social y lo educativo, el presidente no ha construido las escuelas de arte o las bibliotecas que dijo iba a hacer en su primer día en la oficina. La mayoría de los proyectos educativos que anunció no volvieron a sonar, como el centro de capacitación de Amazon -el primero en Latinoamérica-, que dijo que abriría para ayudar a 80.000 personas.
En infraestructura, lo más destacado es que tampoco ha entregado la presa de El Chaparral, cuyo proyecto recibió con un 82 % de la obra terminada, a pesar de que señaló en 2021 que en un año estaría terminada. Hoy la obra está abandonada. Bukele en campaña había dicho en el Plan Cuscatlán, su proyecto de gobierno, que iba a haber 20 obras por día, sin descanso ni los fines de semana, en los 1.825 días de su gobierno. Eso da un total de 36.500 obras en su quinquenio. El diagnóstico es que esta propuesta de tono populista tampoco se cumplió. Como tampoco se ha cumplido con la infraestructura satelital prometida para llevar internet a zonas rurales.
En lo político, Bukele prometió llevar a El Salvador al expresidente Mauricio Funes, asilado en Nicaragua. Funes fue condenado esta semana a 14 años de prisión por pactar con las pandillas, pero sigue en Nicaragua, protegido por Daniel Ortega. Además hay que recordar que el presidente prometió eliminar el fuero a todos los diputados y acabar con los viáticos. Ninguna de las dos se ha cumplido hasta ahora. La transparencia también está pendiente. El caso de la reforma pensional es un ejemplo, pues el gobierno no publicó los estudios en los que se apoyaba para su cambio en el sistema.
Sobre esto último, la promesa tampoco se cumplió. Si bien Bukele presentó una reforma en 2022, esta no ha solventado las deficiencias de la gente, según los sindicatos. Además, la reforma ha resultado polémica porque permite que el gobierno use los fondos de cotizantes del sistema privado para pagar las obligaciones con los del sistema público y elimina el retiro del anticipo de saldo de pensiones, entre otras cosas.
La salud es otro campo en el que no se ha contestado a cabalidad. Empezando por la construcción del nuevo Hospital Rosales, cuyos fondos están aprobados desde 2018, pero la obra no se ha ejecutado. Y la gente seguirá esperando, pues la licitación para el proyecto fue declarada desierta hace menos de dos meses. La promesa de inversiones millonarias en salud sigue pendiente, pues los fondos siguen sin ejecutarse.
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Pero el mayor vacío está en el campo económico. Ha fallado en volver al país un centro financiero mundial mediante la adopción del bitcóin. Bukele estimaba que iba a volverse un referente económico global. Y ocurrió, pero a la inversa: las agencias de riesgo rebajaron la calificación crediticia del país. Hoy es un referente, pero en lo malo. El bitcóin no ha favorecido al pueblo salvadoreño.
De hecho, luego de adoptar la criptomoneda como la moneda nacional, esta se desplomó, lo que impacta negativamente en el mercado salvadoreño. Se cree que El Salvador ha perdido más de US$70 millones gracias a las decisiones de Bukele sobre las criptomonedas. Pero este es solo la punta del iceberg. La economía, en términos generales, no está bien: de acuerdo con la encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples del Banco Central de Reserva (BCR), la pobreza subió dos puntos porcentuales entre 2021 y 2022, y la pobreza extrema un punto. También ha aumentado la inseguridad alimentaria en un punto porcentual, respecto al anterior gobierno.
Eso sí, hay cosas que Bukele no prometió, pero que ha ejecutado: una mayor persecución a la prensa, el secuestro de los poderes Judicial y Legislativo o la represión a la oposición. El jueves en la noche, el presidente ofrecerá un discurso a toda la nación. Con este empezará de manera más notoria su campaña a la reelección.
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