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La semana pasada el gobierno estadounidense dio dos nuevos anuncios encaminados a disuadir a la población migrante de emprender un viaje para ingresar al país de manera irregular. Por un lado se anunciaron 24.000 permisos humanitarios para venezolanos con patrocinadores en EE. UU., para que puedan viajar por aire; sin embargo, se expulsarán a todas las personas que lleguen por vías irregulares. La noticia, al menos de momento, ha estado lejos de contener la diáspora y de poner fin a las escenas dramáticas en la frontera. En el norte de México, miles de migrantes han quedado en el limbo. Los expertos insisten en que este endurecimiento de los controles aviva el negocio de los traficantes de personas y pone en más riesgo a quienes buscan un refugio, afectando aún más su salud mental. Documented siguió uno de los casos de migrantes que, esperando asilo, murieron en el trayecto.
El domingo 18 de septiembre, Kevin y su hermana Anny, de 15 y 7 años, planeaban disfrutar junto a su mamá, Leidy Paola Martínez Villalobos, en la playa de Coney Island. El plan era caminar el malecón frente al mar y distraerse en las atracciones turísticas. Se suponía iba a ser un día tranquilo, como los domingos en su natal Colombia, antes de que en abril los separaran de su padre al cruzar la frontera y terminaran en el albergue de Hollis Family Residence, en Queens, Nueva York.
Ese día todo marchaba de acuerdo con lo pensado hasta que Leidy canceló el paseo por ninguna razón. Anny se había quedado con familiares el día anterior y los iba a encontrar en la playa. Kevin se quedó con su madre y después del mediodía fue al parque Haggerty, al frente del albergue. Luego de su vuelta al parque, Kevin caminó los 135 metros que lo separaban de su albergue. Cuando entró a su cuarto encontró a Leidy Paola muerta. Se había quitado la vida.
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Hasta la fecha de publicación de este artículo se procesaron más de 11.600 inmigrantes en el sistema de albergues en la ciudad de Nueva York. Esto mientras más autobuses son enviados con inmigrantes por los gobernadores de los estados de Texas y Arizona, poniendo una carga superior a la normalmente registrada en el sistema de albergues de la ciudad de Nueva York.
Pero los obstáculos que enfrenta este grupo de inmigrantes no terminan al cruzar la frontera ni al encontrar un techo para vivir. La historia de Martínez Villalobos y sus dos hijos, relatada por su esposo, amigos de la familia y de inquilinos que viven en el albergue donde ocurrió la muerte, dan detalles de una realidad precaria que terminó por afectar la salud mental de Martínez Villalobos con resultados fatales.
“Kevin se sentía desesperado. Me dijo que su mamá había muerto y no sabía qué hacer”, contó John Alexánder Bernal Camacho, el esposo de la fallecida y papá de Kevin, sobre la llamada que tuvo con su hijo minutos después de que él entrara a la habitación.
Ya desde antes de la muerte de Martínez Villalobos, quien al momento de su fallecimiento tenía 32 años, Kevin y Anny se encontraban a 2.486 kilómetros de su papá, quien vive en el Diana Turbay, a las afueras de Bogotá, Colombia. El problema es que ahora la distancia la tienen que soportar sin ninguno de sus padres.
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El viaje a Nueva York
Según relata el padre de la familia, fue en abril de este año que, junto a Leidy, Kevin y Anny, volaron desde Colombia a la ciudad de México y de ahí tomaron un bus rumbo al norte con destino Mexicali. Cruzaron el desierto por varios días hasta llegar a Arizona, donde fueron arrestados por la patrulla fronteriza de Estados Unidos. Bernal Camacho dice que ahí fueron separados. Sus dos hijos y su esposa fueron enviados a Nueva York. Él fue regresado a Colombia. “Fue la última vez que la vi”, asegura. También dice que fue solo 9 días antes de la muerte que su esposa hizo un nuevo intento por ingresar a Estados Unidos, pero sin éxito.
Luego de la separación en Arizona, su esposa y sus dos hijos viajaron a Nueva York, donde fueron admitidos en un albergue del vecindario de Hollis, en Queens. Según el padre, la idea del viaje fue buscar un futuro próspero y una mejor educación para sus hijos. Jhon dice que su esposa también quería seguir estudiando y restablecerse como una asistente de oncología, el oficio que ella hacía en Colombia.
Jhon y Leidy se conocieron cuando eran niños, en el barrio Diana Turbay, y estuvieron en una relación amorosa por 17 años, seis de los cuales en matrimonio bajo las tradiciones católicas. “Nuestro sueño era ir a Nueva York para tener un mejor futuro y una vida mejor para nuestros hijos”, indicó Jhon. “Buscábamos algo mejor y sucedió esta tragedia”.
Días de soledad en el albergue
Desde la distancia, Jhon dice que podía sentir el sufrimiento de su esposa. Agrega que notaba que ella estaba menos cercada emocionalmente en los últimos días durante sus conversaciones telefónicas. Según Jhon, a su esposa la distancia la hizo entrar en depresión y en las llamadas telefónicas relataba los obstáculos que enfrentaba en la nueva ciudad.
Una de las principales dificultades era encontrar trabajo para lograr dar de comer a sus hijos. Según el esposo, Leidy tuvo que racionar las porciones en días de escasez. Según él, también habría afectado el hecho de que la internet en el albergue no era bueno, por lo que su esposa caminaba a una parada de autobús para poder hablar por teléfono.
Según Jhon, cuando ella salía a buscar trabajo o conseguir comida, los trabajadores del recinto, dependientes del municipio, la amenazaban con quitarles a sus hijos por dejarlos desatendidos, ya que el albergue tiene una regla que no permite que los menores de 18 años estén solos. Jhon comenta que ella dijo sentirse atrapada en el albergue.
El Departamento de Servicios Sociales (DSS) y la oficina del alcalde de Nueva York no respondieron a Documented con comentarios relacionados con la estadía de Martínez Villalobos en el albergue.
Arlés, un amigo de la familia desde que eran niños en Colombia y quien llegó a Nueva York hace dos meses, contó que vio a Leidy deprimida y estresada. “Yo le decía que apenas pudiera ahorrar dinero, iba a rentar una casa para que todos estemos juntos. Donde podríamos cocinar juntos y ella podría trabajar mientras mi esposa cuidaba a los niños”, aseguró.
Hoy, Kevin y Anny se encuentran bajo el cuidado de Arlés en un hotel, convertido albergue, en Queens.
Algunos de los inquilinos del refugio relataron a Documented que estaban satisfechos en el albergue de Hollis. Pero también había quejas de otros residentes que aseguraron haber visto reglas muy estrictas y falta de traductores para personas que no hablan inglés. También expresaron que no estaba permitido llevar ciertos objetos a sus habitaciones, como cunas para los bebés.
“Nuestra obligación legal y moral es proteger a cualquier persona que necesite refugio, sin importar su estatus migratorio. Trabajamos todo el tiempo para asegurarnos de que las personas recién llegadas que buscan asilo reciban el apoyo que necesiten”, aseveró a Documented un representante del DSS.
El lunes 19 de septiembre, un día después de la muerte de Leidy, el alcalde de Nueva York, Eric Adams, dio sus condolencias a la familia y comentó que el caso de Martínez Villalobos no fue un fallo de la ciudad, ni de los trabajadores. En cambió culpó al gobernador de Texas, Greg Abbott, por mandar a las familias de inmigrantes en los buses a Nueva York.
Repatriación del cuerpo y el futuro para la familia
Dos días después de que su mamá muriera, Kevin, acompañado de Arlés, regresaron al albergue para recoger sus pertenencias. Allí, cuenta Arlés, Kevin quiso arreglar el apartamento y dejarlo limpio, de forma similar a como lo dejaba su mamá. Después de tres horas limpiando, Kevin salió con una bolsa de basura grande y la dejó en la esquina de la avenida. Ese día, y por las siguientes 11 jornadas, los jóvenes durmieron en casa de Arlés, el amigo de la familia.
El día 30 de septiembre, y con ayuda de organizaciones locales de Queens, la familia logró juntar el dinero suficiente para repatriar el cuerpo de la madre y pagarles los vuelos de regreso a Kevin y Anny, quienes fueron esperados por su padre en el aeropuerto El Dorado de Bogotá. Al día siguiente, el viernes 1° de octubre, la familia enterró a su madre.
Si tú o alguien necesita servicios de ayuda para la salud mental, puedes llamar al 888-NYC-WELL (888-692-9355) para recibir asistencia confidencial y gratis. También puedes enviar el mensaje “WELL” al número 65173, o chatear online en este enlace.
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