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El Consejo Constitucional se instala este miércoles para examinar el borrador redactado por expertos designados por el Congreso. El texto es una versión más moderada del que salió del primer intento y que fue rechazado por un 61% de los electores.
La Asamblea Constituyente dominada entonces por la izquierda proponía un cambio radical del sistema político, legislativo y judicial. Entre otros, establecía el derecho al aborto y otorgaba reconocimiento constitucional a los pueblos indígenas. Sin embargo la reescritura de la Constitución debe pasar por el filtro de los miembros de derecha que son mayoría en este grupo.
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¿Qué quiere decir esto?
Hace semanas Chile optó por formar un Consejo Constitucional para llevar a cabo la nueva Carta Magna. Pero cuando llegó el momento de votar, el pueblo chileno dio un “no” rotundo al primer borrador de la Constitución. Tras la desaprobación, las fuerzas políticas acordaron un segundo intento para sustituir la Constitución de 1980, cuyos artículos más autoritarios ya han sido eliminados mediante reformas en los últimos años.
Así pues, ahora esta tarea está en manos de 51 consejeros, 34 de ellos afines a ideales de derecha o relacionados con el conservadurismo del país.
A Chile “le hará bien cerrar este ciclo”, afirmó durante el acto el presidente Gabriel Boric, quien promovió el primer proyecto de Constitución (redactado por una asamblea dominada entonces por la izquierda) que fue rechazado en las urnas por el 61 % de los chilenos.
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La ciudadanía espera hoy “un proceso de colaboración en donde las distintas partes sean capaces de ceder cuando es necesario y de encontrar los puntos comunes en búsqueda de lo mejor para Chile”, sostuvo Boric en su discurso.
A diferencia del anterior proceso, el ambiente fue sobrio dentro y fuera del recinto donde se instaló el Consejo Constituyente, que deberá entregar un nuevo marco constitucional para que sea sometido a plebiscito el 17 de diciembre.
Gabriel Osorio Vargas, profesor de derecho constitucional y miembro de esa comisión experta señaló que “lo importante aquí fue establecer los mínimos que tenían que estar en un texto constitucional. Se estableció un marco en el que los distintos gobiernos podrán sentirse amparados por este marco constitucional y podrán desarrollar su programa de gobierno. En Chile teníamos unja constitución excesivamente programática en la cual muchas veces las ideas, por ejemplo, de la izquierda se encontraban constreñidas por el propio texto constitucional. Ojalá al menos el consejo constitucional no tuviera un comportamiento parecido al que tuvo la convención anterior que fracasó respecto al texto que se le propuso a la ciudadanía”.
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“Creo que existe una idea generalizada de que hay que ponerle punto final al problema constitucional chileno y la única forma es estabelecer un texto que sea representativo y tranversal y que no represente sólo a un sector político” subraya Osorio Vargas en.
Del deseo obstinado por cambiar la Carta Magna, los chilenos pasaron al desinterés. Según la encuesta Cadem, el 58% no se ha informado del proceso y un 48% rechazaría la propuesta aún sin conocerla. Boric, cuyo mandato concluye en 2026, ya anticipó que este será su último esfuerzo por cambiar la Constitución.
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