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Al grito de “¡Fuera los ilegales!”, miles de chilenos salieron a protestar este sábado contra la migración de indocumentados en la ciudad de Iquique, al norte del país, a donde llegan numerosos migrantes venezolanos y colombianos de manera irregular tras cruzar por el desierto chileno.
Las manifestaciones del fin de semana se suman a otras demostraciones anti-migrantes que han realizado los chilenos de esta zona del país en los últimos días, como desfiles con la bandera chilena mientras se corea de fondo el himno nacional. El viernes, algunos ciudadanos se acercaron a un campamento improvisado de migrantes, quemaron sus pertenencias y también agredieron a un par de personas.
El campamento atacado se ubicaba en la Plaza Brasil, donde desde hace un año reúnen los migrantes más pobres y sin papeles que no logran llegar a Santiago. Estos sobreviven vendiendo dulces, limpiando vidrios en los semáforos de la ciudad o pidiendo limosna.
Las autoridades acompañaron el desalojo del campamento. El hecho más grave en el marco de este operativo, repudiado por autoridades locales y organismos humanitarios, fue la desaparición de Jeremy, un niño venezolano de 4 años que el sábado en la mañana era buscado por carabineros, que mostraban sus fotos a los transeúntes en la playa. Finalmente el pequeño fue hallado.
“Menos mal encontraron al niño, pero esto resume la mala gestión de todo este drama humanitario, el gobierno cree que esto es solo deportar a algunos y desalojarlos de una plaza”, se quejó Franklin Pérez, administrador de un edificio en el centro de Iquique.
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El gobernador de región Tarapacá, José Miguel Carvajal, responsabilizó de la crisis migratoria en el norte chileno al gobierno del presidente Sebastián Piñera, al quejarse que ni él ni el alcalde de la ciudad fueron alertados del desalojo del viernes que alentó el rechazo de una parte de la población.
“Las 100 familias en la Plaza Brasil, hoy día (sábado) estaban deambulando en distinto espacios públicos; están reubicándose con amigos, cercanos, con los cuales se están yendo a alojar nuevamente con carpas a las playas de Iquique, y otros están movilizándose a tomas (asentamientos) de Alto Hospicio”, la zona industrial en las afueras de Iquique.
Los asentamientos que levantan migrantes con casas de cartón y hojalata en las afueras de este puerto a casi 2.000 km de Santiago han aumentado, así como la xenofobia. Esta última ha estado alimentada por la desinformación. Los locales consideran que están llegando delincuentes al país.
“Yo soy nacido, criado y malcriado en Iquique y siempre he vivido en esta zona del norte y esto que estamos viviendo es terrible, porque el problema es que en Venezuela han abierto sus cárceles y parte de esa gente ha llegado a Chile”, dijo a la AFP Veliz Rifo, un agricultor de 48 años de La Tirana, un pueblo en una suerte de oasis en el desierto 72 km al este de Iquique, al hacerse eco de un rumor falso.
Otros manifestantes pedían a los más violentos que respetaran la acción pacífica, mientras en los restaurantes del casco histórico los meseros venezolanos y comensales chilenos veían desde lejos algo que calificaron como “triste”.
“Ni todos los venezolanos roban, ni todos los chilenos nos odian”, reían en una mesa del Café Francesco de la Plaza Prat.
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La inseguridad, un mal que no llega con la migración
La ciudadanía le exige a Piñera que tome medidas para enfrentar el aumento de campamentos improvisados. Algunos manifestantes portaron carteles con mensajes tipo “cierre de fronteras ahora” y “no más migrantes indeseables’'.
“Lo peor es que este gobierno de Chile ha dejado que esto crezca y los que han llegado no son refugiados políticos ni inmigrantes que aportan con su trabajo, aquí han llegado muchos delincuentes”, agregó Rifo.
El gobierno de Piñera anunció el miércoles de esta semana que retomará las expulsiones masivas de migrantes en situación irregular que permanecen en el país, en su mayoría de orígen venezolano. El ministro del Interior, Rodrigo Delgado, anunció la reanudación de los vuelos de deportación. El último vuelo de este tipo se realizó en agosto, antes de que los tribunales chilenos detuvieran las expulsiones luego de que el país recibiera recursos para atender los derechos de los migrantes.
“Chile es hoy día un destino migratorio atractivo para muchos (por) la situación sanitaria, las vacunas (contra el covid-19), la situación económica, la necesidad de emplear a personas que, muchas veces, no se están empleando en distintos rubros. Hemos tomado nota de las recomendaciones, hemos revisado nuestros procesos, somos respetuosos de los fallos, pero en ese contexto durante las próximas semanas vamos a retomar las expulsiones”, dijo Delgado, quien asegura que al detener las expulsiones aumentaron los ingresos clandestinos al país.
Con más de 400.000 personas, aunque se estima que sean muchos más, el colectivo de venezolanos es uno de los más grandes que hay en el país. Piñera, ante la crisis migratoria, ofreció unas visas “exclusivas” para que los migrantes tuvieran “oportunidades en el país”, pero desde entonces se ha reducido drásticamente la aprobación de visas para quienes viajan desde Venezuela.
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