China, el as bajo la manga de Nayib Bukele en su próxima era
A pesar de registrar indicadores económicos mediocres, el presidente salvadoreño se prepara para su segundo mandato. Las obras populares lo ayudan a aplacar las críticas, y en estas Beijing cumplirá un papel fundamental.
Camilo Gómez Forero
El mundo se prepara para lo que sería un segundo mandato del autoproclamado presidente “más cool”. Desafiando la Constitución Nacional, que prohíbe los mandatos consecutivos, Nayib Bukele se presentó a la reelección y se proyecta fácilmente como el ganador de unas elecciones en las que no debería participar, a pesar del clamor popular. Su adversario, Manuel el chino Flores, marcha segundo con hasta 70 puntos por debajo de diferencia, lo que nos ofrece unos resultados cantados antes de tiempo. Por eso vale la pena explorar lo que será la agenda de este Bukele 2.0, virtual ganador el próximo domingo.
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El mundo se prepara para lo que sería un segundo mandato del autoproclamado presidente “más cool”. Desafiando la Constitución Nacional, que prohíbe los mandatos consecutivos, Nayib Bukele se presentó a la reelección y se proyecta fácilmente como el ganador de unas elecciones en las que no debería participar, a pesar del clamor popular. Su adversario, Manuel el chino Flores, marcha segundo con hasta 70 puntos por debajo de diferencia, lo que nos ofrece unos resultados cantados antes de tiempo. Por eso vale la pena explorar lo que será la agenda de este Bukele 2.0, virtual ganador el próximo domingo.
La primera etapa Bukele estuvo marcada por la seguridad, con medidas altamente controvertidas, que si bien redujeron la tasa de homicidios a números similares a los de naciones como Canadá, generaron alertas internacionales por los desafíos a los derechos humanos que han quedado evidenciados. La segunda etapa no estaría alejada de lo mismo. Según la economista salvadoreña Tatiana Marroquín, el presidente no presentó un programa de gobierno claro ni en esta ni en la anterior contienda, lo que deja en el aire la ruta que se va a seguir.
“En esta elección ni siquiera hay una propuesta de grandes líneas y apuestas del gobierno. La promesa es seguir la ruta actual. Es seguir así en materia de seguridad. No se aborda a grandes rasgos algo en lo económico”, señala la experta.
Pero frente a esta área, la economía, sí habrá que poner mayor atención en el próximo quinquenio. Bukele mostró un comportamiento mediocre durante su primer mandato, que estuvo marcado por las promesas incumplidas y el agravamiento de las necesidades generales. Tras cinco años de un enfoque de “bukelenomics”, El Salvador está más endeudado que antes. Para 2023, la deuda superó los US$25 mil millones. Según el Fondo Monetario Internacional, este es la segunda más alta desde hace 20 años, y es insostenible para la población.
Hay otra manera de aterrizar este número: de cada US$100 que se producen en el país, US$75 son para deuda, según recogió La Prensa Gráfica de un estudio de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.
“Este gobierno se ha gastado todo el dinero posible, ha endeudado al país. Su economía sigue viviendo de las remesas, los préstamos. El país no prospera, no hay empleo, sigue habiendo pobreza. Eso va a impactar la popularidad del gobierno, y esto él (Bukele) lo sabe”, le dijo José Miguel Cruz, director de investigación del Centro Kimberly Green para América Latina y el Caribe, de la Universidad Internacional de Florida, a la BBC.
Para el primer trimestre del año pasado, cuatro de cada 10 salvadoreños ya consideraban que la situación económica de su familia empeoró. Y también solo cuatro de cada 10 están en el mercado formal. La industria reportó una caída de las exportaciones y el costo de los alimentos sigue escalando. Solo entre 2019 y octubre de 2023 la canasta básica subió US$54; esto mientras la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) situó al 48 % de la población en una posición de inseguridad alimentaria. Y, según Marroquín, el país se ha vuelto más dependiente de las importaciones y los precios internacionales, pues no se ha invertido en la agricultura.
A estos indicadores hay que sumarle que las ideas de Bukele no calaron en la población. Según el Instituto Universitario de Opinión Pública de la Universidad Centroamericana, el 85 % de los salvadoreños no usaron el bitcóin en 2023, la aclamada moneda virtual a la que Bukele le apostó para atraer a inversores.
Con el bitcóin entramos en materia de las tantas promesas incumplidas de Bukele, pero nos centraremos en las de aspecto económico: no hubo escuelas bitcóin para educar a la población sobre esta moneda -y que el 85 % no la use es prueba de ello-. Tampoco hubo “Bonos Volcán”, unos bonos de deuda pública con los que se pretendía recaudar US$1.000 millones de inversionistas a los que devolverían un interés anual del 6,5%.
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Con el dinero recaudado de estos bonos, cabe destacar, se pretendía invertir en el minado de bitcoin usando energía del volcán Conchagua, lo que tampoco ocurrió. Finalmente, la muy anticipada “Bitcoin City”, una ciudad costera financiada con fondos de bitcóin y que pretendía ser la metrópoli a la que migrarían todos los cripto entusiastas, no tiene ni una piedra puesta.
A todos estos desafíos y promesas rotas Bukele ha contestado con tono entusiasta y obras populares que pretenden aplicar las críticas. En noviembre se inauguró la nueva Biblioteca Nacional, con una infraestructura muy tecnológica y abierta las 24 horas del día. También están los nuevos parques de diversión en Surf City y la ampliación del puerto La Libertad, que ayudan a incentivar el turismo a la zona. Y la publicación de un modelo del nuevo estadio de fútbol, que inició obras en 2023 y que para 2027 se convertiría en el escenario deportivo más moderno y el más grande de Centroamérica.
Todas estas obras tienen dos factores en común: el primero es China, que financia los proyectos. El gigante asiático se ha acercado más a El Salvador desde que empezó el mandato de Bukele y, a través de donaciones, ambos han estrechado sus lazos. ¿Qué pide Beijing a cambio? “Señor presidente (Bukele), nada de China viene sin condiciones”, advirtió la subsecretaria interna para Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de EE. UU., Julie Chung.
Hay un interés estratégico. Según analistas, detrás de esta cooperación está la necesidad de mantener el apoyo de El Salvador a la causa de “una China”. En 2018, El Salvador rompió relaciones con Taiwán y se volvió un aliado chino en la región. En sus primeros días como presidente, Bukele viajó a Pekín para reforzar su lealtad. Para Beijing es clave mantener como aliado a Bukele.
Y para Bukele es clave China por el segundo factor en común de estas obras: son populares. Y la popularidad siempre ha sido su enfoque, más que la estrategia eficaz. Por eso necesitará que el crédito siga fluyendo.
“Estos proyectos le dan popularidad y publicidad al gobierno, pero no son estratégicos en términos económicos”, dice Marroquín. Es decir, no resuelven de lleno los problemas de los salvadoreños, pero los mantienen distraídos. Entretanto, no parece haber una ruta clara para resolver la inseguridad alimentaria, aunque en el gobierno poco a poco le ha puesto más atención a esto. Eso sí, con operaciones que despiertan inquietudes. Marroquín cuenta que se han acercado militares a poblaciones de bajos recursos a entregarles cajas con alimentos en medio de este período electoral. Una jugada que se ha visto en países autoritarios de la región.
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