¿Y ahora qué?: cinco conclusiones que quedan tras el “supermartes” en EE. UU.
Donald Trump barrió, como se esperaba. Nikki Haley salió de la carrera, y Joe Biden, sin contendores, sigue sumando delegados, pero también “votos castigo”. Le contamos.
La jornada del “supermartes”, el día en que 16 territorios de Estados Unidos votaron en las primarias demócratas y republicanas, transcurrió como se esperaba: con las previsibles victorias para el presidente Joe Biden y su oponente republicano, el expresidente Donald Trump.
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La jornada del “supermartes”, el día en que 16 territorios de Estados Unidos votaron en las primarias demócratas y republicanas, transcurrió como se esperaba: con las previsibles victorias para el presidente Joe Biden y su oponente republicano, el expresidente Donald Trump.
Estas son cinco conclusiones que nos quedan tras la jornada.
1. Trump, fortalecido
La contundencia con la que Trump ha barrido en el camino hacia la nominación republicana, que debe concretarse el próximo verano en la convención del partido, dejó por fuera de la carrera a la única rival que le quedaba en las toldas rojas: Nikki Haley, quien este miércoles anunció su retiro, pero no su respaldo a Trump.
“Los resultados del ‘Super Tuesday’ fueron los que se esperaban. Lo más importante de ese proceso es que se acaba la candidatura de Haley, que era la única persona que tenía algún chance (remoto, pero algo) de ofrecer una alternativa a Trump en el bando republicano”, comenta Sandra Botero, profesora de Ciencia Política de la Universidad del Rosario.
“Se solidifica la primacía de Trump y entra muy fuerte a la etapa final”, agrega.
Minutos después del retiro de Haley, Trump recibió otro apoyo importante: el del influyente senador republicano Mitch McConnell.
Así las cosas, Trump sigue surfeando los efectos que sobre su imagen podrían tener los cuatro procesos penales en su contra (si uno no tenía precedentes para en un exinquilino de la Casa Blanca, ni hablar de cuatro), además de otros de tipo civil.
Más aún: con el discurso que sostiene sobre una supuesta cacería de brujas en su contra y de “si esto me ocurre a mí siendo expresidente, qué pueden esperar ustedes”, se han fortalecido sus bases.
“El que va a votar por Trump está muy convencido; cambiarle la opinión es muy difícil”, comenta Alejandro Bohórquez-Keeney, profesor de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales, de la Universidad Externado.
2. Por matemáticas, todavía falta
Trump debe ser ratificado en la Convención Nacional Republicana, que se celebrará del 15 al 19 de julio próximo, en Wisconsin.
Bohórquez-Keeney explica que lo normal es que el candidato que gana las primarias sea ratificado, pues al final es respetar la decisión de los votantes.
No hacerlo no solo es improbable en este momento, sino que “sería un suicidio político, sería como decir: ‘no queremos llegar a la presidencia’”.
La propia Haley reconoció este miércoles que Trump con toda seguridad será el candidato.
Para sellar la nominación, debe contar con el respaldo de 1.215 delegados (de un total de 2429). Con los resultados del martes, Trump suma 995. Haley se retiró apenas con 89.
El próximo 12 de marzo, en un “minimartes”, cuando votan los estados de Georgia, Hawái, Misisipi y Washington, Trump podría hacerse con un puñado de 161 delegados más.
3. Biden, con el camino despejado, pero difícil
Joe Biden, por su parte, con prácticamente ningún rival, suma 1.497 delegados, y debe conseguir 1.968. La próxima jornada clave para él será el 19 de marzo, cuando Arizona, Illinois, Kansas y Ohio votarán.
Biden aspira a la reelección con una economía relativamente estable, que logró evitar la recesión, con una inflación a la baja y un mercado laboral aceptable. Sin embargo, eso no parece suficiente.
“Es, como dirían, ‘too little, too late’ (’muy poco, demasiado tarde’). No fue decisivo en estos años, se le ve como tibio, parco, indeciso, y eso le está costando”, agrega Bohórquez-Keeney.
El presidente se encuentra en medio de una lluvia de críticas por prácticamente todos los flancos. Los republicanos le reclaman principalmente su gestión de la migración, pues los cruces irregulares a través de la frontera con México han alcanzado niveles récord durante su administración.
Biden ha tomado una serie de medidas para controlar la situación (como reanudar la construcción del muro fronterizo con México y regresar al Título 8, que contempla sanciones más severas para los cruces irregulares), las cuales no solo no han sido suficientes para apaciguar la molestia republicana, sino que no han caído bien en el ala demócrata que le reclama sus promesas de campaña de ser más favorable con la movilidad humana hacia Estados Unidos.
El fuego amigo también se ha manifestado en las primarias demócratas con lo que se ha denominado el “voto castigo”, principalmente por parte de aquellos que emiten un voto “no comprometido”, es decir: por Biden no. Esto, a raíz principalmente de la guerra en Gaza, en la que Israel sigue teniendo como principal aliado a Estados Unidos.
Hasta aquí, no hemos mencionado el otro elefante en la habitación: la edad y la salud del presidente. Pese a que el propio mandatario ha salido a encarar la situación (no exento de lapsus) y de que los dictámenes médicos dicen que está en condiciones de ejercer el cargo, a muchos ciudadanos les preocupa que sea el presidente de mayor edad que ha ejercido en la Casa Blanca y que, de ser elegido, tendría 86 años al terminar el mandato.
Los dictámenes pueden decir cualquier cosa, pero, para Bohórquez-Keeney, hay una “inercia en la percepción”: “Los votantes, una vez se hacen una idea, es muy difícil que cambie”.
Algo que Biden, no obstante, podría poner a su favor son los votantes, tanto demócratas como independientes, y quizá hasta republicanos, que están convencidos del “cualquiera menos Trump”, quien, por cierto, es apenas cuatro años menor que Biden.
“A la campaña le falta mucho, y en un contexto donde ya no hay competencia dentro de los partidos, para mí la pregunta es si va a suceder algo dentro del Partido Demócrata que lo lleve, o al propio Biden, a considerar seriamente la posibilidad de que el presidente se retire y le ceda la candidatura a otra persona. Creo que no pinta bien para él”, concluyó Botero.
4. Las fórmulas vicepresidenciales, por verse
Un gran interrogante que permanece es el de las fórmulas vicepresidenciales. Bohórquez-Keeney apunta que esta selección suele tener como objetivo atraer votantes indecisos. Por ejemplo, si un candidato es visto como radical en algunas áreas, podría traer una fórmula moderada que ayude a captar nuevos votos.
“En el caso de Trump, no obstante, creo que será alguien que lo apoye, pero hasta ahí. Con su política tan personalista, no elegirá a alguien que lo complemente, sino alguien que lo apoye y ya”.
Entre los que suenan como fórmula, está el senador Tim Scott, que también estuvo en la carrera republicana, pero que se retiró y anunció su apoyo al magnate.
Biden, por su parte, desde el principio anunció su aspiración a la reelección en compañía de Kamala Harris, su actual vicepresidenta.
De 59 años, afroamericana, con ascendencia india y una brillante carrera que la llevó a ser la primera mujer vicepresidenta en la historia del país: ¿por qué no es vista como buena opción para el mayor cargo en la Casa Blanca?
La pregunta cobra relevancia al tener en cuenta los factores que le juegan en contra a Biden, principalmente el de su edad. Harris, al ostentar el segundo cargo más importante de la nación (que también ocupó Biden antes de ascender a la presidencia), sería la natural sucesora; sin embargo, no parece así.
Mientras algunos señalan su falta de carisma, otros han apuntado que las tareas que le fueron asignadas han sido las más difíciles e impopulares, como el asunto migratorio.
Pero ¿quién más podría recibir la batuta? La respuesta, quizá, pueda percibirse en lo que señala Emma Shortis, en The Conversation, y es que escoger a alguien fuera de la fórmula original puede dar un mal mensaje: si escoges a alguien más, es porque las cosas no van bien y que la decisión de hace cuatro años estuvo mal. Y, en ese caso, ¿cómo lograr la confianza del electorado?
“En pocas palabras, si Biden no elige a Harris, no puede elegir a nadie más sin socavar catastróficamente su propia administración y autoridad”, señala Shortis.
5. Hay que estar preparados
El 6 de enero de 2021 partió la historia democrática de Estados Unidos en dos. Para Bohórquez-Keeney, el desafío a la institucionalidad que significó el asalto al Capitolio ese día da, por lo menos, algo para pensar.
Por supuesto, nadie tiene la bola de cristal, pero para el docente, con ese antecedente, además del historial de manipulaciones, fake news, y ahora con la inteligencia artificial en la ecuación, “lo sorpresivo sería que no haya sorpresas y que toda la campaña transcurra en calma”.
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