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Durante su visita a Guatemala, el mensaje de la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, para los migrantes fue claro: “no vengan. Si vienen a nuestra frontera serán devueltos”. Las palabras de Harris, quien se encuentra de gira por Latinoamérica buscando impulsar soluciones a la migración ilegal, como cooperación en el desarrollo económico de estos países y en la lucha contra la corrupción, retumbaron en foros públicos y medios, donde incluso se le comparó con el discurso xenófobo del expresidente Donald Trump.
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El “no vengan” ya es una constante en esta administración, que prometía ser más abierta a la migración. El presidente Joe Biden ya había enviado el mismo mensaje en marzo. Las condiciones entre Biden y Trump, por supuesto, son muy diferentes. Lo del demócrata se da en un contexto en el que no es seguro viajar debido a la emergencia sanitaria. Él ha sido enfático en este sentido, contrario al evidente desprecio que mostraba Trump por los migrantes centroamericanos. “No son personas, son animales”, dijo el republicano en 2018.
Aún así, las palabras de Harris son un recordatorio de que las cosas en materia de migración en EE. UU. no han cambiado mucho con la nueva administración.
Refugiados: Biden prometió en campaña aumentar el número de refugiados que recibía el país a 125.000. Un incremento alto, pues Trump fijó esta cifra en un mínimo histórico: 15.000. Ya en el poder, Biden cambió su promesa y la fijó a 62.500. Después la bajó más, a los mismos 15.000 que impuso Trump. La presión lo obligó en mayo a subirlo finalmente a 62.500. Debido a los constantes cambios se perdió tiempo valioso de trabajo. Él mismo admitió que no se logrará la meta de admisiones este año. Es un tema difícil en el que su Gobierno está trabajando. El plan de Biden aún está por debajo del que existía antes de Trump.
El muro: Biden detuvo la construcción del muro fronterizo de Trump en su primer día en la Oficina Oval. Esta suspensión continuaría hasta que se completara una revisión sobre la adquisición de tierras y los fondos que se usaron para la obra para saber qué hacer con esto. Si bien está suspendida, no se sabe qué hacer a falta de un veredicto legal. La construcción hoy está en el limbo, y genera problemas ambientales en la frontera, como la erosión de la tierra. Esto mientras jueces fronterizos continúan otorgando tierras para la construcción del muro. A Biden se le está haciendo tarde para derribar este lío que le dejó su predecesor.
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Detención de familias: Durante campaña, Biden aseguró que pondría fin a los Centros de Detención del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas. Ya en el poder, el presidente ha abierto instalaciones adicionales de este tipo, debido a la fuerte ola migratoria que se vivió en el primer trimestre. Por otro lado, el presidente prometió reunir a los niños separados de sus padres. Solo siete se han reunido con ellos desde que asumió el cargo. El grupo de trabajo que creó Biden para este propósito dijo que 2.127 niños están esperando su reunión.
Expulsiones. El presidente ha mantenido la política conocida como Título 42, la cual justifica las expulsiones de migrantes bajo el temor de la pandemia. La presión para retirar esta política ha aumentado en esta última semana.
Biden heredó un problema enorme en materia migratoria de Trump. Las políticas que adoptó el expresidente, aunque controlaron la crisis de momento, no ayudaron a resolver el problema de fondo. Ahora Biden trabaja en cuatro pilares: reforma migratoria legislativa, fortalecer comunidades, asegurar la frontera de manera sensata y enfocarse en las causas de la migración en Centroamérica. Para cumplir con todo esto necesita la ayuda del Congreso, en donde ha recibido duras críticas de su propio partido por considerarlo “muy moderado”.