Colombia y la independencia de Panamá: más allá del canal y del papel de EE. UU.

Liliana Fernández llegó a Colombia muchos años antes de ser la embajadora de Panamá. Estudió en la Universidad de los Andes, de Bogotá, y vivió de cerca los acontecimientos relacionados con el proceso constituyente de 1991, empezando por el movimiento de la Séptima Papeleta. Por eso tiene claras las fechas y los acontecimientos y sabe que el 6 de diciembre de 1989, mientras ella presentaba su examen final de macroeconomía, una bomba ordenada por Pablo Escobar estalló en el edificio del Departamento Administrativo de Seguridad, DAS.

Liliana Fernández llegó a Colombia muchos años antes de ser la embajadora de Panamá. Estudió en la Universidad de los Andes, de Bogotá, y vivió de cerca los acontecimientos relacionados con el proceso constituyente de 1991, empezando por el movimiento de la Séptima Papeleta. Por eso tiene claras las fechas y los acontecimientos y sabe que el 6 de diciembre de 1989, mientras ella presentaba su examen final de macroeconomía, una bomba ordenada por Pablo Escobar estalló en el edificio del Departamento Administrativo de Seguridad, DAS.

Más de tres décadas después, Fernández es la embajadora de su país en Colombia y dialoga con El Espectador sobre la historia común de los países, los más de 80 años en los que estuvieron juntos, las tres veces que Panamá se separó y la rápida consolidación de relaciones después de la independencia de 1903. Como buena panameña, reivindica el proceso de independencia como una acción deliberada de su país, más allá del papel jugado por Estados Unidos y de los intereses de la potencia hemisférica en la construcción del canal de Panamá.

Eso sí, pidió hablar de manera general sobre el tema y no hacer alusión alguna al desatino del canciller colombiano Álvaro Leyva, quien en abril pasado pretendió ser chistoso en una reunión oficial en Estados Unidos y se refirió a Panamá como un “departamento” de Colombia. “Esta reunión podría haber sido en el departamento de Panamá”, señaló Leyva en aquella oportunidad, suscitando la inmediata protesta de ese país (no departamento) por lo cual el funcionario colombiano tuvo que excusarse con su homóloga Janaina Tewaney Mencomo.

La canciller panameña calificó las declaraciones de Leyva como “poco amistosas” e “irrespetuosas” y él, en su carta de excusas, respondió que no había querido ofender al país vecino y que lo que dijo lo hizo por una “espontánea evocación sentimental de carácter personal a los tiempos en que nuestros dos pueblos constituían una misma patria”. Le salió mal el chascarrillo y en uno y otro lado de la frontera quedó la sensación de que (más allá de error del canciller colombiano) nos queda mucho por conocer acerca de ese noviembre de 1903, hace exactamente 120 años, en el que Panamá se independizó definitivamente de Colombia.

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Embajadora, cuando usted se vino a estudiar a Colombia su país era mucho más cosmopolita. ¿Cómo recuerda esa agitación estudiantil por la Séptima Papeleta y la Asamblea Nacional Constituyente de 1991?

Colombia estaba muy cerrada por su dinámica interna. En Panamá estábamos acostumbrados a la agitación, al libre comercio con el mundo. Para una niña de 17 años como yo era toda una experiencia ver que en muchos lugares de este país solo se conseguían artículos colombianos. Me tocó vivir ese proceso de una economía cerrada y luego la apertura, el cambio de modelo. Y, en medio de todo ese proceso, el protagonismo de una juventud vibrante. Fue un gran aprendizaje. No solo porque me gradué de economía, en 1992, y en ciencia política, en 1994.

¿Y qué tan diferente siente ahora a Colombia?

Es impresionante cómo ha cambiado este país. Colombia es pujante, crece, aprovecha las oportunidades en áreas como el desarrollo turístico y el comercio. Está viniendo gente de todas partes del mundo y eso antes no ocurría. Hay gran interés por Colombia en el exterior.

Y en Panamá también ha crecido el interés por Colombia.

Es que siempre lo ha habido. Somos muy parecidos a Colombia, al Caribe colombiano. La ciudad de Panamá, la más poblada de mi país, queda en el Pacífico, pero aun así nuestra cultura es muy caribeña, muy parecida a la Colombia del Caribe.

Me llama mucho la atención que, estando América Latina tan llena de guerras y de conflictos fronterizos, la historia de Panamá es de las menos violentas en la región, con todo y el tema de Estados Unidos y su injerencia en el canal y con el caso Noriega…

Somos un país pacífico, de negociadores. Panamá prefiere la negociación en vez del conflicto y así lo hemos visto a través de nuestra historia. Geográficamente somos Centroamérica, pero nuestra historia, desde antes de la conquista, es con Colombia, Venezuela, Ecuador. Así nos hemos planteado en el escenario internacional: caribeños, pacíficos y negociadores, con rol de mediadores.

Eso de pacíficos hace más curiosa la historia de Panamá, porque lo habitual en los procesos de independencia de América Latina frente a España fue el uso de las armas.

Eso es cierto, pero fíjate que nuestras separaciones se hicieron realmente sin guerra. Obviamente hubo presiones militares, pero nosotros nos independizamos de España dos años después que Colombia y tuvimos Grito de Independencia y, cumpliendo con el sueño de Simón Bolívar, nos unimos a la Gran Colombia. Y todo eso lo hicimos voluntariamente. Sabiendo que nuestros intereses eran diferentes, porque Panamá siempre fue lugar de paso del comercio internacional.

¿Y por qué lo pensaron tanto para independizarse de España?

Por la relación comercial que Panamá tenía con Europa. Teníamos que entender bien cómo iba a ser esa independencia, cómo nos iba a afectar. Después de muchas conversaciones y de análisis, porque Perú también fue una opción, nos adherimos a la Gran Colombia.

Desde que Panamá se independizó de España quedó claro que Francisco Miranda y Simón Bolívar le tenían el ojo puesto a su país.

Bolívar nos ofreció la capital de la Nueva Granada. Esos son temas muy interesantes en las tertulias entre historiadores panameños y colombianos. De vez en cuando surgen preguntas como: ¿Qué hubiera sido si se honra esa idea de Bolívar de convertir a Panamá en la capital? ¿Qué tan diferente habría sido la historia? ¿Si no nos hubiéramos separado de Colombia hubiera habido canal? Son preguntas entre historiadores. Lo que sí te digo es que hoy la relación entre Colombia y Panamá es bastante estrecha.

Colombia tiene la mayor población extranjera de Panamá. Tenemos muchas similitudes, pero también deferencias. Como los hermanos, que no son iguales, pero son familia. Tenemos etnias indígenas compartidas, territorios compartidos, y responsabilidades compartidas, como la de proteger el parque natural el Darién.

Colombia es un mercado muy grande, Panamá no. Pero Panamá está volcado al sector internacional y ofrece oportunidades como la estabilidad de una economía dolarizada y de unas instituciones muy fuertes. Podemos servir como puente para su comercio con el resto del mundo. Esas ventajas comparativas y esas diferencias hacen posible una sinergia entre ambos países y la debemos aprovechar.

Adhirieron al proyecto bolivariano, pero muy rápidamente se querían separar de él.

Nosotros nos adherimos a Colombia en 1821, y en 1830 estábamos intentando separarnos, porque entendíamos que los intereses eran muy diferentes y la comunicación con la capital, con Bogotá, era muy compleja. Tuvimos varios intentos de separación y varias separaciones. Lo que pasa es que después de separarnos volvíamos a conversar con Colombia cuando sentíamos que las condiciones habían cambiado y que con ello tendríamos ciertas autonomías que considerábamos necesarias para Panamá. Por ejemplo, volvimos a Colombia cuando llegó el federalismo, pero las cosas tampoco funcionaron.

En los 82 años que fuimos parte de Colombia nos separamos tres veces y la de 1903 fue la definitiva. Eso lo que muestra es que sabíamos nuestro camino, muy diferente al del gobierno centralizado de Bogotá.

La que les gustaba a los panameños era la Constitución de Rionegro, la federalista, que fue promulgada hace 160 años.

Es que tenemos mucha historia compartida. Piensa también en la Constitución de 1821, la de Cúcuta. La firmamos porque ya estábamos en conversaciones para ser parte de la Gran Colombia. Qué casualidad, por invitación del presidente Iván Duque participé en la celebración de los 200 años de esa constitución, celebrados el año antepasado. Tenemos una historia común, próceres comunes, familias, idiosincrasia, cultura, todo. García Márquez quería mucho a Panamá. Por donde le mires hay semejanzas. Hasta en los tamales, carimañolas y el chontaduro, que en Panamá se llama pixbae. Claro, hay que resaltar también las diferencias, porque nos ayudan a buscar oportunidades.

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Mucho antes de tener canal, por allá estaba el paso de mulas que conectaba al mundo.

Lo hicieron en la época de la colonia española. Era el camino de mulas o el Camino de Cruces. Por ahí pasaba el oro que venía del Perú o del Pacífico. Llegaba en barcos, pasaba al Caribe panameño, a lomo de mula, y llegaba a Portobelo, la ciudad de la feria y del gran intercambio entre Europa y América. Después, cuando fuimos parte de Colombia, se construyó el ferrocarril.

Poco se habla también sobre ese antecedente: el del ferrocarril.

En los libros de historia de Panamá aparece, pero acá no. Ese ferrocarril fue muy importante y está paralelo al Camino de Cruces. Fue construido por los norteamericanos cuando éramos parte de Colombia. Y eso nos demuestra que no es que Norteamérica y los países europeos no fueran parte de las historias de América Latina. Todos estaban ahí. Unos más involucrados que otros, pero todos.

Para la construcción de ese ferrocarril trajeron mano de obra de la que estaba construyendo los ferrocarriles en Estados Unidos, que en gran parte era china. Desde ese entonces la población panameña está muy entrelazada con esa migración china y, orgullosamente, tenemos una relación muy estrecha con esa importante migración en mi país.

Y luego vienen los primeros intentos para hace el canal, por iniciativa francesa.

Años después de la construcción del ferrocarril, Francia le propuso a Colombia construir el canal por Panamá y a través de la compañía francesa que venía de hacer el Canal de Suez. Ese proyecto era un canal a nivel, como el del Suez, pero la idea fracasó porque la geografía de Panamá resultó muy diferente a lo que ellos imaginaban. Fue un fracaso doloroso y, además, murió mucha gente por enfermedad tropical.

Los norteamericanos sabían que lo que se tenía que hacer era un canal con esclusas, pero los franceses no querían dejar el proyecto y seguían emitiendo bonos para vender en Europa, sabiendo que estaban fracasando. Hubo cuestionamientos al proyecto, que a Colombia no le interesaba mucho, porque Panamá era un territorio alejado del centro de Colombia.

¿Y cuál fue la real incidencia de la Guerra de los mil días en esa independencia definitiva de Panamá?

Colombia estaba pasando por la Guerra de los Mil Días y nosotros insistíamos con el tema del canal. Bogotá nos cobraba impuestos y nos pedía hombres para pelear en una guerra que nosotros realmente no veíamos que era de nosotros.

Seguíamos buscando nuestra oportunidad para ejercer como eje del comercio mundial y hubo conversaciones entre Estados Unidos y los concesionarios del proyecto del canal francés. Se le planteó a Colombia, pero estaba ocupada en su guerra. Entonces empezamos a conversar directamente con Estados Unidos. La independencia se venía trabajando y se pudo lograr porque alguien nos ofreció apoyo en la construcción del canal.

Otra separación sin guerra.

Sin derramamiento de sangre. Fue negociada. Con una influencia de Estados Unidos, porque ellos iban a construir el canal, pero no era nada anormal que hubiera terceros interesados en el canal. Igual que ocurre hoy en día: las empresas constructoras que se ganan los grandes proyectos pueden ser de afuera. El metro de Bogotá lo está haciendo una empresa china; las carreteras las están construyendo empresas españolas; el dragado lo hace Bélgica.

¿Cómo les cuentan a ustedes en las escuelas la historia de 1903 sobre la separación de Panamá?

Tal como te la estoy narrando. Estamos muy orgullosos de saber que nuestra historia se haya desarrollado de esa manera. Muestra la racionalidad del panameño, de entender qué es lo que necesita y de buscar una manera de lograrlo sin violencia. Obviamente, las relaciones con Estados Unidos han sido como las del resto de América Latina, con sus altos y bajos. Y la historia compartida de 82 años con Colombia también tuvo sus ires y venires, pero todo eso nos fortalece como panameños.

¿Por eso no les gusta cuando alguien dice que los norteamericanos se robaron a Panamá?

Es que eso es desconocer lo que nosotros negociamos con Estados Unidos para cumplir lo que queríamos hacer, que era el canal. Y, efectivamente, tuvimos esta fuerza en Panamá, pero tuvimos la capacidad de cambiar. Así como cambiamos nuestra relación al independizarnos de España, así como lo hicimos también con Colombia, lo hicimos nuevamente en 1977 con los tratados Torrijos-Carter para cambiar nuestra relación con Estados Unidos. Cada etapa nos ha fortalecido y estamos orgullosos de nuestra historia en cada etapa.

¿Y cómo recuerdan en Panamá esa época en la que eran un solo país con la Colombia conservadora, de guerras permanentes y de incumplimientos al istmo?

Fue parte de la de la crianza que nos ayudó a llegar donde estamos. Son ya 120 años de independencia y los recordamos sin reproche, ni dolor, sino como otro suceso más que nos convirtió en lo que somos hoy día. Lo que me gusta decir es que hace 120 años, en 1903, empezamos la construcción de la relación que tenemos hoy. Nuestra historia con Colombia no es la misma que la que tenemos con los demás países latinoamericanos. Siempre estaremos unidos.

¿Y fue muy complejo el reconocimiento de esa independencia por parte de Colombia?

Hablando de los 120 años de aniversario que estamos cumpliendo como independientes de Colombia, vale la pena también recordar que el próximo año cumplimos 100 años de relaciones diplomáticas y eso hay que celebrarlo con bombos y platillos. Y nosotros estamos haciendo varias actividades desde la embajada: académicas, culturales, gastronómicas. Estamos trabajando con universidades, con la Cancillería colombiana, para celebrar este gran acontecimiento que es el centenario de relaciones diplomáticas.

¿Y en materia de reconocimiento de fronteras también fue rápida la discusión?

Es que la relación de Colombia con Panamá siempre ha sido muy importante y cordial. Volviendo a los hechos de 1977, a los tratados Torrijos – Carter, si no fuera por el apoyo de países como Colombia, que apoyaron de una vez ese tratado, tal vez las cosas hubieran sido diferentes para nosotros. El presidente colombiano Alfonso López Michelsen apoyó de inmediato a Panamá en esa gesta de cumplir con los tratados Torrijos - Carter. Eso nos ayudó en materia de reconocimiento internacional.

¿Y cómo fueron esos primeros momentos de relación de Panamá con Estados Unidos y la construcción del canal tras la independencia definitiva de Colombia?

Hicimos un convenio monetario con Estados Unidos, en 1903, que permitía el uso del dólar como moneda legal en Panamá para facilitar la relación con ese país y con los trabajadores del canal. Y se acordó con Estados Unidos que se les permitían unas tierras alrededor del canal para la protección de la obra con bases militares. Había bases militares y bases civiles. En 1977 el General Torrijos firmó un acuerdo con Estados Unidos para que esas tierras y el Canal de Panamá pasaran a manos panameñas. Y eso se hizo también sin derramamiento de sangre, conversado, negociado.

Ese tratado de 1977 decía que el último norteamericano se tenía que ir a las 12 del día del 31 de diciembre de 1999 y así ocurrió. Fue otro paso para proyectarnos como el país que siempre hemos tenido que ser, el del rol protagónico para el comercio mundial. Y desde entonces dimos los primeros pasos para seguir mejorando el servicio del canal porque, cuando estaba bajo la administración de EE. UU., el canal era manejado hacia la estrategia de Estados Unidos.

¿Y hoy, hacia la estrategia de qué país es manejado?

Hoy lo manejamos como una estrategia para el comercio mundial. Ahí no hay estrategias geopolíticas, sino de comercio internacional. El canal es mucho más eficiente ahora. Produce más que cuando estaba en manos norteamericanas. Y Panamá empezó a tener un crecimiento en turismo y un reconocimiento internacional. Además, tenemos el sistema portuario más importante en la región, que sirve también para ese movimiento de mercancías alrededor del mundo. Esos puertos sirven no solo para alimentar a Panamá, sino al resto de los puertos de la región y para conectar al Pacífico de Asia con Estados Unidos y con el sur de América. Tenemos el registro buques más grande del mundo y los armadores no son panameños, son internacionales.

Y tenemos nuestro hub aéreo. Copa es una aerolínea que conecta a toda la región, desde Argentina hasta Estados Unidos, y a la región con el mundo. Somos un país al servicio de todos.

No fueron capital de Colombia, pero fíjese que tienen ferrocarril y metro, cosa que no ocurre 120 años después en la capital de Colombia.

La verdad es que ya vamos por la tercera línea del metro. Va a ser espectacular, pasará por debajo del canal de Panamá. Estamos en la elaboración de ese proyecto, porque Panamá está creciendo. Las oficinas regionales de ONU están en Panamá, hay muchas ONG, sedes de multinacionales y ahora tenemos la Ciudad Saber. Por eso es clave contar con un metro moderno, que ha facilitado la expansión de las ciudades. Estamos mirando las posibilidades de conectar aún más los barrios que están en la periferia. Y sí, ahora que lo preguntas, y sin meterme en temas internos de Colombia, creo que a una ciudad tan grande y diversa como Bogotá le hace falta el metro.

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Y después, en los años 80 del siglo XX ya Panamá era protagonista internacional con el Grupo de Contadora.

¿Y qué era el Grupo de Contadora?: una iniciativa para sentarse a conversar acerca de la paz en la región. Por eso digo que Panamá tiene esa esa vocación del diálogo.

Si a eso vamos, hasta el sombrero panameño se parece a algunos sombreros colombianos…

Y fíjate la curiosidad. El “Panama hat” se llama así porque el presidente Roosevelt lo usaba mucho cuando viajaba a verificar cómo iba la construcción del canal, pero es un sombrero hecho con palma ecuatoriana.

Esa sí está más chistosa que la historia del Festival en Guararé.

Por supuesto. Guararé es una ciudad en Panamá. Yo no quiero meterme en líos con algún historiador musical, pero creemos que el colombiano Alfredo Gutiérrez debió participar en alguna edición del Festival y de ahí viene esa canción. En Panamá le decimos coloquialmente el Festival de La Mejorana, en vez del Festival de Guararé. Pero sé que Alfredo Gutiérrez grabó la canción, que es muy popular en Colombia y en Panamá. Y por ese camino encontrarás muchas más cosas en común. Nuestra música típica es con acordeón. Te digo otra: la cumbia y los pasillos colombianos tienen equivalentes muy parecidos en Panamá.

¿Qué pasó en Panamá desde que Estados Unidos salió del canal? ¿Y qué pasó con todas esas tierras que ocupa Estados Unidos mientras administró el canal en Panamá?

A partir de los acuerdos de 1977 ellos se van retirando poco a poco. Se van cerrando las bases militares, las bases civiles y fueron dejando esa infraestructura y mucha tierra. No olvides que eran diez kilómetros de área de protección del canal.

Panamá organizó una agencia, una autoridad para el manejo de estas tierras y eso es otra cosa que tenemos para mostrar al mundo. Panamá ha manejado esa infraestructura de manera eficiente, sin perder posibilidades de uso.

Hay un proyecto muy importante que se llama “Panamá pacífico”. Hay zona franca, oficinas, vivienda y se ha desarrollado un proyecto hermosísimo. También hay hotelería. La Escuela las Américas, que tenían los norteamericanos y que era una escuela pesada para nuestra región, hoy día es un hotel en las aguas del canal.

¿Cómo así, la misma escuela donde se formaron los dictadores de la región y militares como Pinochet y hasta el colombiano Rito Alejo del Río es un hotel?

Así es. Eran bases militares que estaban para otro tipo de usos y ahora tenemos por allá proyectos como Ciudad del saber. Mira, Ciudad del saber está en donde quedaba la base militar Clayton, frente a las esclusas de Miraflores, que era la que protegía el canal.

Uno de los temores de algunas personas era que al irse los norteamericanos se perdiera la transferencia de conocimiento y resulta que hoy esta base militar es centro del conocimiento. Y esos edificios donde se organizaban las estructuras militares que tenemos en Panamá hoy acogen oficinas de innovación, startups, universidades y en todas ellas hay muchísimos colombianos muy preparados, trabajando y formándose para un bienestar común.

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