Cómo Facebook casi provoca una guerra civil
Documentos de Facebook, revelados por una de sus exempleadas, confirman lo que muchos sospechaban: el algoritmo de la plataforma favorece el odio para crecer. La red social agrupó a los seguidores de Trump y alimentó sus ganas de violencia.
La llave para desenmascarar el papel de Facebook en la toma del Capitolio de Estados Unidos, el pasado 6 de enero, la tenía bien guardada Carol Smith desde hace unos años. Ella es una mujer cristiana que se describe a sí misma como conservadora. Vive en Wilmington, Carolina del Norte, y su principal interés es la crianza de sus hijos. Luce como una ciudadana normal, nada del otro mundo.
En 2019, un año antes de las elecciones presidenciales en su país, Carol Smith decidió abrir un perfil en Facebook, la red social que domina internet, como muchos de nosotros lo hemos hecho en algún punto de nuestras vidas. Allí dejó una breve descripción de ella y siguió las cuentas de dos marcas de su agrado: Donald Trump y Fox News. No pasaron cinco días antes de que Facebook comenzara a sugerirle a Smith que se uniera a los movimientos de conspiración como QAnon.
Smith, que no había dado señales de querer estas teorías en su vida -apenas si había dicho que era cristiana, amaba sus hijos y le gustaba Trump- rechazó las invitaciones en un inicio, pero Facebook era muy insistente con ella. Volvía a mostrárselas hasta que las siguiera. Así fue como esta mujer quedó atrapada en un mar de conspiraciones, opiniones extremistas, discursos del odio y noticias falsas. Y aunque ella es la clave para entender lo que ocurrió en el Capitolio, afortunadamente no participó de la violenta insurrección de enero. No podía hacerlo después de todo, pues Smith no existe en la vida real.
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En 2019, un investigador de la experiencia en Facebook realizó un ejercicio para analizar cómo funcionaba el algoritmo de la red social y decidió crear a Carol Smith, un perfil falso de una mujer que no decía mucho de sí misma y que parecía una ciudadana común y corriente ante la red. Lo que encontró el investigador fue que el algoritmo favorece las teorías de conspiración y las noticias falsas que conducen a la radicalización de los usuarios. Pese a la poca información que entregó, la plataforma priorizaba este tipo de contenido considerando que se alineaba con el perfil de Smith. Eso lo tienen muy claro los empleados de Facebook también.
Hasta ahora, Facebook ha hecho hincapié en que su plataforma no tuvo nada que ver con el asalto al Capitolio de Estados Unidos. Pero los miles de documentos internos que Frances Haugen, exgerente de producto de la compañía, le entregó a la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos para destapar las oscuras maniobras de la plataforma, demuestran todo lo contrario. Dentro de los bautizados Papeles de Facebook se encontraba el informe sobre Carol Smith.
La red social, como sugieren los papeles, no solo sirvió como una herramienta para que los seguidores del expresidente Trump se organizaran para un ataque violento desde diferentes zonas del país, sino que por años alimentó la violencia dentro de estos al amplificar las noticias falsas y opiniones extremistas y discriminatorias que solía difundir el exmandatario. No solo eso: también les quitó las barreras a las teorías de conspiración para que circularan libremente.
“No solo no hacemos algo acerca de la desinformación combustible de las elecciones en los comentarios, sino que los amplificamos y les damos una distribución más amplia”, escribió un empleado de Facebook en una sala de discusión interna.
Según los documentos de Haugen, quien rindió testimonio ante el Parlamento británico el lunes, y a partir de las entrevistas de otros exempleados de la compañía, Facebook conoce muy bien los peligros que representa la difusión de información falsa para los usuarios. Hay informes internos que demuestran que, por ejemplo, la aplicación Instagram hizo que el 32 % de los adolescentes se sintieran peor con sus cuerpos. Sin embargo, los ejecutivos han querido hacerse los de la vista gorda ante estos reportes y, peor aún, han tratado de disuadir a los empleados que quieren cambiar las cosas.
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Para hacerles frente a las quejas por el aumento de la desinformación y los discursos de odio en su plataforma, Facebook creó un grupo de “Integridad cívica”, que buscaba rutas para luchar contra el contenido peligroso para los usuarios. Sus integrantes eran experimentados empleados que reconocían la magnitud del problema y que hicieron un juramento formal en el que prometían servir a los intereses de la gente antes de los de la compañía. Pero cuando los ejecutivos de esta vieron que dicho equipo de verdad antepuso a las personas antes que el crecimiento de Facebook, lo desmantelaron.
La desmantelación del grupo de “Integridad cívica”, del cual era parte Haugen, se dio pocas semanas después de las elecciones generales de EE. UU. de 2020. Paralelo a esto, Facebook se apresuró a levantar las medidas sugeridas por este equipo que ayudaban a suprimir la información falsa que circulaba en la red antes y durante las elecciones. Esto incidió en que durante las semanas previas al asalto circulara una gran cantidad de teorías de conspiración en la plataforma sin ningún control, lo que contribuyó a la polarización política y alimentó las intenciones de los seguidores de Trump de hacer cualquier cosa para instalar a su líder en el poder. Y sin el equipo que tenía más conocimiento sobre cómo hacer frente a estas circunstancias, la plataforma perdió todas las herramientas para mantener el control el 6 de enero, día del asalto.
Así que Facebook no solo creó un problema, sino que hizo de todo para evitar la solución a este. Los días posteriores al asalto al Capitolio, la directora de operaciones de Facebook, Sheryl Sandberg, apareció en varios eventos para declarar que la compañía no tenía responsabilidad de lo que había pasado y que la organización de los participantes de la toma se dio en plataformas que no cuentan con la capacidad de Facebook para detener la campaña de odio. En el interior de Facebook, muchos empleados que sabían el verdadero rol de la plataforma en el intento de golpe, incluyendo a Haguen, reaccionaron con furia al anuncio y renunciaron. Hubo una ola de renuncias y algunos de estos exempleados han comenzado a testificar.
El Comité Selecto del 6 de enero, que examina lo ocurrido en aquella jornada, recibirá pronto el paquete con documentos para investigar de fondo el rol de Facebook en la insurrección. Hay muchas preguntas que quedan sobre aquella trágica tarde de enero, como cuál fue la verdadera respuesta de los asesores del gobierno Trump ante la insurrección o la financiación de las personas que viajaron desde varios estados hasta Washington para participar de los disturbios.
El panorama para estas no es positivo. El Partido Republicano quiere pasar la página y sepultar la investigación para siempre. Hay todo un entramado para dilatar la pesquisa. Steve Bannon, uno de los estrategas más cercanos a Trump, se negó a comparecer ante el Comité, por lo que fue declarado en desacato. Ahora enfrenta un largo proceso en el Departamento de Justicia, que podría durar años y no conducir a nada. Más increíble resulta que el Comité no podía encontrar un asesor de Trump para entregar físicamente una citación para comparecer. A esto se suman las demandas de Trump al Comité para que oculten los documentos sobre el asalto al Capitolio. ¿Para qué tantas trabas? El próximo año hay elecciones de medio término, y si los republicanos regresan al poder en la Cámara de Representantes, el Comité quedaría sin facultades para operar. La dilatación le conviene a Trump.
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Pero una pregunta ya no quedará sin respuesta: ¿es Facebook uno de los responsables del asalto al Capitolio y la radicalización? Las pruebas señalan que sí, pero no solo hay que fijarse en el pasado. El testimonio que dio Haugen el lunes, resaltando que Facebook está empeorando el odio, advierte que hay que ponerles atención a los países donde no se habla inglés, pues la compañía no hace inversiones en la seguridad digital en estas naciones, pese a que Facebook dice lo contrario. En India, dicen los documentos, la plataforma se usa para difundir el odio entre religiones.
“Estos documentos confirman efectivamente lo que los investigadores externos estaban diciendo durante años, que a menudo fue descartado por Facebook”, señaló Renée DiResta, gerente de investigación técnica en el Observatorio de Internet de Stanford. Facebook es una amenaza para la sociedad.
La llave para desenmascarar el papel de Facebook en la toma del Capitolio de Estados Unidos, el pasado 6 de enero, la tenía bien guardada Carol Smith desde hace unos años. Ella es una mujer cristiana que se describe a sí misma como conservadora. Vive en Wilmington, Carolina del Norte, y su principal interés es la crianza de sus hijos. Luce como una ciudadana normal, nada del otro mundo.
En 2019, un año antes de las elecciones presidenciales en su país, Carol Smith decidió abrir un perfil en Facebook, la red social que domina internet, como muchos de nosotros lo hemos hecho en algún punto de nuestras vidas. Allí dejó una breve descripción de ella y siguió las cuentas de dos marcas de su agrado: Donald Trump y Fox News. No pasaron cinco días antes de que Facebook comenzara a sugerirle a Smith que se uniera a los movimientos de conspiración como QAnon.
Smith, que no había dado señales de querer estas teorías en su vida -apenas si había dicho que era cristiana, amaba sus hijos y le gustaba Trump- rechazó las invitaciones en un inicio, pero Facebook era muy insistente con ella. Volvía a mostrárselas hasta que las siguiera. Así fue como esta mujer quedó atrapada en un mar de conspiraciones, opiniones extremistas, discursos del odio y noticias falsas. Y aunque ella es la clave para entender lo que ocurrió en el Capitolio, afortunadamente no participó de la violenta insurrección de enero. No podía hacerlo después de todo, pues Smith no existe en la vida real.
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En 2019, un investigador de la experiencia en Facebook realizó un ejercicio para analizar cómo funcionaba el algoritmo de la red social y decidió crear a Carol Smith, un perfil falso de una mujer que no decía mucho de sí misma y que parecía una ciudadana común y corriente ante la red. Lo que encontró el investigador fue que el algoritmo favorece las teorías de conspiración y las noticias falsas que conducen a la radicalización de los usuarios. Pese a la poca información que entregó, la plataforma priorizaba este tipo de contenido considerando que se alineaba con el perfil de Smith. Eso lo tienen muy claro los empleados de Facebook también.
Hasta ahora, Facebook ha hecho hincapié en que su plataforma no tuvo nada que ver con el asalto al Capitolio de Estados Unidos. Pero los miles de documentos internos que Frances Haugen, exgerente de producto de la compañía, le entregó a la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos para destapar las oscuras maniobras de la plataforma, demuestran todo lo contrario. Dentro de los bautizados Papeles de Facebook se encontraba el informe sobre Carol Smith.
La red social, como sugieren los papeles, no solo sirvió como una herramienta para que los seguidores del expresidente Trump se organizaran para un ataque violento desde diferentes zonas del país, sino que por años alimentó la violencia dentro de estos al amplificar las noticias falsas y opiniones extremistas y discriminatorias que solía difundir el exmandatario. No solo eso: también les quitó las barreras a las teorías de conspiración para que circularan libremente.
“No solo no hacemos algo acerca de la desinformación combustible de las elecciones en los comentarios, sino que los amplificamos y les damos una distribución más amplia”, escribió un empleado de Facebook en una sala de discusión interna.
Según los documentos de Haugen, quien rindió testimonio ante el Parlamento británico el lunes, y a partir de las entrevistas de otros exempleados de la compañía, Facebook conoce muy bien los peligros que representa la difusión de información falsa para los usuarios. Hay informes internos que demuestran que, por ejemplo, la aplicación Instagram hizo que el 32 % de los adolescentes se sintieran peor con sus cuerpos. Sin embargo, los ejecutivos han querido hacerse los de la vista gorda ante estos reportes y, peor aún, han tratado de disuadir a los empleados que quieren cambiar las cosas.
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Para hacerles frente a las quejas por el aumento de la desinformación y los discursos de odio en su plataforma, Facebook creó un grupo de “Integridad cívica”, que buscaba rutas para luchar contra el contenido peligroso para los usuarios. Sus integrantes eran experimentados empleados que reconocían la magnitud del problema y que hicieron un juramento formal en el que prometían servir a los intereses de la gente antes de los de la compañía. Pero cuando los ejecutivos de esta vieron que dicho equipo de verdad antepuso a las personas antes que el crecimiento de Facebook, lo desmantelaron.
La desmantelación del grupo de “Integridad cívica”, del cual era parte Haugen, se dio pocas semanas después de las elecciones generales de EE. UU. de 2020. Paralelo a esto, Facebook se apresuró a levantar las medidas sugeridas por este equipo que ayudaban a suprimir la información falsa que circulaba en la red antes y durante las elecciones. Esto incidió en que durante las semanas previas al asalto circulara una gran cantidad de teorías de conspiración en la plataforma sin ningún control, lo que contribuyó a la polarización política y alimentó las intenciones de los seguidores de Trump de hacer cualquier cosa para instalar a su líder en el poder. Y sin el equipo que tenía más conocimiento sobre cómo hacer frente a estas circunstancias, la plataforma perdió todas las herramientas para mantener el control el 6 de enero, día del asalto.
Así que Facebook no solo creó un problema, sino que hizo de todo para evitar la solución a este. Los días posteriores al asalto al Capitolio, la directora de operaciones de Facebook, Sheryl Sandberg, apareció en varios eventos para declarar que la compañía no tenía responsabilidad de lo que había pasado y que la organización de los participantes de la toma se dio en plataformas que no cuentan con la capacidad de Facebook para detener la campaña de odio. En el interior de Facebook, muchos empleados que sabían el verdadero rol de la plataforma en el intento de golpe, incluyendo a Haguen, reaccionaron con furia al anuncio y renunciaron. Hubo una ola de renuncias y algunos de estos exempleados han comenzado a testificar.
El Comité Selecto del 6 de enero, que examina lo ocurrido en aquella jornada, recibirá pronto el paquete con documentos para investigar de fondo el rol de Facebook en la insurrección. Hay muchas preguntas que quedan sobre aquella trágica tarde de enero, como cuál fue la verdadera respuesta de los asesores del gobierno Trump ante la insurrección o la financiación de las personas que viajaron desde varios estados hasta Washington para participar de los disturbios.
El panorama para estas no es positivo. El Partido Republicano quiere pasar la página y sepultar la investigación para siempre. Hay todo un entramado para dilatar la pesquisa. Steve Bannon, uno de los estrategas más cercanos a Trump, se negó a comparecer ante el Comité, por lo que fue declarado en desacato. Ahora enfrenta un largo proceso en el Departamento de Justicia, que podría durar años y no conducir a nada. Más increíble resulta que el Comité no podía encontrar un asesor de Trump para entregar físicamente una citación para comparecer. A esto se suman las demandas de Trump al Comité para que oculten los documentos sobre el asalto al Capitolio. ¿Para qué tantas trabas? El próximo año hay elecciones de medio término, y si los republicanos regresan al poder en la Cámara de Representantes, el Comité quedaría sin facultades para operar. La dilatación le conviene a Trump.
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Pero una pregunta ya no quedará sin respuesta: ¿es Facebook uno de los responsables del asalto al Capitolio y la radicalización? Las pruebas señalan que sí, pero no solo hay que fijarse en el pasado. El testimonio que dio Haugen el lunes, resaltando que Facebook está empeorando el odio, advierte que hay que ponerles atención a los países donde no se habla inglés, pues la compañía no hace inversiones en la seguridad digital en estas naciones, pese a que Facebook dice lo contrario. En India, dicen los documentos, la plataforma se usa para difundir el odio entre religiones.
“Estos documentos confirman efectivamente lo que los investigadores externos estaban diciendo durante años, que a menudo fue descartado por Facebook”, señaló Renée DiResta, gerente de investigación técnica en el Observatorio de Internet de Stanford. Facebook es una amenaza para la sociedad.