Así será el día uno de la presidencia Trump: ¿qué implementará?
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca promete ser un torbellino de cambios, con un enfoque en desmantelar el legado de Biden desde el primer día. Con una visión de gobierno más radical y guiado por su experiencia, Trump buscará desafiar la burocracia, endurecer la política migratoria, y adoptar una agenda conservadora sin precedentes, que algunos ven como un paso hacia un Estados Unidos más autoritario.
Camilo Gómez Forero
El primer día en la Oficina Oval suele ser uno de los más agitados de la presidencia. En sus primeras 24 horas, el mandatario saliente, Joe Biden, firmó 17 órdenes ejecutivas para revertir las acciones que había dejado su entonces predecesor, Donald Trump, entre las que estaban la reincorporación al Acuerdo de París, por ejemplo. Con este precedente, se espera que el regreso del republicano a la Casa Blanca vaya en la misma línea: firmar acciones para revertir el legado de Biden. Esta tendencia de destruir lo de administraciones anteriores y volver a construir sobre las ruinas.
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El primer día en la Oficina Oval suele ser uno de los más agitados de la presidencia. En sus primeras 24 horas, el mandatario saliente, Joe Biden, firmó 17 órdenes ejecutivas para revertir las acciones que había dejado su entonces predecesor, Donald Trump, entre las que estaban la reincorporación al Acuerdo de París, por ejemplo. Con este precedente, se espera que el regreso del republicano a la Casa Blanca vaya en la misma línea: firmar acciones para revertir el legado de Biden. Esta tendencia de destruir lo de administraciones anteriores y volver a construir sobre las ruinas.
“Los Estados deben ser coherentes en el tipo de política que adoptan, la firma de una acción y la revocación de otra no demuestran eso. Además, puede tener costos asociados para las empresas. Ha habido inversiones que se hacen para la transición energética, para comprar y renovar equipos, etc. Entonces revocar todo eso es problemático. Pero técnicamente lo pueden hacer. A eso están acostumbrados. De hecho, también pasa acá con los decretos. Creo que la imposición de tasas o impuestos a importaciones van a ser tenidas en cuenta”, señala Rafael Piñeros, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Externado.
En un plano general, no solo el primer día, sino los primeros 100 días del segundo gobierno de Donald Trump se anticipan aún más agitados que el mismo período de su primer gobierno. El 20 de enero de 2017, con apenas horas en la Oficina Oval, el republicano firmó una orden ejecutiva que le solicitaba a las agencias del estado para ir revocando de a pocos el proyecto emblema de su predecesor, Barack Obama: Ley de Atención Médica Asequible.
En los días siguientes, Trump firmó ordenes ejecutivas para restringir viajes y aumentar deportaciones, así como los planes para la construcción de un muro fronterizo, así como varias acciones en materia económica, como la suspensión de la reducción de las tasas de las primas del seguro hipotecario de vivienda federal con la que Obama había reducido los costos para los compradores de vivienda por primera vez. Además, ordenó acelerar los permisos medioambientales para proyectos de infraestructura, anuló muchas regulaciones de la era Obama destinadas para reducir el volumen de emisiones de gases de efecto invernadero y despejar el camino para la aprobación gubernamental de dos nuevos oleoductos.
En síntesis, estos cuatro ejes (salud, migración, economía y cambio climático), marcaron la agenda de esos primeros 100 días, y ocuparán la agenda del inicio del próximo gobierno. La gran diferencia, explicó Alejandro Bohórquez-Keeney, es que en ese entonces Trump se encontraba aprendiendo cómo funcionaba el gobierno y se encontró con muchas barreras burocráticas que no le permitían ejecutar sus planes a la velocidad que él esperaba. No solo se trata de las barreras del Legislativo que sirven como contrapeso al Ejecutivo, sino de toda la infraestructura que compone al Ejecutivo en su interior.
El Estado profundo “deep state”, es un término controvertido en los últimos años, pues Trump suele asociarlo a una teoría de conspiración que sugiere que hay un grupo dentro del Gobierno que conspira en secreto para llevar los hilos del estado. La gran mayoría de sus seguidores cree en esta teoría, según YouGov. El Estado profundo, sin embargo, también suele referirse a otra cosa, que en realidad sí existe: la burocracia, los empleados de carrera y las instituciones gubernamentales que influyen en la implementación de las políticas.
No es un grupo donde reina el amiguismo, como trata de hacer ver Trump, sino un gran ejército de profesionales que desde sus áreas estudian las políticas del presidente para que se implementen de la mejor manera posible para la población. Trump ha considerado que este grupo de profesionales trabaja en su contra, imponiendo barreras para ejecutar sus planes, y por eso quiere desaparecerlo para su segundo término.
Por eso, en su primer día, Trump tratará de reimponer su “Anexo F”, una de las últimas órdenes ejecutivas que firmó como presidente, en octubre de 2020, y que modificaba el sistema de empleados federales en Estados Unidos. Su propósito era reclasificar a ciertos empleados del gobierno como “de libre remoción,” lo que significaba que podían ser despedidos más fácilmente y sin las protecciones habituales de los funcionarios de carrera.
“Hacerlo allanaría el camino para que los empleados del servicio civil federal sean reemplazados por otros, incluidos partidarios políticos más interesados en llevar a cabo sus políticas. Los opositores lo ven como un esfuerzo por debilitar las barreras destinadas a garantizar una burocracia no partidista”, señaló Franko Ordoñez de la NPR.
Es muy importante entender esto antes de hablar de los ejes que marcará la agenda de Trump desde el primer día: ya no es un novato en la Oficina Oval y reconoce cuáles son los vacíos que hay y a dónde debe apuntar para conseguir lo que quiere de manera rápida. Derrumbando esta barrera, y entendiendo que el Legislativo estará de su lado también si se cumplen las últimas proyecciones de los medios estadounidenses con la Cámara de Representantes, el poder que tendrá el republicano será muchísimo más grande que en su primer gobierno.
“La burocracia era el último resorte, si se quiere. Vamos a medir realmente qué propone en ese sentido. Elon Musk, en teoría, debería jugar un rol allí. No sé si una reducción masiva, una simplificación, una reducción de funciones. Quería acabar hasta con el Departamento de Educación. Puede ser desde una locura hasta una cosa mínima, pero que la venda como algo importante y trascendental. Cuando le metió la mano y despidió a más de 50 diplomáticos y embajadores en el Departamento de Estado, no hay evidencia que eso haya generado una mejor política exterior, así que…. es preocupante”, expresa Piñeros.
Ahora sí, pasando a su agenda, las promesas que mantiene marcan los mismos ejes que las que vimos en su anterior primer día en la oficina: eliminar los subsidios climáticos que dejó Biden y reanudar la exploración energética con exenciones para productores de recursos no renovables; también cerrar la frontera con México o lanzar la mayor operación de deportación de la historia desde la que consumó el expresidente Dwight Eisenhower.
Sobre esta agenda, hay que destacar que, si bien tiene el poder para hacerlo, lo más seguro es que no tenga la fuerza operativa para ejecutar su idea, al menos en lo que respecta a la migración. El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos tiene recursos limitados, y arrestar y deportar a millones de personas a millones de personas como él dice, requeriría un aumento de personal tan grande que por ahora parece impensable que se pueda cumplir con esto en varios años.
Con esto claro, aparece la mayor preocupación: la segunda agenda de Trump dibuja un escenario distópico para los Estados Unidas desde el primer día que no tiene nada que envidiar con novelas como 1984, Fahrenheit 451 o incluso el Cuento de la criada. Incluye promesas como suprimir organizaciones de noticias o perseguir penalmente a sus rivales. Se reformaría el Instituto Nacional de Salud para prohibir a la agencia financiar investigaciones con células madre embrionarias o promover la participación igualitaria de las mujeres.
Todas estas ideas están compactadas en una guía titulada Proyecto 2025, de la que Trump se ha tratado de distanciar aunque está escrito por la mayoría de sus asesores. Esta no pide explícitamente una prohibición nacional del aborto, pero las ideas políticas que defiende limitarían agresivamente el acceso a los abortos en todo el país. Casi todos los capítulos específicos de cada agencia mencionan que se debe poner fin a cualquier esfuerzo por promover la diversidad o reconocer la existencia de las personas LGBTQ+. Incluso, “como parte de sus ideas de política social que se alinean con los valores cristianos de derecha, el proyecto quiere criminalizar la producción, distribución y consumo de pornografía”, señala The Guardian.
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