¿Conteo paralelo? El rol de los militares en Brasil preocupa
Los chats bolsonaristas hacen eco de la desinformación sobre un conteo paralelo hecho por los militares para propagar dudas sobre la legitimidad de las próximas elecciones. Si las instituciones y las Fuerzas Armadas no aclaran las cosas y generan confianza, el caos se puede apoderar de los comicios.
Camilo Gómez Forero
La insistente campaña del presidente Jair Bolsonaro por impulsar una supervisión de los militares en las próximas elecciones de octubre, alegando un supuesto fraude, parecía comenzar a dar frutos el pasado lunes. El diario Folha de São Paulo publicó un artículo en el que informaba que las “Fuerzas Armadas realizarán un conteo paralelo en tiempo real sobre 385 máquinas de votación”. Ese fue el titular. En redes sociales no tardaron en estallar las alarmas y los comentarios reprochando la decisión. Puntualmente, ¿cuál sería su papel y en qué consistía la propuesta?
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La insistente campaña del presidente Jair Bolsonaro por impulsar una supervisión de los militares en las próximas elecciones de octubre, alegando un supuesto fraude, parecía comenzar a dar frutos el pasado lunes. El diario Folha de São Paulo publicó un artículo en el que informaba que las “Fuerzas Armadas realizarán un conteo paralelo en tiempo real sobre 385 máquinas de votación”. Ese fue el titular. En redes sociales no tardaron en estallar las alarmas y los comentarios reprochando la decisión. Puntualmente, ¿cuál sería su papel y en qué consistía la propuesta?
Según Folha, el presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), el ministro Alexandre de Moraes, llegó a un acuerdo con el Ministerio de Defensa en una reunión del 31 de agosto para monitorear el proceso electoral y verificar los resultados. El acuerdo consistía en que los militares iban a evaluar una muestra de 385 máquinas que se compararía con el conteo total de votos que publique el TSE al final de la jornada electoral. Los militares querían tener acceso en tiempo real a los datos de las urnas para hacer su propia verificación en lugar de recopilar la información de la base de datos del TSE, la que se iba alimentando con cada boletín para realizar el mismo proceso.
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En palabras más simples: los militares iban a actuar como cualquier otro veedor electoral ciudadano, inspector de un partido político u organización para la observación de los comicios, si es que esto se daba. ¿Por qué es un gran problema? Porque estas no son las competencias de las Fuerzas Armadas, y en un país que sufrió los desastres de una dictadura militar, esta acción genera malestar y revive malos recuerdos.
“Esta operación militar para inspeccionar las urnas tratan a las Fuerzas Armadas como una ONG de seguimiento electoral. Ah, pero es que cualquiera puede hacer un conteo paralelo, dicen. ¡El militar no es cualquiera! Tiene unas competencias definidas y el monitoreo de elecciones no está dentro de estas”, dijo Pedro Abramovay, director de Open Society Foundations para América Latina y el Caribe.
Como dice Abramovay, los militares tienen competencias como brindar seguridad al Estado. En un proceso electoral deben velar porque no haya alteraciones al orden público, pero monitorear los resultados electorales no es una de sus tareas. Para todo eso está el órgano electoral: el TSE. A medida que Bolsonaro ha acostumbrado a la gente a ver a los militares en las instituciones del gobierno en el país, el pueblo ha empezado a normalizar conductas que no son las correctas.
“Esto no había pasado en los 25 años de nuestro sistema electoral. La razón de todo esto no es ni jurídica ni institucional, sino política. Brasil tiene un tribunal electoral especial y hay una comisión de transparencia que está conformada por diferentes actores de la sociedad, incluso por los militares. Hay diversos mecanismos para garantizar un proceso electoral en Brasil. El sistema se ha fortalecido y el país ha sido reconocido por ello. Pero Bolsonaro cuestiona la legitimidad de las elecciones y desacredita el sistema, luego de ser elegido presidente con el mismo, y empieza a solicitar un proceso de verificación paralelo realizado por los militares para sembrar dudas en la gente”, dijo Ana Carolina Evangelista Mauad, directora de la Carrera de Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Javeriana y doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad de Brasilia.
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El problema no es solo que los militares se metan en el proceso, sino que es su cercanía con el presidente la que preocupa a muchos. Que el mandatario diga “este es mi ejército”, como lo dijo durante las celebraciones del bicentenario del país, es muy inquietante, más en el contexto en el que pide que este sea el árbitro para las elecciones. Es como si usted y yo convocáramos un partido de fútbol y yo exigiera poner “mi árbitro” para que sea el juez. Sospechoso, ¿no?
El acuerdo entre Moraes y el Ministerio de Defensa, como lo comunicó Folha, parece haberse caído, si es que alguna vez existió. El Ministerio de Defensa dijo el martes que nunca pidió acceso diferenciado a las 385 máquinas mencionadas para un proceso de fiscalización de los resultados electorales, pero tampoco es certero en su comunicado y no señala si realmente habrá alguna misión de observación y verificación. Moraes también desmintió la noticia. Pero aunque no haya un conteo hecho por los militares, el daño ya está hecho: la gente ahora tiene -muchas más- dudas sobre las elecciones.
“El daño ya está hecho políticamente. Desde que se hicieron reuniones con los militares, esto hace que a pocas semanas de la primera vuelta el escenario se llene de desconfianza. Solo alimenta teorías de conspiración sobre fraudes y las cadenas de grupos de Whatsapp de bolsonaristas se nutren con toda esta escena diciendo: mire, si el TSE permite militares es porque también tiene temores de un fraude”, afirma Evangelista Mauad.
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Lo que siempre ha buscado el presidente con esta campaña para que los militares sean el árbitro del partido que juega contra el candidato y expresidente Luiz Inácio Lula da Silva es sembrar incertidumbre en la población y desconfianza en las máquinas electrónicas, y lo está consiguiendo. ¿Qué deben hacer los militares para dar un parte de tranquilidad tanto a los seguidores de Lula como de Bolsonaro? Para Hugo Borsani, cientista político y profesor de la Universidad Estatal del Norte Fluminense, “los militares tienen que dar indicaciones claras de que el resultado será respetado, sea cual sea. Esto es algo que el presidente nunca ha dejado claro, pues en cualquier mensaje deja un margen de dudas. Lo fundamental acá es que los voceros más autorizados de las Fuerzas Armadas digan que reconocerán los resultados y no respaldarán ningún tipo de insurrección, como la que se vio en el Capitolio de Estados Unidos”.