Contrarreloj por el techo de la deuda en EE. UU.: las opciones que le quedan a Biden
Un fracaso en alcanzar una solución puede no solo desatar una tormenta en Wall Street, sino también impactar a Biden, en campaña para su reelección en 2024. Estas son sus opciones.
El presidente Joe Biden y los líderes del Congreso no lograron llegar a un acuerdo sobre el techo de la deuda, tras poco más de una hora de diálogo el martes en la Casa Blanca. Las cosas siguen igual. Esto significa que Estados Unidos continúa acercándose peligrosamente a la fecha límite para el pago de sus obligaciones con sus acreedores, el 1 de junio, sin el dinero que necesita para no entrar en impago.
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El presidente Joe Biden y los líderes del Congreso no lograron llegar a un acuerdo sobre el techo de la deuda, tras poco más de una hora de diálogo el martes en la Casa Blanca. Las cosas siguen igual. Esto significa que Estados Unidos continúa acercándose peligrosamente a la fecha límite para el pago de sus obligaciones con sus acreedores, el 1 de junio, sin el dinero que necesita para no entrar en impago.
Ni Biden ni el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, quieren dar su brazo a torcer. Ambos continúan acusándose mutuamente de tomar como “rehén” la economía estadounidense. McCarthy, por un lado, dijo que no vio “ningún movimiento” tras la reunión. Pero más destacada fue la declaración de Biden, quien dijo que podría llegar a anular su gira asiática prevista para finales de mayo si no se logra un acuerdo sobre este asunto para entonces. Es decir, el presidente manifestó que está preparado para ir hasta las últimas instancias en esta pugna, sin dar señales de querer negociar.
Elevar el tope de emisión de deuda, que permite al gobierno pagar gastos, suele ser algo habitual en Estados Unidos, donde este sistema funciona desde hace décadas y es resorte del Congreso. Sin embargo, aumentar el máximo actual, que es de 31,4 billones de dólares y fue superado ya en enero, se convirtió en una guerra que enfrenta a la Casa Blanca con los congresistas republicanos, que demandan recortar gastos y achicar el déficit fiscal como condición para autorizar un mayor endeudamiento del gobierno federal. En 2011, el empantanamiento en este tema llevó a que Estados Unidos perdiera temporalmente la codiciada calificación “AAA” de su deuda.
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Como señala Andrew Prokop, corresponsal político de Vox, la postura de “no negociar” de Biden sobre el techo de la deuda, que ha sostenido todo el año, es cada vez más “insostenible”. El enfrentamiento ya empieza a generar una serie de costos financieros. Por ejemplo, las tasas de interés sobre deuda del gobierno han ido aumentando debido a la incertidumbre, lo que podría generar costos adicionales para el país a largo plazo. ¿Cómo se explica esto?
Cuando el gobierno de los Estados Unidos necesita pedir prestado para financiar sus gastos, emite bonos del Tesoro para recaudar fondos de los inversores. A cambio, el gobierno promete pagar un interés a los inversores por el préstamo. Ahora, cuando hay incertidumbre sobre la capacidad del gobierno para pagar sus deudas, como es el caso de la actual disputa en torno al techo de la deuda, los inversores pueden comenzar a exigir tasas de interés más altas para prestar dinero al gobierno, como una forma de compensación por el mayor riesgo percibido.
Biden consideraba que, ante este escenario, los republicanos moderados de la Cámara rompieran con McCarthy y cedieran a su pedido: aumentar el techo de la deuda sin mayor reparo para no costarle dinero al país. Pero este no ha sido el caso. Los congresistas más moderados, tanto republicanos como demócratas, están presionando a Biden para que negocie con McCarthy, entendiendo que este ha logrado alinear los votos de su bancada sobre este asunto.
Aunque a Biden no quiera negociar, y tenga razón en que el techo de la deuda no debería tomarse como herramienta de chantaje como lo están haciendo los republicanos, parece ser la mejor de tres opciones en la mesa. Las otras dos son simplemente muy arriesgadas por el gobierno: una acción ejecutiva o dejar pasar el tiempo hasta que los republicanos reaccionen.
Sobre el primer caso, varios académicos han opinado tras la crisis de 2011, en la que los republicanos también se negaban a subir el techo de la deuda y pusieron al gobierno de Barack Obama contra las cuerdas, que el presidente puede usar una acción ejecutiva para desactivar esta bomba.
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Neil Buchanan, profesor de derecho de la Universidad de la Florida, por ejemplo, sugiere que si el presidente decide seguir gastando y emitiendo deuda, incluso si el techo de la deuda no se ha aumentado, al menos estaría respetando los poderes fiscales y de gasto del Congreso, lo cual es una responsabilidad del presidente. Es decir, que siga gastando, ignorando que el límite de la deuda basado en el mandato que se le dio. Pero esta opción, como otras planteadas por profesores de derecho, podría terminar impugnada en los tribunales y con inconvenientes legales y políticos tan grandes que por eso ningún otro presidente ha seguido este camino.
En el segundo caso, también tenemos la opción que ha preferido Biden por ahora: no negociar hasta que los republicanos reconozcan que es necesario subir el techo de la deuda. Esto podría resultar, pero es demasiado arriesgado y podría costarle mucho dinero al país, como ya se está empezando a ver. Y si los republicanos no suben el techo de la deuda y Estados Unidos incumple con sus facturas, Biden podría ser señalado como el primer culpable por la catástrofe financiera.
Dan Pfeiffer, uno de los principales asesores del expresidente Obama, elogió que el presidente Biden se mantenga firme en sus principios y no quiera negociar, entendiendo que lo que han hecho los republicanos ha sido un chantaje. Pero reconoce que es necesario que el mandatario se siente a la mesa. La tercera opción, una negociación, es la mejor para el país. El temor de fondo de Biden es que McCarthy tenga demandas imposibles de cumplir. Sin embargo, como no hay una negociación en marcha, no se sabe cuáles podrían llegar a ser sus demandas. ¿Cómo se vería una negociación, según expertos?
La mejor guía, señaló Dylan Matthews de Vox, es lo que ocurrió con la crisis de 2011. En ese caso, Obama se negó a recortar sus programas de Seguridad Social y Medicare. Los republicanos aceptaron esa condición finalmente y a cambio lograron evitar aumentos de impuestos significativos. Los demócratas y los republicanos de hoy son muy parecidos a los que estaban en el Congreso en aquella época. Mientras que los primeros se mantienen firmes y no quieren recortes en programas sociales, los segundos se oponen con vehemencia al aumento de impuestos. Una negociación entre Biden y McCarthy hoy podría terminar con este escenario: los programas sociales del presidente no se tocan, pero a cambio se realizan recortes en programas discrecionales, aquellos que el Congreso debe aprobar la financiación cada año, y los republicanos consiguen que no aumenten los impuestos para el 1 % más rico.
Un fracaso en alcanzar una solución puede no solo desatar una tormenta en Wall Street, sino también impactar a Biden, en campaña para su reelección en 2024. Wall Street cerró ligeramente a la baja el martes y la firma de análisis Oxford Economics señaló en una nota que los inversores “evitan la deuda estadounidense que vence en junio, julio y agosto”. Algunos títulos llamados “Credit Default Swaps”, una suerte de seguro contra el riesgo de default, se intercambian a niveles históricamente altos, un indicador más de la inquietud que reina en el mundo financiero.
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