Controlador y amenazante: el perfil del presunto feminicida de Ana María Serrano
“No la dejaba salir con los amigos, le decía ‘no te puedes poner eso’, ‘¿por qué saludaste a tal?’”, cuenta la mamá de Ana María sobre el comportamiento de Allan, el principal sospechoso del crimen.
Margarita Solano - Cuestione*
En la foto que circula en varios medios de comunicación, se ve a Ana María Serrano enmarcada con flores, sosteniendo un diploma de graduación al concluir la preparatoria en el colegio Alemán Alexander von Humboldt de la Ciudad de México donde conoció a Allan, su presunto feminicida.
Una fuente que prefirió guardar el anonimato, le contó a Cuestione que al enterarse del asesinato de Nana, como le decían de cariño a Ana María, recordaron que semanas antes del crimen había circulado entre algunos egresados del colegio una fotografía del Instagram de Allan donde “la amenazaba si salía con alguien más”. La fuente dice que horas más tarde, la publicación desapareció.
Ana María y Allan duraron año y medio de novios “y él era parte del programa alemán Abitur del colegio para niños prodigios; muchachos y muchachas con buenas calificaciones que pagan y son meritorios de continuar sus estudios universitarios en cualquier universidad de Europa”, nos cuentan.
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Allan “N” como se le conoce ahora por la presunción de inocencia, había entrado al Abitur que marca el certificado más alto de la escuela alemana y era un “chico popular”, nos dicen. Esta certificación, se utiliza para demostrar la capacidad total para estudiar en una universidad europea. El Abitur o el Hochschulzugang -en alemán- es alcanzable para estudiar en distintas formas escolares europeas, por ejemplo en Austria y Suiza de habla alemana.
El día de la graduación de la generación 2022-2023 en mayo de este año, Allan levantó el micrófono para dar las palabras en representación de toda la generación. “El muchacho era líder, era sociable, bebía mucho y Alemania lo esperaba para continuar con sus estudios universitarios”, relata a Cuestione la fuente en exclusiva.
La persona entrevistada conoce el comportamiento de adolescentes como Allan. “Son carismáticos, encantadores, controladores, quieren tener todo de inmediato, no saben esperar y cuando no obtienen algo, actúan”, nos dice.
El 12 de septiembre parece ser que Allan cumplió su amenaza en la red social. La necropsia de Nana reveló que fue asfixiada con unas cortinas en su domicilio y las cámaras de seguridad muestran el auto del muchacho saliendo del fraccionamiento donde vivía su ex novia en el Condado Sayavedra en Atizapán de Zaragoza, Estado de México.
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El colegio Alemán mantiene un hermetismo total al respecto, pero algunos padres de familia de la institución dicen sentirse “horrorizados con el feminicidio de Ana María” y revelan a Cuestione que por lo menos, en los últimos cinco años, varios estudiantes egresados del colegio han reportado casos “de suicidio, homicidios, accidentes y muertes”.
En el grupo social donde la fuente anónima tiene acceso, hay frases que lo dicen todo: “mi hija puede ser la próxima”, “generalmente lo vemos en noticias como algo lejano”, “esto nos cala, nos duele”, “tenemos angustia generalizada”.
En entrevista para Cuestione, María Ximena Céspedes, madre de Ana María, dice que Allan “se tiró la vida” y de paso la de su familia. “Me das tantito”, la frase mexicana que alertó a una madre colombiana
Nana estaba sola en casa. Su ex novio lo sabía, había ido tres veces a la privada del Condado de Sayavedra en el Estado de México para cerciorarse. En la segunda visita, el muchacho habló con la empleada doméstica y al saber que su ex novia no estaba en casa, dijo que regresaría para entregarle un regalo, pero en realidad volvería para matarla.
La tercera fue la vencida. Allan iba con un cubrebocas oscuro y una gorra azul marino, según lo detectaron las cámaras de seguridad. La secuencia de hechos planteada por la Procuraduría del Estado de México, establece que el adolescente entró por la puerta trasera de la vivienda y envolvió el cuello de Nana con las cortinas de su habitación hasta asfixiarla.
Ese martes, 12 de septiembre, María Ximena Céspedes intentó comunicarse varias veces con su hija pero no contestó más. Luego de mucho esperar, la madre recibió un mensaje en su teléfono celular que encendió las alarmas: “¿Me das tantito?”.
“Me das tantito” es una respuesta muy mexicana para ser escrita por una colombiana. En México quiere decir “espérame”, “dame chance”, en colombiano también; pero en su lugar, una colombiana hubiera escrito “espérame mamá”, “estoy ocupada”, “te llamo en un ratico”.
Como no fue así, el corazón de madre alertó a María Ximena sobre lo que estaba pasando. “Ahí mismo llamé al vecino, el vecino fue a la casa y ya la encontró sin vida”, contó María Ximena a la prensa colombiana.
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“Putas, suicidas y peligrosas”: así revictimizan a las colombianas asesinadas en México
El mensaje que no escribió Ana María sino su feminicida tenía un propósito: hacerle creer a las autoridades que Nana se había suicidado, una vieja calumnia conocida por los familiares de Diana Alejandra, Mile Virginia, Stephanie y otras tantas colombianas víctimas de violencia en México.
Entre el año 2012 y el 2016, tres colombianas murieron de forma extraña en México pero en todos los casos, las autoridades cerraron la investigación por tratarse de suicidio y no de feminicidio, como lo intentó hacer parecer el homicida de Ana María.
Diana Alejandra Pulido Duque, otra colombiana radicada en la Ciudad de México, fue encontrada muerta en el año 2012. Cantante, esbelta, rubia y con ganas de probar suerte en la cuna artística de América Latina, encontró la muerte en una de las zonas más exclusivas de la Ciudad de México tras “caer” de su edificio en un séptimo piso de Polanco.
“Por favor no me boten” dijo a las autoridades una vecina haber escuchado antes de ver el cuerpo semidesnudo de Diana Alejandra caer desde el balcón. Hasta el momento, la pregunta sigue abierta: ¿cayó o la aventaron?
Una vez que se supo la nacionalidad de la víctima, las autoridades mexicanas dijeron a los medios de comunicación que Alejandra estaba mal relacionada, que días previos a su muerte se había practicado un aborto y que quizás hacía parte de una red de ladrones colombianos de apartamentos. Fueron adjetivos que califican sus acciones personales y que no están asociados con la investigación del crimen.
“Cuando colocamos en duda un delito o la extensión de su daño, atribuyendo la culpa a la víctima, se genera una revictimización o victimización secundaria”, explica Carmen Milena Jaimes Salazar, psicóloga especialista en víctimas.
En el 2014 volvió a pasar. La fiscalía capitalina construyó un perfil falso de una colombiana torturada al interior de un apartamento en la colonia Narvarte. Su nombre era Mile Virginia Martín, fue violada varias veces, golpeada y le dieron un disparo en la cabeza. Las autoridades encontraron su cuerpo amortajado, desnudo y con la ropa interior en su boca.
Para el año 2015, El Consejo para Prevenir y Erradicar la Discriminación de la Ciudad de México, advirtió sobre la existencia de conductas discriminatorias en el manejo de los flujos de información procedentes de la PJGDF en agravio de Mile Virginia Martin.
Esto porque las autoridades capitalinas ventilaron mentiras en los medios que decían que Mile era modelo, prostituta, que había ido a recoger un paquete ilícito al aeropuerto de la Ciudad de México aunque las cámaras de seguridad revelaron que jamás estuvo allí.
En el expediente COPRED/P/445/2015, dice que en el caso de Mile, hubo difusión de estereotipos, prejuicios, estigmas e incluso la criminalización de la víctima y que constituye injerencia en su vida privada, honra y reputación.
De acuerdo con El Protocolo para Juzgar con Perspectiva de Género de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, resulta indispensable evitar problemas relacionados con el manejo y recolección de evidencia, el desarrollo de líneas de investigación y el retraso de las autoridades, más cuando esto atiende a visiones estereotipadas sobre el actuar de la víctima o el rol social de las mujeres; pues, de lo contrario, “se corre el riesgo de obstaculizar el acceso a la justicia, vulnerar otros derechos, revictimizar a las personas involucradas y perpetuar prácticas socioculturales y de estereotipos de género”, ahonda Milena Jaimes.
En agosto del año 2016 el turno fue para Stephanie Magón. De 24 años, oriunda de Cali, Colombia. Su cuerpo fue hallado en la calle, el cráneo estaba fracturado al igual que su mandíbula. Dicen las autoridades que venía de una fiesta… que sus pertenencias estaban intactas en su domicilio y que se desconoce al igual que Diana Alejandra, si cayó o la aventaron.
El cuerpo de Stephanie apareció desnudo, frente a su casa en la colonia Del Valle y las autoridades mexicanas nunca se pusieron de acuerdo sobre las causas. Un niño pequeño se quedó huérfano de madre en el suroccidente colombiano.
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El acoso no es normal… mata
Pasaron cuatro noches y cinco días antes de conocer que Ana María Serrano había sido víctima de feminicidio. Colombiana, 18 años, cabello negro hasta los hombros y una sonrisa jovial en todas sus fotografías.
En esa fotografía donde aparece rodeada de flores, Ana María ya no era la novia de Allan. Después de año y medio de relación, empezó a sentir que su noviazgo no iba por buen camino y que su novio tenía algunos comportamientos posesivos.
Nana era víctima de acoso. El novio “no la dejaba salir con los amigos, le decía ‘no te puedes poner eso’, ‘¿por qué saludaste a tal?’, ‘¿por qué te pusiste la mini falda para la Universidad si te la di yo?’, contó la mamá de Ana en Colombia.
Entonces no fue más. Nana terminó la relación y Allan acudió a los regalos, “a insistir mucho en que volvieran”, narró la mamá.
Esa conducta de dar y dar después de escuchar “no quiero estar contigo” se llama bombardeo emocional “y tiene como objetivo hacer que la persona no piense, se sienta abrumada de tantas cosas que le das y decida hacer lo que tú quieres”, comenta la psicóloga Milena Jaimes.
“Allan era un joven muy caballeroso y respetuoso. Lo invitábamos a comer con mi familia, ellos viajaron juntos a Alemania. Todo parecía bien”, detalló la madre después del feminicidio de su hija.
Al conocer el testimonio de María Ximena Céspedes, la psicóloga Milena Jaimes agrega que “el bombardeo se confunde con amor y por eso no se dimensiona como un peligro ni como una tipo de violencia psicológica”.
El bombardeo emocional te lleva a pensar en el amor romántico, en cómo te ama tu pareja, lo pendiente y detallista que es “y eso es lo peligroso”, advierte la psicóloga.
La Fiscalía del Estado de México asegura que Ana María fue víctima de feminicidio porque se identificaron antecedentes de violencia de género, por lo que se estableció la investigación bajo el Protocolo de Feminicidio para que se realice con perspectiva de género.
Allan ha sido vinculado a proceso por el feminicidio de su ex novia y una jueza determinó un plazo de tres meses para concluir las investigaciones.
Nana soñaba con ser cardióloga y por eso ingresó a estudiar medicina en la Universidad Panamericana. Iba en primer semestre y ese y todos sus sueños, se los truncó su feminicida.
*Este artículo fue publicado originalmente en Cuestione.com
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En la foto que circula en varios medios de comunicación, se ve a Ana María Serrano enmarcada con flores, sosteniendo un diploma de graduación al concluir la preparatoria en el colegio Alemán Alexander von Humboldt de la Ciudad de México donde conoció a Allan, su presunto feminicida.
Una fuente que prefirió guardar el anonimato, le contó a Cuestione que al enterarse del asesinato de Nana, como le decían de cariño a Ana María, recordaron que semanas antes del crimen había circulado entre algunos egresados del colegio una fotografía del Instagram de Allan donde “la amenazaba si salía con alguien más”. La fuente dice que horas más tarde, la publicación desapareció.
Ana María y Allan duraron año y medio de novios “y él era parte del programa alemán Abitur del colegio para niños prodigios; muchachos y muchachas con buenas calificaciones que pagan y son meritorios de continuar sus estudios universitarios en cualquier universidad de Europa”, nos cuentan.
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Allan “N” como se le conoce ahora por la presunción de inocencia, había entrado al Abitur que marca el certificado más alto de la escuela alemana y era un “chico popular”, nos dicen. Esta certificación, se utiliza para demostrar la capacidad total para estudiar en una universidad europea. El Abitur o el Hochschulzugang -en alemán- es alcanzable para estudiar en distintas formas escolares europeas, por ejemplo en Austria y Suiza de habla alemana.
El día de la graduación de la generación 2022-2023 en mayo de este año, Allan levantó el micrófono para dar las palabras en representación de toda la generación. “El muchacho era líder, era sociable, bebía mucho y Alemania lo esperaba para continuar con sus estudios universitarios”, relata a Cuestione la fuente en exclusiva.
La persona entrevistada conoce el comportamiento de adolescentes como Allan. “Son carismáticos, encantadores, controladores, quieren tener todo de inmediato, no saben esperar y cuando no obtienen algo, actúan”, nos dice.
El 12 de septiembre parece ser que Allan cumplió su amenaza en la red social. La necropsia de Nana reveló que fue asfixiada con unas cortinas en su domicilio y las cámaras de seguridad muestran el auto del muchacho saliendo del fraccionamiento donde vivía su ex novia en el Condado Sayavedra en Atizapán de Zaragoza, Estado de México.
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El colegio Alemán mantiene un hermetismo total al respecto, pero algunos padres de familia de la institución dicen sentirse “horrorizados con el feminicidio de Ana María” y revelan a Cuestione que por lo menos, en los últimos cinco años, varios estudiantes egresados del colegio han reportado casos “de suicidio, homicidios, accidentes y muertes”.
En el grupo social donde la fuente anónima tiene acceso, hay frases que lo dicen todo: “mi hija puede ser la próxima”, “generalmente lo vemos en noticias como algo lejano”, “esto nos cala, nos duele”, “tenemos angustia generalizada”.
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Nana estaba sola en casa. Su ex novio lo sabía, había ido tres veces a la privada del Condado de Sayavedra en el Estado de México para cerciorarse. En la segunda visita, el muchacho habló con la empleada doméstica y al saber que su ex novia no estaba en casa, dijo que regresaría para entregarle un regalo, pero en realidad volvería para matarla.
La tercera fue la vencida. Allan iba con un cubrebocas oscuro y una gorra azul marino, según lo detectaron las cámaras de seguridad. La secuencia de hechos planteada por la Procuraduría del Estado de México, establece que el adolescente entró por la puerta trasera de la vivienda y envolvió el cuello de Nana con las cortinas de su habitación hasta asfixiarla.
Ese martes, 12 de septiembre, María Ximena Céspedes intentó comunicarse varias veces con su hija pero no contestó más. Luego de mucho esperar, la madre recibió un mensaje en su teléfono celular que encendió las alarmas: “¿Me das tantito?”.
“Me das tantito” es una respuesta muy mexicana para ser escrita por una colombiana. En México quiere decir “espérame”, “dame chance”, en colombiano también; pero en su lugar, una colombiana hubiera escrito “espérame mamá”, “estoy ocupada”, “te llamo en un ratico”.
Como no fue así, el corazón de madre alertó a María Ximena sobre lo que estaba pasando. “Ahí mismo llamé al vecino, el vecino fue a la casa y ya la encontró sin vida”, contó María Ximena a la prensa colombiana.
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El mensaje que no escribió Ana María sino su feminicida tenía un propósito: hacerle creer a las autoridades que Nana se había suicidado, una vieja calumnia conocida por los familiares de Diana Alejandra, Mile Virginia, Stephanie y otras tantas colombianas víctimas de violencia en México.
Entre el año 2012 y el 2016, tres colombianas murieron de forma extraña en México pero en todos los casos, las autoridades cerraron la investigación por tratarse de suicidio y no de feminicidio, como lo intentó hacer parecer el homicida de Ana María.
Diana Alejandra Pulido Duque, otra colombiana radicada en la Ciudad de México, fue encontrada muerta en el año 2012. Cantante, esbelta, rubia y con ganas de probar suerte en la cuna artística de América Latina, encontró la muerte en una de las zonas más exclusivas de la Ciudad de México tras “caer” de su edificio en un séptimo piso de Polanco.
“Por favor no me boten” dijo a las autoridades una vecina haber escuchado antes de ver el cuerpo semidesnudo de Diana Alejandra caer desde el balcón. Hasta el momento, la pregunta sigue abierta: ¿cayó o la aventaron?
Una vez que se supo la nacionalidad de la víctima, las autoridades mexicanas dijeron a los medios de comunicación que Alejandra estaba mal relacionada, que días previos a su muerte se había practicado un aborto y que quizás hacía parte de una red de ladrones colombianos de apartamentos. Fueron adjetivos que califican sus acciones personales y que no están asociados con la investigación del crimen.
“Cuando colocamos en duda un delito o la extensión de su daño, atribuyendo la culpa a la víctima, se genera una revictimización o victimización secundaria”, explica Carmen Milena Jaimes Salazar, psicóloga especialista en víctimas.
En el 2014 volvió a pasar. La fiscalía capitalina construyó un perfil falso de una colombiana torturada al interior de un apartamento en la colonia Narvarte. Su nombre era Mile Virginia Martín, fue violada varias veces, golpeada y le dieron un disparo en la cabeza. Las autoridades encontraron su cuerpo amortajado, desnudo y con la ropa interior en su boca.
Para el año 2015, El Consejo para Prevenir y Erradicar la Discriminación de la Ciudad de México, advirtió sobre la existencia de conductas discriminatorias en el manejo de los flujos de información procedentes de la PJGDF en agravio de Mile Virginia Martin.
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En el expediente COPRED/P/445/2015, dice que en el caso de Mile, hubo difusión de estereotipos, prejuicios, estigmas e incluso la criminalización de la víctima y que constituye injerencia en su vida privada, honra y reputación.
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En agosto del año 2016 el turno fue para Stephanie Magón. De 24 años, oriunda de Cali, Colombia. Su cuerpo fue hallado en la calle, el cráneo estaba fracturado al igual que su mandíbula. Dicen las autoridades que venía de una fiesta… que sus pertenencias estaban intactas en su domicilio y que se desconoce al igual que Diana Alejandra, si cayó o la aventaron.
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En esa fotografía donde aparece rodeada de flores, Ana María ya no era la novia de Allan. Después de año y medio de relación, empezó a sentir que su noviazgo no iba por buen camino y que su novio tenía algunos comportamientos posesivos.
Nana era víctima de acoso. El novio “no la dejaba salir con los amigos, le decía ‘no te puedes poner eso’, ‘¿por qué saludaste a tal?’, ‘¿por qué te pusiste la mini falda para la Universidad si te la di yo?’, contó la mamá de Ana en Colombia.
Entonces no fue más. Nana terminó la relación y Allan acudió a los regalos, “a insistir mucho en que volvieran”, narró la mamá.
Esa conducta de dar y dar después de escuchar “no quiero estar contigo” se llama bombardeo emocional “y tiene como objetivo hacer que la persona no piense, se sienta abrumada de tantas cosas que le das y decida hacer lo que tú quieres”, comenta la psicóloga Milena Jaimes.
“Allan era un joven muy caballeroso y respetuoso. Lo invitábamos a comer con mi familia, ellos viajaron juntos a Alemania. Todo parecía bien”, detalló la madre después del feminicidio de su hija.
Al conocer el testimonio de María Ximena Céspedes, la psicóloga Milena Jaimes agrega que “el bombardeo se confunde con amor y por eso no se dimensiona como un peligro ni como una tipo de violencia psicológica”.
El bombardeo emocional te lleva a pensar en el amor romántico, en cómo te ama tu pareja, lo pendiente y detallista que es “y eso es lo peligroso”, advierte la psicóloga.
La Fiscalía del Estado de México asegura que Ana María fue víctima de feminicidio porque se identificaron antecedentes de violencia de género, por lo que se estableció la investigación bajo el Protocolo de Feminicidio para que se realice con perspectiva de género.
Allan ha sido vinculado a proceso por el feminicidio de su ex novia y una jueza determinó un plazo de tres meses para concluir las investigaciones.
Nana soñaba con ser cardióloga y por eso ingresó a estudiar medicina en la Universidad Panamericana. Iba en primer semestre y ese y todos sus sueños, se los truncó su feminicida.
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