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Fue en una alocución presidencial, poco después de asumir su mandato en 2017, cuando el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, prometió que no aplicaría un “paquetazo” de medidas con el objetivo de recuperar la entonces “terrible herencia económica” que le había dejado el gobierno de Rafael Correa (del cual hizo parte).
“Nunca promoveremos paquetazos, tal como los responsables de esa situación pretenden vaticinar maliciosamente”, dijo durante su intervención. Unas palabras que hoy lo persiguen por, precisamente, incumplir lo prometido.
Las medidas económicas que tomó Moreno la semana pasada han provocado una crisis política que en Ecuador no se veía hace más de diez años. Acosado por un alto endeudamiento y la falta de liquidez en la dolarizada economía ecuatoriana, el gobierno pactó un millonario programa de créditos con el Fondo Monetario Internacional (FMI), por el que recibirá US$4.200 millones para un programa económico de tres años. Pero para cumplir con este compromiso, Ecuador anunció que recortaría el gastó público y desmontaría subsidios como el del combustible.
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La eliminación de dichos subsidios no solo significó para los ecuatorianos un aumento en el precio de la gasolina, sino también de los productos que dependen del transporte, principalmente los alimentos. Por ello, transportadores, organizaciones sociales, indígenas y estudiantiles se han manifestado en contra del “paquetazo” de Moreno.
Pero lo cierto es que desde hace meses se venía especulando en Ecuador sobre el momento en que el presidente lo aplicaría. Firmado en marzo, Moreno demoró su implementación casi seis meses, a la espera de que bajara la temperatura política, entonces elevada porque en Ecuador la aplicación de paquetes económicos nunca ha sido bien recibida. Pero el gobierno no anticipaba el fuerte rechazo que iba a tener en las calles.
Pero Moreno, a diferencia de Mahuad o Gutiérrez, cuenta con el apoyo de la Policía y las Fuerzas Armadas ecuatorianas. Envalentonado, el presidente contraatacó la protesta con la declaratoria del estado de excepción en el país por 60 días, para “evitar el caos”, una medida que le permite al gobierno restringir el movimiento de personas, recurrir al Ejército para mantener el orden y censurar a la prensa.
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Y es que hasta el momento, organizaciones sociales han denunciado más de 500 detenciones y cerca de 50 agresiones a periodistas. Esto, sin embargo, no parece persuadir a Moreno, que se mantiene firme en su decisión de aplicar el paquetazo: “Bajo ninguna circunstancia vamos a cambiar la medida. Que se oiga bien: no voy a cambiar la medida. Que quede claro: se eliminó el subsidio, se acabó la zanganería”, dijo el presidente el sábado.
Pero ahora Moreno tendrá que lidiar con otro actor que hasta el momento era silencioso: los indígenas. Aprovechando el descontento social por la aplicación de las medidas económicas, el Colectivo Unitario Nacional de Trabajadores, Indígenas, Organizaciones Sociales y Populares (Conaie) anunció una multitudinaria marcha hacia Quito para protestar, no solo contra el paquetazo, sino también contra otras políticas de la administración Moreno, como la proliferación de licencias para proyectos de minería a gran escala. Un hartazgo que va mucho más allá de los precios de los carburantes.
Un año difícil para Moreno
Lenín Moreno, presidente de Ecuador. Foto: EFE
El paro nacional de transportadores y las manifestaciones sociales contra el paquetazo son apenas un reflejo del descontento social y político que se ha venido forjando en Ecuador en los últimos años, que vive una fuerte polarización desde la llegada de Lenín Moreno a la presidencia en 2018.
“Este es el momento más crítico de la presidencia de Lenín Moreno en Ecuador”, le comenta Vaca a El Espectador. “Durante sus primeros años se dedicó a echarle la culpa de los males del país a Rafael Correa y se postergó por mucho tiempo una reforma económica que era necesaria”, agrega.
De acuerdo con Vaca, uno de los problemas que tiene Moreno es que en dos años de mandato no logró conformar un apoyo político sólido a sus iniciativas, algo que ha quedado en evidencia en los últimos días, pues parece que el presidente está solo en la cruzada por buscar un rejuvenecer económico de la mano del FMI.
“La crisis política la están capitalizando los sectores del correísmo, así como la izquierda tradicional e incluso la derecha, que dice que las medidas llegaron demasiado tarde”, explica Vaca.
Y mientras la protesta ha menguado en los últimos días, gracias en parte al cese del paro de transportadores el pasado viernes, se espera que esta semana se reactive con la llegada de las organizaciones indígenas a Quito. Opositores y sindicalistas ya manifestaron su interés de marchar todos juntos en la que será la prueba más dura que Lenín Moreno ha tenido que enfrentar en sus casi dos años de mandato.