Crisis en Perú: Pedro Castillo, con el enemigo en casa
El presidente de Perú ha tenido que reemplazar a por lo menos 12 ministros en sus primeros seis meses de gestión. Esta vez, “ad portas” de estrenar un nuevo gabinete, ministros salientes advierten de un entramado de corrupción y “gabinetes en la sombra”.
María Paula Ardila
Una detrás de otra, las incontables crisis en el gobierno de Pedro Castillo no solo despiertan el fantasma de la vacancia presidencial. Ahora, como lo mencionan expertos (y sus propios ministros), la fractura promete ser profunda, y esta vez no se puede culpar a la oposición de tratar de dinamitar al gobierno, porque todo parece indicar que el enemigo viene de adentro.
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Una detrás de otra, las incontables crisis en el gobierno de Pedro Castillo no solo despiertan el fantasma de la vacancia presidencial. Ahora, como lo mencionan expertos (y sus propios ministros), la fractura promete ser profunda, y esta vez no se puede culpar a la oposición de tratar de dinamitar al gobierno, porque todo parece indicar que el enemigo viene de adentro.
Tras una cascada de dimisiones, Castillo se alista para estrenar un nuevo gabinete, el tercero en seis meses de mandato. El golpe más duro fue la renuncia de la presidenta del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez, mano derecha de Castillo, quien se fue del cargo tras las tensiones en el Ministerio del Interior, y alegó que en el Estado no hay una crisis cualquiera, “se trata de un problema estructural de corrupción en diversas instancias que nos viene golpeando”.
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Algo parecido planteó el entonces ministro del Interior, Avelino Guillén, quien presentó su renuncia el viernes después de un mes de enfrentamientos con el comandante general de la Policía, Javier Gallardo, que, según medios locales, sacó a más de 1.700 agentes claves que pertenecían a unidades de lucha contra la corrupción. El exministro, que como fiscal llevó a prisión a Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, alegó que la salida de estos agentes era una estrategia para disminuir la capacidad de investigación, por lo que le pidió a Castillo la cabeza de Gallardo. El presidente no lo escuchó a tiempo.
“Se trata de un ministro que sale del gobierno denunciando fenómenos que podrían resultar en un grado de descomposición interna del gobierno de Castillo. Cuando el exministro habla de que el presidente está secuestrado, y que hay un gobierno paralelo, está haciendo juicios que no son solo opositores, sino que son referencias de lo que ocurre adentro”, le comentó a este diario el abogado y politólogo peruano Juan de la Puente. Y es que tras su renuncia, Guillén habló de una disputa permanente entre los asesores de Castillo, a modo de “una guerra sindical en Palacio”.
“Cuando me refiero al manejo sindical es atizar permanentemente las disputas internas, la formación de camarillas, de grupos, en todo nivel”, sostuvo Guillén al medio Epicentro TV, e insistió en que estos grupos forman gabinetes en la sombra que provocan que el presidente no dé estabilidad ni respaldo a sus propios ministros.
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“A lo que se refiere Guillén es a la forma en la que Castillo concibe su Presidencia; es decir, un mandato muy acotado, con poco rigor para manejar los movimientos de los ministros. Y una Presidencia, en mi opinión, muy disminuida, con poco tacto y rigor moral. El asunto es que esta es la primera vez que se hace una radiografía del gobierno desde adentro, lo que podría desencadenar decisiones de quienes se encuentran por fuera”, agregó De la Puente.
Un panorama interno muy complejo que ya se veía venir, y las señales fueron más que claras. “Tanto él (Castillo) como sus aliados toleraron un ‘cuoteo’ a la hora de formar el gabinete, con muchas personas que no estaban preparadas para el cargo”, explicó hace unos días el politólogo limeño Eduardo Dargen a la DW.
Y lo vimos con la designación de su propio secretario presidencial, Bruno Pacheco, al que un fiscal le encontró varios miles de dólares en efectivo, ocultos en un baño del mismo Palacio de Gobierno. Y no podemos olvidar a Guido Bellido, el polémico primer presidente del Consejo de Ministros y miembro del ala cerronista del partido oficialista Perú Libre, que tras su nombramiento enfrentaba tres investigaciones fiscales, en etapa preliminar, por los presuntos delitos de lavado de activos y apología al terrorismo.
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Un dato: tras la salida de Mirtha Vásquez, Bellido se reunió con Castillo y le sugirió optar por un “general de guerra en la Presidencia del Consejo de Ministros, un gabinete sólido, para enfrentar la inseguridad ciudadana, falta de trabajo, corrupción y sabotaje Caviar. Hay un programa y esperanza que cumplir al pueblo. Cuente con el apoyo de su partido y el pueblo que lo eligió”.
Todo este nuevo lío llega pocos días después de que el mandatario cumpliera sus primeros seis meses de gestión. “No fui entrenado para ser presidente”, dijo Castillo en una entrevista con el periodista Fernando del Rincón, de CNN. En ese encuentro el mandatario también se refirió a las reuniones con la empresaria Karelim López (investigada por la Fiscalía) en el Palacio de Gobierno y en la casa del distrito de Breña. “Sí, vino al despacho, la recibí, pero nunca se trató de (licitaciones)”, comentó el presidente.
Esto ocurrió poco antes de que el consorcio Puente Tarata III, al cual asesoraba López, ganara la licitación para la construcción de un puente vehicular sobre el río Huallaga, en San Martín. Sin dejar de lado el escándalo de Petroperú: “Poco antes de que Heaven Petroleum Operators (HPO), empresa de Samir Abudayeh, ganara una licitación millonaria con Petroperú, el jefe de Estado mantuvo una reunión en Palacio de Gobierno con el mencionado empresario, con el gerente de la compañía estatal, Hugo Chávez, y con Karelim López”, se lee en la prensa local.
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Un escenario que no favorece al mandatario: “Castillo perdió dos elementos que jugaban a su favor en campaña: su imagen como maestro rural, que venía de afuera de la élite, y su compromiso contra la corrupción. Y eso lo vemos en los porcentajes de favorabilidad que no superan el 30 %. Hay que recordar que Martín Vizcarra fue destituido con un 50 % de aprobación”, comentó De la Puente.
¿Se avecina una vacancia?
Carlos Meléndez, académico de la Universidad Diego Portales, le comentó a El Espectador que Castillo todavía puede salvarse de una destitución. “La vacancia siempre ha estado como una posibilidad, porque tenemos una oposición agresiva. Sin embargo, Castillo, a diferencia de sus dos antecesores, cuenta con los votos, ajustadamente, para protegerse de una eventual vacancia”.
Por su parte, De la Puente afirma que los úlitmos episodios podrían permitir que alguno de los grupos proponga una nueva moción de vacancia: “Perú no tiene un impeachment, como lo tienen otros países. De manera que el presidente puede ser retirado en cuestión de 15 días, solo que hay que tener un alto número de votos en el Parlamento”. Esta vez, a diferencia de noviembre donde no hubo votos para la vacancia, los grupos a favor de la destitución quizá podrían intentar conseguir más votos ahora, comentó el experto. “Y no descartaría que con toda esta crisis, y con el relato desde adentro de Guillén, termine volcándose en una nueva moción de destitución”, agregó.
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