Cuando dejar el poder no está en la agenda
El Tribunal Constitucional le dio luz verde a una cuarta candidatura presidencial de Evo Morales. Nicolás Maduro, en Venezuela, anunció que se quiere reelegir el próximo año. No son los únicos.
El Espectador
Parece que a los mandatarios latinoamericanos les gusta romper marcas. Al terminar el período presidencial para el que fue elegido en 2014, el presidente de Bolivia, Evo Morales, habrá cumplido catorce años en el poder. Esa marca personal va a unirse a otros de sus récords emblemáticos, como haber acumulado tres triunfos consecutivos en las elecciones presidenciales o el de haberse convertido, hace años, en el boliviano que durante más tiempo ha ostentado el título de presidente.
(Le puede interesar: ¿Por qué Maduro sí es un dictador?)
Nada de eso parece haber sido suficiente, ni para él, que ya anunció su cuarta candidatura para la Presidencia, ni para el Tribunal Constitucional boliviano que, con el argumento de proteger el derecho de cualquier ciudadano a postularse libremente para ocupar cargos públicos, e invocando la Convención Americana de Derechos Humanos, le dio luz verde a la candidatura que Morales llevaba más de un año intentando lanzar.
El 21 de febrero de 2016, Morales convocó a los bolivianos a las urnas para eliminar, a través de un referéndum, los obstáculos constitucionales que le impedían participar por cuarta vez consecutiva a unas elecciones presidenciales.
“Mi gran deseo es que podamos batir el récord de 2009 en el que ha participado un 96 % (del censo electoral). Quisiéramos ahora pasar esa cifra, sería un día histórico en el que, por primera vez, con el voto del pueblo, se modifique la Constitución”, dijo Morales en la víspera de la consulta, en la que sólo participó el 84,5 % de los electores y en la que los votantes se expresaron en contra de una nueva aspiración presidencial.
La decisión de los miembros del Tribunal Constitucional llega cinco días antes de que los bolivianos voten para sustituir a los togados y fue fuertemente criticada por la oposición y el secretario general de la OEA, Luis Almagro. Desde el oficialismo, el ministro de Justicia, Héctor Arce, se mostró en desacuerdo diciendo que un proceso electoral sin el presidente “no es democrático, no es igualitario, no es equitativo”.
Haber estado al frente de la maquinaria del Estado durante más de una década le da a Morales una ventaja enorme frente a cualquier competidor. Prueba de ello es que el Tribunal Constitucional haya fallado a favor de Morales pasando por encima del referéndum de 2016.
El caso de Bolivia no es atípico en la región. Recientemente, el presidente hondureño Juan Orlando Hernández logró que la Corte Constitucional de su país le abriera paso a su candidatura reeleccionista, una acción expresamente prohibida por la Carta Política que los hondureños redactaron en 1982, cuando la dictadura militar todavía estaba fresca en sus memorias e hicieron obligatoria la alternancia en el poder.
Si Hernández quería convertirse en el primer presidente hondureño en ser reelecto en su país tras el regreso de la democracia, otros mandatarios latinoamericanos quieren romper récords menos modestos.
En enero 2014, la Asamblea Nacional de Nicaragua aprobó reformar la Constitución para permitir que el presidente postule su candidatura cuantas veces lo considere necesario.
Con esa bendición, en 2016, el presidente Daniel Ortega sacó adelante su tercera candidatura consecutiva, y ganó. Para el final de su mandato, en 2021, y si se suma el tiempo que estuvo al frente de la Junta Nacional de Reconstrucción, tras la Revolución Sandinista, y el de su primera estancia en la presidencia entre 1985 y 1990, Ortega habrá acumulado 25 años al frente de Nicaragua.
La marca del presidente nicaragüense supera con mucho los catorce años en el poder alcanzados por Hugo Chávez y los cuatro que cumplió en abril su sucesor, Nicolás Maduro.
En 2018 “vamos a tener, Dios mediante, pueblo mediante, la reelección de nuestro hermano Nicolás Maduro como presidente de la República”, dijo ayer el vicepresidente venezolano, en lo que se interpretó como la confirmación de que Maduro busca recortar más la diferencia de años en la presidencia que lo separan de su mentor.
Decir que la reelección indefinida le parecía una “aberración política”, entre otros “desplantes”, le costaron al presidente ecuatoriano, Lenin Moreno, su amistad con Rafael Correa, su antecesor hasta hace poco retirado en Bélgica. Correa decidió volver al ruedo político justo en el momento en que Moreno gestiona una consulta popular que permitiría poner límites a las reelecciones presidenciales. Con una sola década al frente de Ecuador, que se cierre la posibilidad de participar en otras elecciones no deja de inquietar al antiguo mandatario.
Parece que a los mandatarios latinoamericanos les gusta romper marcas. Al terminar el período presidencial para el que fue elegido en 2014, el presidente de Bolivia, Evo Morales, habrá cumplido catorce años en el poder. Esa marca personal va a unirse a otros de sus récords emblemáticos, como haber acumulado tres triunfos consecutivos en las elecciones presidenciales o el de haberse convertido, hace años, en el boliviano que durante más tiempo ha ostentado el título de presidente.
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Nada de eso parece haber sido suficiente, ni para él, que ya anunció su cuarta candidatura para la Presidencia, ni para el Tribunal Constitucional boliviano que, con el argumento de proteger el derecho de cualquier ciudadano a postularse libremente para ocupar cargos públicos, e invocando la Convención Americana de Derechos Humanos, le dio luz verde a la candidatura que Morales llevaba más de un año intentando lanzar.
El 21 de febrero de 2016, Morales convocó a los bolivianos a las urnas para eliminar, a través de un referéndum, los obstáculos constitucionales que le impedían participar por cuarta vez consecutiva a unas elecciones presidenciales.
“Mi gran deseo es que podamos batir el récord de 2009 en el que ha participado un 96 % (del censo electoral). Quisiéramos ahora pasar esa cifra, sería un día histórico en el que, por primera vez, con el voto del pueblo, se modifique la Constitución”, dijo Morales en la víspera de la consulta, en la que sólo participó el 84,5 % de los electores y en la que los votantes se expresaron en contra de una nueva aspiración presidencial.
La decisión de los miembros del Tribunal Constitucional llega cinco días antes de que los bolivianos voten para sustituir a los togados y fue fuertemente criticada por la oposición y el secretario general de la OEA, Luis Almagro. Desde el oficialismo, el ministro de Justicia, Héctor Arce, se mostró en desacuerdo diciendo que un proceso electoral sin el presidente “no es democrático, no es igualitario, no es equitativo”.
Haber estado al frente de la maquinaria del Estado durante más de una década le da a Morales una ventaja enorme frente a cualquier competidor. Prueba de ello es que el Tribunal Constitucional haya fallado a favor de Morales pasando por encima del referéndum de 2016.
El caso de Bolivia no es atípico en la región. Recientemente, el presidente hondureño Juan Orlando Hernández logró que la Corte Constitucional de su país le abriera paso a su candidatura reeleccionista, una acción expresamente prohibida por la Carta Política que los hondureños redactaron en 1982, cuando la dictadura militar todavía estaba fresca en sus memorias e hicieron obligatoria la alternancia en el poder.
Si Hernández quería convertirse en el primer presidente hondureño en ser reelecto en su país tras el regreso de la democracia, otros mandatarios latinoamericanos quieren romper récords menos modestos.
En enero 2014, la Asamblea Nacional de Nicaragua aprobó reformar la Constitución para permitir que el presidente postule su candidatura cuantas veces lo considere necesario.
Con esa bendición, en 2016, el presidente Daniel Ortega sacó adelante su tercera candidatura consecutiva, y ganó. Para el final de su mandato, en 2021, y si se suma el tiempo que estuvo al frente de la Junta Nacional de Reconstrucción, tras la Revolución Sandinista, y el de su primera estancia en la presidencia entre 1985 y 1990, Ortega habrá acumulado 25 años al frente de Nicaragua.
La marca del presidente nicaragüense supera con mucho los catorce años en el poder alcanzados por Hugo Chávez y los cuatro que cumplió en abril su sucesor, Nicolás Maduro.
En 2018 “vamos a tener, Dios mediante, pueblo mediante, la reelección de nuestro hermano Nicolás Maduro como presidente de la República”, dijo ayer el vicepresidente venezolano, en lo que se interpretó como la confirmación de que Maduro busca recortar más la diferencia de años en la presidencia que lo separan de su mentor.
Decir que la reelección indefinida le parecía una “aberración política”, entre otros “desplantes”, le costaron al presidente ecuatoriano, Lenin Moreno, su amistad con Rafael Correa, su antecesor hasta hace poco retirado en Bélgica. Correa decidió volver al ruedo político justo en el momento en que Moreno gestiona una consulta popular que permitiría poner límites a las reelecciones presidenciales. Con una sola década al frente de Ecuador, que se cierre la posibilidad de participar en otras elecciones no deja de inquietar al antiguo mandatario.