Cuando Allende visitó Colombia: un encuentro entre ideologías y unión regional
El presidente chileno vino al país en 1971, invitado por Misael Pastrana Borrero. Visitó la logia de los masones, se reunió con notables figuras de la política colombiana y asistió a una sesión en el Congreso con una sala notablemente vacía.
Hugo Santiago Caro
Lejos de los hechos del 11 de septiembre de 1973, fecha cuyo aniversario número 50 se cumple hoy, el inicio del gobierno de Salvador Allende lo trajo a Colombia en una visita de cuatro días, por demás simbólica.
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Lejos de los hechos del 11 de septiembre de 1973, fecha cuyo aniversario número 50 se cumple hoy, el inicio del gobierno de Salvador Allende lo trajo a Colombia en una visita de cuatro días, por demás simbólica.
La visita de Allende, el primer presidente abiertamente marxista y de izquierda elegido por voto popular en Latinoamérica en ese entonces, marcó una semana histórica para Colombia. Simultáneamente, durante los últimos días de agosto y los primeros de septiembre de 1971, este diario registró otro hito significativo: la llegada del equipo brasileño Santos para enfrentar a Millonarios en una serie de partidos amistosos.
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El Santos era considerado el mejor equipo del mundo en esos años y vino con el tricampeón de la Copa Mundial de Fútbol, Pelé, a bordo. Además, se destacó la primera gran victoria de un ciclista colombiano a nivel mundial: el triunfo de Martín Emilio Cochise Rodríguez en el campeonato mundial de los 4.000 metros persecución individual en Varese, Italia; y la llegada al país por primera vez de la superestrella de la canción argentina Sandro de América.
El 27 de agosto, mientras la primera página de El Espectador anunciaba la final del evento deportivo de Cochise en Europa, también detallaba las estrictas medidas de seguridad implementadas en Bogotá para recibir a Allende. El presidente chileno llegaría a la ciudad procedente de Quito, Ecuador, y se quedaría durante cuatro días. Durante su estancia sostendría varias reuniones con su homólogo conservador, Misael Pastrana Borrero, con el propósito de elaborar una declaración conjunta entre ambos países, sentando las bases para el Pacto Andino.
La primera de las grandes multitudes, catalogada como “explosión juvenil”, que recibió a los personajes de la semana en Bogotá, se dio el día anterior a esta edición del periódico, el 26 de agosto, cuando Sandro, de apenas 26 años, llegaba al aeropuerto El Dorado para presentarse durante esa misma semana en el país.
Sin embargo, lejos de aquel fervor juvenil, las grandes esferas de la sociedad de Colombia, recién salida de la experiencia del Frente Nacional y por ese entonces bajo las riendas del partido Conservador, se debatían entre los pros y los contras de la llegada de Allende.
“Los conservadores de extrema derecha estiman que con la visita de Allende puede sufrir algún resquebrajamiento el gobierno del presidente Pastrana, porque la oposición trataría de apropiarse de la misma para conseguir dividendos”, cuenta una crónica de aquel 27 de agosto.
Mientras tanto, la oposición al gobierno de Pastrana lo acusaba de que solo habían organizado actos multitudinarios en la llegada al aeropuerto y en la despedida para evitar que Allende tuviera contacto directo con los bogotanos.
En la antesala de la visita de Estado llegó el triunfo de Cochise en Italia, que en Colombia tomó por sorpresa a los aficionados a eso de las 4:00 p. m. del sábado. El tráfico en la carrera Séptima se paralizó debido a miles de aficionados que se abarrotaron en las tiendas de electrodomésticos para ver la definición de la competencia. En Bogotá ya estaba Pelé, quien se animó a felicitar al campeón mundial de ciclismo. “Felicito de todo corazón a Martín Rodríguez por este triunfo que ha dado no solo a Colombia, sino a Latinoamérica. Creo que Rodríguez debe sentirse igualmente orgulloso como yo me sentí cuando obtuve mi primer título mundial de fútbol en Suecia”, firmó.
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Llegado el gran día, el 28 de agosto, los actos protocolarios estaban listos para recibir a la delegación que llegaba desde Quito a las 11:00 a. m. a El Dorado. Mientras tanto, la edición de ese día de El Espectador le daba la bienvenida a Allende de la siguiente manera: “A Chile nos unen muchos vínculos. El más reciente de ellos es el del Grupo Andino, que está avanzando en sus objetivos y al que el gobierno del señor Allende, quien a partir de hoy es huésped de Colombia, ha comunicado un nuevo impulso. ¡Bienvenido al país, señor presidente de Chile!”.
Junto a Allende viajaba el jefe de las Fuerzas Armadas de Chile, el general Carlos Prats, quien también ocuparía el cargo de ministro de Defensa hasta poco antes del golpe de Estado en septiembre de 1973. Sería el mismo Prats quien el 23 de agosto recomendaría a Allende nombrar como su sucesor a Augusto Pinochet, su segundo al mando.
De entrada, la visita del mandatario fue contrarreloj. Llegó cerca de las 11 de la mañana de ese domingo y sus primeras horas en Colombia las dedicó a visitar la Casa museo de Jorge Eliécer Gaitán, reunirse unas dos horas con parlamentarios colombianos, presentar una ofrenda floral en el monumento de Simón Bolívar en la Quinta de Bolívar, en La Candelaria, donde fue homenajeado en un banquete ofrecido por su homólogo Pastrana. Según recoge El Espectador, ambos mandatarios dejaron de lado sus amplias diferencias ideológicas y en su primer encuentro coincidieron en puntos comunes en sus discursos, como la necesidad de una integración regional.
Sin embargo, tal vez el punto más notable de la agenda fue la visita de Allende a la sede de los masones en Bogotá, donde fue recibido por más de 800 miembros de la logia. “Su discurso esa noche es una verdadera obra maestra del pensamiento de Allende, su relación con los masones y en un momento en el que él estaba tomando definiciones, vale la pena revisarlo”, afirma a El Espectador el expresidente Ernesto Samper.
“Hay países en los que nadie se puede imaginar que puede haber elecciones porque no hay Congreso, ni partidos ni organizaciones sindicales. Por eso pisamos ese sendero dentro de las leyes de la democracia burguesa, comprometidos a respetarlas, pero al mismo tiempo a transformarlas, para hacer posible que el hombre de Chile tenga una existencia distinta”, reza parte del discurso de Allende. En la agenda de ese primer día solo le faltó a Allende asistir a El Campín para ver la derrota de Pelé y su Santos contra Millonarios por 1-0.
Tanto frente a la logia como en el Congreso de la República, al día siguiente, Allende reafirmó la tesis central de su mensaje a los colombianos: su visita no buscaba exportar la revolución chilena. “No exportamos la revolución chilena, por razones muy sencillas: porque algo sabemos de las características de cada país. Para exportar democracia y libertad tiene que haber algunas condiciones que no tienen la inmensa mayoría de los pueblos latinoamericanos”, afirmó con los masones, mientras que frente al Congreso complementó insistiendo en que era profundamente respetuoso de la no intervención y el diálogo. En el recinto del Senado brillaron por su ausencia la bancada de mayoría conservadora, en especial los grupos de congresistas leales a Mariano Ospina Pérez y al liberal Julio Cesar Turbay.
Allende recorrió también Chapinero en un vehículo que se detuvo varias veces para saludar a la gente. También fue llevado a la Feria Internacional de Bogotá, donde izó la bandera de su país en un día en el que terminó en una segunda reunión privada con el presidente Pastrana. Allí redactaron la declaración conjunta sobre el Pacto Andino (hoy Comunidad Andina), el principal motivo de su visita.
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No pasó desapercibido que esa noche Allende se convirtió en padrino de Raúl y Fidel Castro. No se trata de los gestores de la revolución cubana, sino de los hijos de un hombre llamado Luis Guillermo Castro. La ceremonia se celebró en la Embajada de Chile y fue presidida por Alfonso Vanegas, sacerdote cercano a Camilo Torres y que por ese entonces había sido apartado de la Iglesia católica por sus ideales políticos.
A pesar de la resistencia de diversos sectores políticos a la visita del presidente marxista, entre lunes y martes Allende alcanzó a sostener reuniones con el expresidente Alberto Lleras Camargo, el exgeneral y entonces líder de la Alianza Nacional Popular (Anapo), Gustavo Rojas Pinilla, y los futuros presidentes de Colombia Julio Cesar Turbay y Alfonso López Michelsen.
La visita se cerró con la firma de la declaración conjunta el martes 31, a las 4:00 p. m., en la que los dos mandatarios sentaron los principios de una cooperación internacional basada en el respeto por los pensamientos de los pueblos y un férreo compromiso por la no intervención en los asuntos internos de los otros Estados.
“Los dos presidentes destacan en especial que ningún Estado puede aplicar o estimular medidas coercitivas políticas y económicas para forzar la voluntad de otro Estado y obtener de este ventajas de cualquier naturaleza”, concluye uno de los puntos de la declaración. Allende y su esposa dejaron el país el miércoles cerca de las 9:30 a. m., después de la última recepción que ofreció el gobierno de Pastrana en su honor.
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