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“Esta conferencia tiene muchas expectativas. A veces, cuando se generan grandes expectativas y esperanzas, también pueden generarse grandes decepciones. Espero que no sea lo segundo, que sea lo primero y (las expectativas) se vuelvan realidad”. Con esas palabras el presidente de Colombia, Gustavo Petro, instaló el martes la mesa de la Conferencia Internacional sobre el Proceso Político en Venezuela, un evento convocado por él que reunió a representantes de casi una veintena de países con un objetivo común: destrabar los diálogos entre la oposición venezolana y Nicolás Maduro.
Las palabras iniciales de Petro tienen un enorme peso. Puede ser la primera vez que parece reconocer que el desafío que tiene entre manos, como facilitador de una salida a la crisis en el país vecino, es gigantesco, y que puede haber resultados que no dejen satisfechos a todos. Esa reflexión llega luego de las 24 horas más difíciles para la misión de Petro como pacificador de Venezuela. Y es que el lunes dos elementos puntuales amenazaron con sacudir la cumbre: la desconexión con la oposición venezolana y la aparente falta de voluntad de Maduro para negociar.
Lo primero se refiere al caso del líder opositor Juan Guaidó, quien luego de llegar sorpresivamente a Colombia el lunes en la madrugada, atravesando la frontera de manera irregular, salió con destino a Miami en la noche. El suceso se dio en medio de roces con la oposición venezolana, que se ha quejado por la falta de comunicación con el gobierno Petro. Aunque la Cancillería buscó aclarar los hechos e informó que Guaidó fue enviado a Miami en una operación conjunta con Estados Unidos, quedan muchas dudas. Si el líder opositor había manifestado estar en peligro y que su intención era ir a EE. UU. desde el principio, ¿por qué el Gobierno colombiano se dirigió a él de esa manera? Las palabras del canciller Álvaro Leyva no ayudaron, pues fueron retadoras: “corre riesgo”, dijo sobre Guaidó, entendiéndose que el riesgo significaba la expulsión del país. Por eso, cuando se corrió el rumor de que Guaidó salía hacia Miami, se pensó que se trataba de una deportación y un nuevo desaire con la oposición. Por otro lado, si había una operación para sacar a Guaidó del país, ¿por qué no se comunicó mejor cuando ocurrió? Todo sugiere que había descoordinación y falta de comunicación. Esto tiene su peso.
“El episodio con Guaidó y el manejo deficiente del Gobierno de Colombia sobre el incidente está sirviendo para que sectores políticos con reservas a la posibilidad de una solución negociada al conflicto en Venezuela traten de desacreditar los esfuerzos del Gobierno colombiano con la realización de la conferencia”, dijo Mariano de Alba, asesor sénior para Latinoamérica del International Crisis Group.
Pero para el experto el episodio de Guaidó no tendrá demasiada importancia al final. De Alba dice que “lo fundamental en lo inmediato parecer ser que se implemente el fondo para la inversión social”, el cual es uno de los consensos de la cumbre del martes. Sin embargo, también estaban, por otro lado, los deseos de Maduro y su visible falta de voluntad por el diálogo. Sus demandas son altas. En la víspera de la cumbre, el gobierno chavista condicionó el diálogo no solo al levantamiento de las sanciones, sino también a la liberación de los fondos congelados de Venezuela, la liberación de Álex Saab y el cese de las investigaciones en tribunales de EE. UU. y de la investigación de la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad en Venezuela.
“Como me decía mi mamá: ‘Y no quieres una limonadita de mango también’”, dijo, burlándose de las peticiones de Maduro, la politóloga venezolana Nastassja Rojas Silva. Cinco demandas muy ambiciosas, la mayoría son improbables.
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Al final esto tampoco torpedeó el rumbo de la cumbre. Para De Alba, sobre los deseos de Maduro, “la declaración final del canciller Leyva (al final de la cumbre) recoge la exigencia de que se implemente el fondo para la inversión social”. Eso se ha condicionado el regreso a la negociación en México a la implementación de ese fondo, que básicamente contempla que fondos del Estado venezolano congelados en el exterior sean transferidos a un fondo para que agencias de la ONU implementen proyectos que podrían mejorar las condiciones de vida de los venezolanos”.
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La implementación de este fondo, que fue algo que se acordó en noviembre de 2022 a través del Acuerdo Parcial para la Protección del Pueblo Venezolano, fue uno de los tres puntos en los que coincidieron los invitados a la cumbre. Solo se trata de acompañar a las partes para que cumplan con lo ya acordado el año pasado. ¿Es ese un éxito? De acuerdo con De Alba, no hubo ningún logro puntual en la conferencia.
“Todavía hay que esperar para concluir que la cumbre fue provechosa. Lo que sí se puede reconocer desde ya es que el Gobierno de Colombia ha logrado -con el beneplácito del propio Maduro- volver a poner cierta dosis de atención internacional sobre la necesidad de que haya una resolución de la crisis venezolana, asomando un camino medianamente claro para ello: que Estados Unidos haga las gestiones para asegurar la implementación del fondo para la inversión social y que el gobierno de Maduro vuelva a la negociación de México”, dijo De Alba.
Los otros dos puntos son los que ha resaltado Petro: tener un cronograma electoral, para cumplir con la demanda de la oposición, y paralelo a esto ir levantando las sanciones, como demanda Maduro. Es decir, trabajar sobre “dos rieles”. ¿Es eso viable? “Sí, pero va a requerir una comunicación constante y fluida entre el gobierno estadounidense y el gobierno de Maduro para acordar qué sanciones se pueden ir flexibilizando en la medida en que en se vaya definiendo el cronograma electoral y se acuerden mejores en las condiciones electorales que otorguen garantías para todos los actores políticos en Venezuela. Habrá que ver si se cumple”, señaló De Alba.
El Gobierno colombiano anunció que habría otra cumbre. Según De Alba, parece ser que la intención del Gobierno es que los 20 países participantes en la conferencia del martes se constituyan en un grupo permanente para hacer seguimiento al cumplimiento de los acuerdos.
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