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La Corte Suprema de Estados Unidos derogó el viernes el histórico fallo de Roe vs. Wade, el cual permitió que las mujeres accedieran al aborto en todo el país al declararse que no se podían dictar leyes que restringieran la interrupción del embarazo. Al manifestar que “la Constitución no confiere el derecho al aborto”, el máximo tribunal permitió que cada estado defina qué barreras le pone a la restricción del embarazo. Así, 26 estados impusieron de inmediato más limitaciones al aborto, algunas casi totales o absolutas, dejando a por lo menos 33 millones de mujeres a la deriva.
Fue un terremoto político y social, pero de ninguna manera algo que podamos calificar como “sorpresivo”. Detrás de esta decisión hay un trabajo de años de los republicanos para reformar el Poder Judicial Federal a su antojo. Y dicha operación no hubiera sido posible sin la administración de Donald Trump.
Durante su mandato, Trump designó a 54 jueces en tribunales federales de apelación, uno menos que Barack Obama en sus ocho años de gobierno. La cantidad no es lo único que importa, sino también la ubicación: sus nombramientos cambiaron la balanza en varios tribunales de apelaciones a favor de los republicanos. Además, nominó a tres jueces para la Corte Suprema, la mayor cantidad registrada por cualquier presidente desde Ronald Reagan, y una cantidad considerable para tener solo un término. En total, Trump puso en el tablero a 226 jueces.Estos nombramientos comparten ciertas características: son jueces en su mayoría blancos, hombres, jóvenes y extremadamente conservadores. Al final de su mandato, Trump logró designar más de una cuarta parte de los jueces federales actualmente activos. Por esto, además de ser considerado como su mayor legado, puede verse como el verdadero “muro” que quería levantar y el gran as bajo la manga del Partido Republicano hoy.
“Nuestros derechos humanos y nuestros derechos individuales básicos se han deteriorado tanto, que se han manifestado en una sola semana. Todo eso es parte del legado de Trump, y creo que es importante que la gente lo reconozca”, le dijo Mai El-Sadany, abogada de derechos humanos en Washington, que participó en una protesta frente a la Corte Suprema luego de la decisión sobre el aborto, a la NBC.
Ya no cabe duda de que la gente tendrá presente la influencia de Trump en la decisión sobre el aborto. Los jueces que él nominó, al fin y al cabo, fueron quienes inclinaron la balanza a favor de la derogación de Roe vs. Wade en la Corte Suprema. El mismo expresidente se ha adjudicado el crédito por la noticia del viernes: “La decisión de hoy, que es la mayor victoria por la vida en una generación, junto con otras decisiones que se han anunciado recientemente, solo fueron posibles porque entregué todo según lo prometido”, dijo en un comunicado.
Sin embargo, cabe destacar que el trabajo no fue de Trump, sino del entonces líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, artífice de la maquinaria para que las nominaciones fueran aprobadas, y sobre todo de su vicepresidente, Mike Pence, mucho más extremista que Trump en cuestiones sociales y encargado de buscar los candidatos. Pero, ¿por qué importa tanto hoy el legado de Trump en los tribunales?
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La decisión sobre el aborto, cuyo impacto en las mujeres hemos profundizado, no fue la única gran opinión publicada por la Corte Suprema esta semana. El tribunal también se pronunció sobre el caso de la Asociación de Rifles y Pistolas del Estado de Nueva York contra Bruen, con el que anuló una ley que imponía una de las restricciones más estrictas al porte de armas de fuego en el país y defendió, por primera vez en la historia, “el porte de armas para defensa propia fuera del hogar”. Es decir, la Corte Suprema les dio una gran victoria a los entusiastas de las armas. La próxima semana vendrán más casos de interés para los republicanos.
Por un lado, está West Virginia vs. Agencia de Protección Ambiental (EPA), cuya decisión podría limitar la capacidad de la EPA para regular las emisiones de dióxido de carbono de las centrales eléctricas; también Biden vs. Texas, en el que se examina una de las políticas migratorias más agresivas del expresidente Trump, con la que se devuelven a México ciertos extranjeros indocumentados, y Kennedy vs. el Distrito Escolar Bremerton, que tiene de fondo la libertad de expresión y el derecho a orar en espacios públicos o privados. Con los antecedentes de esta semana, se esperan más victorias para los republicanos en el máximo tribunal. ¿Hasta dónde sería capaz de llegar la mayoría derechista que dejó Trump en la Corte Suprema?
Basta con revisar las palabras escritas por el juez Clarence Thomas en la decisión sobre el aborto publicada el viernes. Thomas dijo: “Habrá que reconsiderar todos los precedentes sustantivos del debido proceso de esta Corte, incluidos Griswold, Lawrence y Obergefell”. Estos son casos sobre el derecho a los anticonceptivos y las relaciones de parejas del mismo sexo. En la actualidad, hay activistas ultraconservadores que están impulsando medidas tan extremas como la prohibición del uso de condones, y dichos casos podrían llegar hasta el máximo tribunal a través de los jueces de la era Trump. Ante esto, es indudable que la composición de los tribunales se volverá un factor de decisión clave para la ciudadanía de cara a las elecciones. Satisfechos por los resultados conseguidos hasta ahora, los republicanos saldrán a las urnas buscando el regreso de su partido al poder en el Congreso, mientras que los demócratas considerarán la amenaza de la tendencia que dejó Trump en los tribunales a la hora de votar. El debate sobre una reforma a la Corte Suprema también resonó tras la decisión del aborto.
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Para Madiba Dennie, consejera en el programa Democracia del Centro Brennan, “con el comportamiento extremista de la Corte Suprema, la necesidad de una reforma sustantiva es imperativa, si queremos tener un Poder Judicial que refleje una democracia funcional”. Según dice, la Corte se ha alineado con una agenda conservadora, poniendo en duda su legitimidad y poder, y citando las posturas del alto tribunal frente al aborto y a la participación política (derecho al voto), aspectos en los que llevan el mayor peso las comunidades de color. La experta establece que “la Corte Suprema ha hecho que “las personas más perjudicadas sean las menos capaces de aprovechar las herramientas democráticas estándar para mejorar el daño. Simplemente no es así como debería funcionar una democracia”.
“Dobbs (el caso que sirvió para derogar el derecho al aborto) es solo el comienzo”, resalta Dennie.
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