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                                                                                                                                Contenido Patrocinado
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                                                                                                                                Descalzos y sin mirar atrás, huían del horror: son los recuerdos del 11-S

                                                                                                                                Los atentados contra las Torres Gemelas fueron un golpe muy fuerte no solo para los neoyorquinos, en un país que solo había vivido una situación como esta a través del cine o los noticiarios y que dio un vuelco a la vida de todos.

                                                                                                                                Ruth E. Hernández Beltrán / EFE

                                                                                                                                Los atentados contra las Torres Gemelas fueron un golpe muy fuerte no solo para los neoyorquinos, en un país que solo había vivido una situación como esta a través del cine o los noticiarios y que dio un vuelco a la vida de todos.
                                                                                                                                Foto: AFP - ANDREA BOOHER
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                ¿Ya está enterado de las últimas noticias en el mundo? Lo invitamos a ver las últimas noticias internacionales en El Espectador.

                                                                                                                                También la imagen de otros, que detuvieron su carrera y lloraban sin consuelo, desmoronados, impotentes, sentados frente a edificios, a un paso de la estación Grand Central, donde muchos llegaron en un intento baldío por salir de la ciudad.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Y cuando aún la ciudad no se recuperaba del estupor, sus habitantes vieron horrorizados cómo otro avión chocó contra la torre sur, diecisiete minutos después del primero, en momentos en que miles de personas estaban en sus centros de trabajo en el complejo popular y turístico del World Trade Center, en el Distrito Financiero de la Gran Manzana. Entonces las dudas se despejaron: no se trataba de un accidente.

                                                                                                                                Temprano esa mañana me disponía a cubrir las primarias demócratas cuando recibí la llamada que me dejó paralizada. Miré la televisión y no podía creer lo que veía. Salí rápidamente del apartamento pero mi tren fue detenido y desalojado en El Barrio, el reducto latino de Harlem.

                                                                                                                                En ese barrio, habitualmente bullicioso por la música a todo volumen que sale de los comercios, aquel día no era así. Empleados y transeúntes escuchaban atentos las noticias de lo que sucedía en el Distrito Financiero, en el bajo Manhattan. Varios vecinos habían colocado radios en las ventanas de sus apartamentos, lo que también se repitió en otras áreas de la ciudad.

                                                                                                                                Yo iba tomando nota de todo, cuando de pronto escuché algo que me estremeció: “Se cayeron las torres, ¡las dos!”, gritó un hombre desde la ventana de su apartamento a otro vecino al otro lado de la calle. En ese momento sentí me invadió esa desesperación que sentimos los periodistas por estar en el lugar donde todo estaba pasando.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Le puede interesar: Los tesoros arqueológicos que se guardaban en el World Trade Center

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Los atentados contra las Torres Gemelas fueron un golpe muy fuerte no solo para los neoyorquinos, en un país que solo había vivido una situación como esta a través del cine o los noticiarios y que dio un vuelco a la vida de todos.

                                                                                                                                Mientras recorría las calles vi llanto y desesperación entre los que intentaban hacer una llamada desde un teléfono público, sin éxito. No había líneas telefónicas y yo ni siquiera podía llamar a la oficina y dictar lo que hasta ese momento había visto.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Salí de El Barrio en uno de los autobuses que intentaban sacar al mayor número posible de gente de las calles. Allí todos hablaban a la vez, preocupados por lo sucedido mientras yo observaba cómo en cada entrada al metro a lo largo de la ruta había policías.

                                                                                                                                Un avión de reconocimiento comenzó a sobrevolar la zona del desastre. A mi alrededor, en la Quinta Avenida, me topaba con grupos de gente que huían hacia la estación, pero también la mítica Grand Central estaba siendo desalojada. Tampoco el metro funcionaba: solo se podía salir de Manhattan en autobuses o ferris abarrotados de gente despavorida.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Tras llegar a la oficina y mandar mi primer reporte, pensé: ¿dónde pueden haber llevado a las víctimas? Muy probablemente, al hospital Saint Vincent, cercano a las torres. Ya todas sus inmediaciones eran un hervidero de batas blancas, médicos y enfermeras con camillas recibiendo a las víctimas y familiares desesperados.

                                                                                                                                Ya en ese momento la policía había cerrado el acceso a la zona baja, llena de un humo negro, y los periodistas no podíamos acercarnos al lugar de la catástrofe, lo que luego se conoció como la “zona cero”. Hacia ella se dirigían camiones con soldados y tanques de guerra, además de bomberos y ambulancias con las sirenas atronando en el aire, entre aplausos de los neoyorquinos que les gritaban “héroes”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Le puede interesar: Así fue la labor de los perros de rescate tras la caída de las Torres Gemelas

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                                                                                                                                Como periodista, uno de los trabajos más desgarradores de mi carrera fue entrevistar a familiares que buscaban con fotos a sus seres queridos. Algunos forraron las calles con esas instantáneas y la palabra “missing” (desaparecido) o “¿lo has visto?”.

                                                                                                                                No hubo un día que no llorara con ellos, y también más tarde al llegar a mi casa. Era muy difícil no hacerlo.

                                                                                                                                Los atentados contra las Torres Gemelas fueron un golpe muy fuerte no solo para los neoyorquinos, en un país que solo había vivido una situación como esta a través del cine o los noticiarios y que dio un vuelco a la vida de todos.
                                                                                                                                Foto: AFP - ANDREA BOOHER
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                ¿Ya está enterado de las últimas noticias en el mundo? Lo invitamos a ver las últimas noticias internacionales en El Espectador.

                                                                                                                                También la imagen de otros, que detuvieron su carrera y lloraban sin consuelo, desmoronados, impotentes, sentados frente a edificios, a un paso de la estación Grand Central, donde muchos llegaron en un intento baldío por salir de la ciudad.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Temprano esa mañana me disponía a cubrir las primarias demócratas cuando recibí la llamada que me dejó paralizada. Miré la televisión y no podía creer lo que veía. Salí rápidamente del apartamento pero mi tren fue detenido y desalojado en El Barrio, el reducto latino de Harlem.

                                                                                                                                En ese barrio, habitualmente bullicioso por la música a todo volumen que sale de los comercios, aquel día no era así. Empleados y transeúntes escuchaban atentos las noticias de lo que sucedía en el Distrito Financiero, en el bajo Manhattan. Varios vecinos habían colocado radios en las ventanas de sus apartamentos, lo que también se repitió en otras áreas de la ciudad.

                                                                                                                                Yo iba tomando nota de todo, cuando de pronto escuché algo que me estremeció: “Se cayeron las torres, ¡las dos!”, gritó un hombre desde la ventana de su apartamento a otro vecino al otro lado de la calle. En ese momento sentí me invadió esa desesperación que sentimos los periodistas por estar en el lugar donde todo estaba pasando.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Mientras recorría las calles vi llanto y desesperación entre los que intentaban hacer una llamada desde un teléfono público, sin éxito. No había líneas telefónicas y yo ni siquiera podía llamar a la oficina y dictar lo que hasta ese momento había visto.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Salí de El Barrio en uno de los autobuses que intentaban sacar al mayor número posible de gente de las calles. Allí todos hablaban a la vez, preocupados por lo sucedido mientras yo observaba cómo en cada entrada al metro a lo largo de la ruta había policías.

                                                                                                                                Un avión de reconocimiento comenzó a sobrevolar la zona del desastre. A mi alrededor, en la Quinta Avenida, me topaba con grupos de gente que huían hacia la estación, pero también la mítica Grand Central estaba siendo desalojada. Tampoco el metro funcionaba: solo se podía salir de Manhattan en autobuses o ferris abarrotados de gente despavorida.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Tras llegar a la oficina y mandar mi primer reporte, pensé: ¿dónde pueden haber llevado a las víctimas? Muy probablemente, al hospital Saint Vincent, cercano a las torres. Ya todas sus inmediaciones eran un hervidero de batas blancas, médicos y enfermeras con camillas recibiendo a las víctimas y familiares desesperados.

                                                                                                                                Ya en ese momento la policía había cerrado el acceso a la zona baja, llena de un humo negro, y los periodistas no podíamos acercarnos al lugar de la catástrofe, lo que luego se conoció como la “zona cero”. Hacia ella se dirigían camiones con soldados y tanques de guerra, además de bomberos y ambulancias con las sirenas atronando en el aire, entre aplausos de los neoyorquinos que les gritaban “héroes”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Le puede interesar: Así fue la labor de los perros de rescate tras la caída de las Torres Gemelas

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                                                                                                                                Como periodista, uno de los trabajos más desgarradores de mi carrera fue entrevistar a familiares que buscaban con fotos a sus seres queridos. Algunos forraron las calles con esas instantáneas y la palabra “missing” (desaparecido) o “¿lo has visto?”.

                                                                                                                                No hubo un día que no llorara con ellos, y también más tarde al llegar a mi casa. Era muy difícil no hacerlo.

                                                                                                                                Por Ruth E. Hernández Beltrán / EFE

                                                                                                                                Temas recomendados:

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