“Desideologizar” la integración regional: una visión en clave económica
El secretario del Sistema Económico Latinoamericano (SELA) afirma que este tipo de procesos deben mantenerse al margen de los “compases políticos”. Explica cómo los países tratan de trabajar en conjunto para, por ejemplo, tener comunicaciones, actividad portuaria, gestión del riesgo, entre otras actividades, de forma coordinada. Da sus perspectivas, además, sobre la moneda común que se ha propuesto para la región.
María Alejandra Medina
Clarems Endara es secretario permanente del Sistema Económico Latinoamericano, creado en 1975 con el fin de coordinar y concertar posiciones y estrategias en esa materia a escala regional y de cara al resto del mundo. Estuvo de visita en Colombia, en donde participó en un seminario sobre oportunidades de convergencias regionales, promovido por la Universidad Externado, CAF y el centro de pensamiento Corporación Escenarios, presidida por Ernesto Samper. En esta entrevista habla de las perspectivas para lograr un alineamiento entre países para alcanzar objetivos comunes justo cuando el mundo enfrenta crisis como la económica.
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Clarems Endara es secretario permanente del Sistema Económico Latinoamericano, creado en 1975 con el fin de coordinar y concertar posiciones y estrategias en esa materia a escala regional y de cara al resto del mundo. Estuvo de visita en Colombia, en donde participó en un seminario sobre oportunidades de convergencias regionales, promovido por la Universidad Externado, CAF y el centro de pensamiento Corporación Escenarios, presidida por Ernesto Samper. En esta entrevista habla de las perspectivas para lograr un alineamiento entre países para alcanzar objetivos comunes justo cuando el mundo enfrenta crisis como la económica.
¿Cómo le fue en su visita a Colombia?
El resultado ha sido gratamente satisfactorio. Estas coincidencias entre los mecanismos de integración, estados interesados y personalidades como el presidente Samper impulsan el trabajo coordinado que extraña nuestra región. Hemos podido evidenciar que ha habido una ausencia de los últimos años en cuanto a tener un nivel de coordinación amplio; sabemos, por ejemplo, cuánto ha sufrido Celac para resurgir y poder armar una agenda. Nos hemos propuesto desde el SELA respaldar esos esfuerzos para que Celac pueda cumplir con sus objetivos, pero también cumplir con el plan de trabajo que tiene el SELA.
Lo que ha pasado en Bogotá es una exposición de los mecanismos de integración asistentes, la identificación de los problemas que se tiene para poder hablar de una convergencia y la búsqueda de un alineamiento de temas comunes. Creemos que lo que se ha podido resolver alrededor de esas reuniones va a permitir avanzando hacia la alineación de las agendas comunes de los distintos mecanismos de integración, y obviamente, como fue convocado también para poder analizar la viabilidad de institucionalizar la Celac, e inclusive se hablaba de la posibilidad de reinstitucionalizar Unasur después de aquel cierre técnico de su sede en Quito.
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En Buenos Aires, en la cumbre de la Celac, se suscribió un acuerdo entre las secretarías de distintos órganos de integración para alcanzar “alianzas estratégicas” que atiendan necesidades comunes. ¿A qué tipo de alianzas se refieren?
Lo primero que nos han pedido los países es que no se dupliquen funciones y se vea un mecanismo de convergencia con los organismos ya existentes en la región. A partir de eso lo que he hecho el SELA es recopilar el trabajo institucional que han ido avanzando estos bloques de integración, algunos de los cuales incluso ya llegan casi a los 60 años de trayectoria.
Desde el foro que realizamos en Buenos Aires en diciembre el objetivo es alinear agendas a través de una alianza productiva, es decir, buscar qué es lo que mejor han podido desarrollar los mecanismos de integración, como la Comunidad Andina, Mercosur o la Alianza del Pacífico, para ver su alineamiento con el resto de los organismos y buscar la construcción de una agenda común, que será reafirmada con la voluntad de los países.
Con este alineamiento podremos tener una matriz que identifique coincidencias en el trabajo que realizamos y cómo hacemos una proyección de una agenda regional con base en eso y así no partir de cero. El 13 de marzo ya deberíamos tener el reporte de cada secretaría en relación a una matriz diseñada por cinco ejes temáticos, cada eje responde específicamente a los intereses expresados por la propia membresía, tanto en la declaración de Celac y los trabajos que han ido desarrollando cada una de estas secretarías, y ahí empieza un trabajo de escritorio y casi técnico donde se involucran la secretarías para hacer propuestas ya de alcances regional.
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¿En qué áreas, por ejemplo?
Un tema tangible: la liberación de los costos de roaming. Hicimos un foro para ver cómo está la región al respecto, y evidenciamos positivamente que en la Comunidad Andina ya se aplica, es decir, las llamadas de voz y el uso de datos por ejemplo con la línea de Colombia en Perú, Ecuador o Bolivia no tiene un costo extra, se han desmontado estos costos. El Mercosur tiene una normativa avanzada, y ya se aplica en dos de sus países inclusive con uno extra-Mercosur. El SICA tiene una práctica similar, le falta alcanzar una parte regulatoria para concluirla. El Caricom tiene serias dificultades para poderlo avanzar, está en un proceso muy incipiente, pero pensamos utilizar toda esa experiencia que han desarrollado, por ejemplo, en la Comunidad Andina, en cuanto a estudios, riesgo de pérdida de mercado, ventajas de aumento del mercado, para poder alinear una política común en toda la región. El impacto social de esto es alto porque tenemos una alta migración y movilidad de nuestros ciudadanos en la región.
¿Qué avances recientes se han logrado desde el SELA?
Partimos el 2021 con la renovación de nuestro plan de trabajo. Les preguntamos a los países: qué atiende su Plan Nacional de Desarrollo que creas que se puede exteriorizar o regionalizar. También, en qué te puede ayudar el SELA en el desarrollo de ese plan nacional y en el desarrollo estratégico de tu enfoque de región. Descubrimos que todos los países, pese a su modelo económico o el tamaño de su Producto Interno Bruto, tienen problemas comunes, así que los hemos enfocado en ejes para su tratamiento.
En primer lugar, está la recuperación económica, pues venimos de una pandemia, estamos sufriendo los efectos de una guerra que está al otro lado del mundo, además del efecto económico acumulado desde la crisis por los quiebres financieros en el mundo en 2008, la tensión comercial entre Estados Unidos y China, entre otros. La economía se reactiva desde las pymes, la agricultura familiar, que son los que más han sufrido cierres por la pandemia, y con enfoque de género. Se trata tanto de poder llegar a capacitar a los funcionarios que diseñan las políticas públicas como de facilitar por ejemplo la identificación de sus nichos productivos, cómo encontrar insumos para su producción con orientación hacia las pymes.
Otro problema que tenemos en la región es que nuestro diseño productivo se ha venido desarrollando con una óptica hacia los grandes mercados (China, Estados Unidos, Unión Europea), lo que dificulta que se beneficie a la propia región, y lo hemos evidenciado con los problemas de logística, no solo por la guerra o el COVID, sino en el evento en el Canal de Suez: un movimiento técnico de un barco terminó bloqueando el canal y afectando los flujos comerciales mundiales, con nuestros países de la región como los más afectados porque tienen una economía incipiente en la mayoría de los casos. Así que la logística es otro gran tema para la recuperación económica. Esto tiene que verse de una forma integral. Desde el 2014, hemos estado incentivando una red o una comunidad de puertos logísticos y colaborativos, con el afán de sentar a públicos y privados en una mesa de diálogo entre ambos para discutir mejoras en la conectividad, para hacer el comercio mucho más eficiente, más económico, sobre todo mucho más digital.
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Un segundo eje es digitalización e infraestructura. Sabemos, por ejemplo, que tenemos un gran potencial eléctrico en la región. Colombia es uno de los de los proponentes, y una de las ideas del presidente Petro es ver cómo se puede interconectar eléctricamente desde Canadá hasta el último punto de población que tenemos en la región al sur. La región es una de las que más opciones han podido implementar en cuanto a energía alternativa, así que uno de los ejes de discusión dentro del SELA tiene que ver con electrificación y energía alternativa.
Y por supuesto interconectividad, que sabemos que es una gran deuda. La pandemia no nos ha llegado a todos de la misma forma, los lugares más alejados y con menos conexión son los que más han sufrido con consecuencias sociales y educativas.
El tercer eje es donde hemos logrado calzar los temas de migración, un tema álgido en los últimos años. Abrimos la discusión el año pasado con la colaboración de Celac, y planteamos discutir la migración desde un punto de vista positivo: por ejemplo, cómo aporta la migración al desarrollo productivo de los países, con medidores que han ido aplicando algunos países y que queremos utilizar como modelo para toda la región. Otra ala en ese eje es el riesgo de desastres, sumamente priorizado por los países del Caribe y Centroamérica por la naturaleza propia de su ubicación geográfica. Ahí tenemos actividades que tienen que ver con prevención de riesgo de desastres y capacitación de los países para mantener los servicios sociales. Otra tiene que ver con contar con un protocolo para la reacción común en la región.
Finalmente, la cooperación sur-sur, que ya venimos trabajando desde hace 16 años, para exponenciar entre los países el potencial que tenemos en la cooperación con nosotros mismos. El objetivo es poder tener ese conocimiento en una plataforma accesible para que incluso los propios municipios, que ya tienen potestades de relacionamiento internacional en la mayoría de los casos en la región, puedan encontrar niveles de cooperación con sus iguales de manera inmediata.
Estamos ante un nuevo ascenso del progresismo en la región, pero en condiciones muy distintas: con márgenes menos holgados, con crisis económicas, etc. ¿Qué tan posible es que realmente se destinen recursos y esfuerzos para la integración cuando en casa hay problemas más graves o urgentes que atender?
He aprendido a ver a la integración con periodos un poco más extensos. Me ha sorprendido gratamente que muchos de los mandatarios te hablan de la desideologización de los procesos de integración. El objetivo es llegar a una institucionalidad de los procesos que precisamente no esté tanto al compás de los tonos políticos, sino más al servicio de la ciudadanía. Veamos lo lamentable que ha sido el cierre técnico de Unasur, la mayoría de los países tenía inscritos proyectos de impacto en cuanto a infraestructura o conectividad que lamentablemente se han visto postergados porque se dio un perfil político detrás o pensaron que había una instrumentalización.
Se ha hablado de la creación de una moneda común. Ha sido una idea criticada, mientras otros ven que hay mucha desinformación al respecto por no ser propiamente una moneda corriente, sino una herramienta contable. ¿Cómo ven esta idea desde el SELA?
Tenemos unos diálogos planteados en nuestro plan de trabajo este año para discutir mecanismos de compensación y alternativas de pago de operaciones. Cuando hablo de mecanismos de compensación es algo que ya ha funcionado. ALADI lo tiene, funcionó muy bien hace un par de años, el ALBA también a través del Sucre, que no es una moneda tangible sino una anotación contable entre bancos centrales. Llegar a una moneda común requiere mucho más trabajo. Sabemos que la mayoría de nuestros procesos de integración subregionales no han llegado a un nivel de profundidad que vaya más allá de una unión aduanera. Para llegar a utilizar una moneda común deberíamos constituir un mercado único siguiendo un poco todo el proceso que hizo la Unión Europea, y para ello se necesita una armonización de las políticas monetarias y macroeconómicas de los países. Creo que es algo de mucho compromiso, requiere mucho trabajo. Por supuesto cuando se encuentre un nivel de coincidencia como el indicado creo que será posible discutir acerca de una moneda única.
Usted está radicado en Caracas y no podría dejar de preguntarle cómo ve a Venezuela en medio de esta recomposición política en la región en la que ha ido saliendo un poco del aislamiento en el que estaba.
El SELA no es un órgano de concertación política, tratamos de plantear estrategias precisamente para poder converger en la región. Sobre cómo vemos la apertura de relaciones bilaterales en la región, obviamente es un aporte invaluable para que los procesos de integración funcionen. No habíamos visto históricamente un cierre de una frontera a ese nivel desde hace mucho tiempo, cierre que hace mucho daño al comercio, a la gente, las familias, que en el día a día saben lo que es circular entre uno y otro país.
Hay una gran repotenciación en esa relación bilateral. Entiendo por sus diálogos que tienen una agenda positiva que incluso ha sido reflejada en la suscripción de un acuerdo comercial complementario, así como el retomar la confianza para recibir la inversión extranjera en ambos países.
¿Qué decir respecto a la flexibilización de sanciones por parte de Estados Unidos? ¿Ya se ve algún efecto?
Si hay una reactivación económica bastante interesante en Venezuela. El tema de algunas flexibilizaciones, porque tenemos entendido que no han sido levantadas ninguna de las medidas tangibles en cuanto al bloqueo, que le están permitiendo reactivarse económicamente. El ámbito productivo en Venezuela también está por buen camino, y esto se puede reflejar precisamente en los casi 30 millones de habitantes que viven el día a día acá y consumen los productos nacionales.
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