“Destruyeron algo en mí”: expresos de Irak llegan a EE. UU. en busca de justicia
Más de dos décadas después de que imágenes como la de Al-Ejail revelaron ante el mundo los horrores vividos en la cárcel a las afueras de Bagdad, la Justicia de EE.UU. oirá los testimonios de algunas de las víctimas de la llamada “guerra contra el terror”.
Sentado en el estrado, vestido con un traje azul oscuro y una corbata roja, Salah Al-Ejaili observó detenidamente la fotografía de un hombre desnudo, de pie, en una celda de paredes grises, con las manos amarradas detrás de la cabeza y una bolsa negra tapándole la cara.
“Reconozco que soy yo, en la foto, por el charco de vómito que está en frente”, dijo Al-Ejaili este lunes, a través de una intérprete, ante una corte en Virginia (EE.UU). El hombre de 53 años es la primera persona en denunciar los abusos y torturas sufridos bajo custodia estadounidense en la prisión de Abu Ghraib, en Irak, ante un tribunal federal.
El juicio, que comenzó hoy y se prolongará por varios días, proviene de una demanda presentada por Al-Ejaili y otros dos hombres contra CACI, una empresa privada contratada por el gobierno de EE.UU. para gestionar los interrogatorios a los detenidos en Abu Ghraib.
Durante el testimonio del lunes, Al-Ejaili, quien trabajaba como periodista para el medio catarí Al Jazeera cuando fue detenido en 2003, denunció haber sido golpeado y “humillado” antes de ser interrogado.
“El sufrimiento que viví fue inmenso (...) destruyeron algo en mí”, señaló el periodista iraquí ante el jurado, compuesto por 8 personas.
Durante más de dos horas, Al-Ejaili respondió a las preguntas de su abogado y del equipo legal de CACI. Por momentos, se le quebró la voz y tuvo que dejar de hablar.
La noche en la que le tomaron la fotografía que fue expuesta en la corte, contó, fue obligado a desvestirse por militares de EE.UU, que lo amarraron por los brazos a un tubo en el techo.
Después de pasar toda la noche en vela, vomitando “bilis negra” y tiritando el frío, el soldado que fue a descolgarlo lo obligó a limpiar el vómito con su propia ropa.
La práctica de mantener a los prisioneros desnudos, relató, era muy común: “Casi un 80 % de los detenidos estábamos sin ropa y, pensando en el estado psicológico de los demás, evitábamos levantar la mirada cuando nos hablábamos”.
Los tratos a los que fueron sujetos los prisioneros de Abu Ghraib, señaló el abogado Baher Azmy, del equipo legal de Al-Ejaili y los otros dos demandantes, “les arrebataron su dignidad como personas”.
Los empleados de CACI, aseguró Azmy, instruían a los militares a torturar a los detenidos y “tratarlos como una mierda” para dejarlos “suaves” antes de los interrogatorios.
El abogado de la empresa basada en Virginia centró sus preguntas en intentar probar que “ninguno” de los contratistas de la compañía participaron directamente en las torturas.
“Los militares eran quiénes estaban en control, CACI solo les suministraba apoyo administrativo”, subrayó John O’Connor, del equipo legal de los demandados, ante el juzgado.
Las personas que cometieron los “innegables” abusos, añadió, “son unos enfermos y criminales” pero solo constituyen “unas cuantas manzanas podridas”.
Un grupo de 17 soldados del gobierno de EE.UU. fueron despedidos después de que lo sucedido en Abu Ghraib saliera a la luz. De este grupo, 11 fueron condenados en una corte militar.
Organizaciones como Human Rights Watch han denunciado que el gobierno de EE.UU. no ha ofrecido compensaciones económicas ni vías legales para obtener justicia a quienes aseguran haber sufrido torturas o abusos por parte de militares estadounidenses en Irak.
“Mis clientes son individuos valientes que han esperado mucho tiempo para traer sus casos ante una corte judicial”, subrayó Azmy ante la jueza Leonie Brinkema, que lleva el caso.
Asa’ad Hamza Hanfoosh Zuba’e y Suhail Najim Abdullah Al Shimari son los otros dos civiles que testificarán en este caso, pero lo harán de manera virtual desde Irak.
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Sentado en el estrado, vestido con un traje azul oscuro y una corbata roja, Salah Al-Ejaili observó detenidamente la fotografía de un hombre desnudo, de pie, en una celda de paredes grises, con las manos amarradas detrás de la cabeza y una bolsa negra tapándole la cara.
“Reconozco que soy yo, en la foto, por el charco de vómito que está en frente”, dijo Al-Ejaili este lunes, a través de una intérprete, ante una corte en Virginia (EE.UU). El hombre de 53 años es la primera persona en denunciar los abusos y torturas sufridos bajo custodia estadounidense en la prisión de Abu Ghraib, en Irak, ante un tribunal federal.
El juicio, que comenzó hoy y se prolongará por varios días, proviene de una demanda presentada por Al-Ejaili y otros dos hombres contra CACI, una empresa privada contratada por el gobierno de EE.UU. para gestionar los interrogatorios a los detenidos en Abu Ghraib.
Durante el testimonio del lunes, Al-Ejaili, quien trabajaba como periodista para el medio catarí Al Jazeera cuando fue detenido en 2003, denunció haber sido golpeado y “humillado” antes de ser interrogado.
“El sufrimiento que viví fue inmenso (...) destruyeron algo en mí”, señaló el periodista iraquí ante el jurado, compuesto por 8 personas.
Durante más de dos horas, Al-Ejaili respondió a las preguntas de su abogado y del equipo legal de CACI. Por momentos, se le quebró la voz y tuvo que dejar de hablar.
La noche en la que le tomaron la fotografía que fue expuesta en la corte, contó, fue obligado a desvestirse por militares de EE.UU, que lo amarraron por los brazos a un tubo en el techo.
Después de pasar toda la noche en vela, vomitando “bilis negra” y tiritando el frío, el soldado que fue a descolgarlo lo obligó a limpiar el vómito con su propia ropa.
La práctica de mantener a los prisioneros desnudos, relató, era muy común: “Casi un 80 % de los detenidos estábamos sin ropa y, pensando en el estado psicológico de los demás, evitábamos levantar la mirada cuando nos hablábamos”.
Los tratos a los que fueron sujetos los prisioneros de Abu Ghraib, señaló el abogado Baher Azmy, del equipo legal de Al-Ejaili y los otros dos demandantes, “les arrebataron su dignidad como personas”.
Los empleados de CACI, aseguró Azmy, instruían a los militares a torturar a los detenidos y “tratarlos como una mierda” para dejarlos “suaves” antes de los interrogatorios.
El abogado de la empresa basada en Virginia centró sus preguntas en intentar probar que “ninguno” de los contratistas de la compañía participaron directamente en las torturas.
“Los militares eran quiénes estaban en control, CACI solo les suministraba apoyo administrativo”, subrayó John O’Connor, del equipo legal de los demandados, ante el juzgado.
Las personas que cometieron los “innegables” abusos, añadió, “son unos enfermos y criminales” pero solo constituyen “unas cuantas manzanas podridas”.
Un grupo de 17 soldados del gobierno de EE.UU. fueron despedidos después de que lo sucedido en Abu Ghraib saliera a la luz. De este grupo, 11 fueron condenados en una corte militar.
Organizaciones como Human Rights Watch han denunciado que el gobierno de EE.UU. no ha ofrecido compensaciones económicas ni vías legales para obtener justicia a quienes aseguran haber sufrido torturas o abusos por parte de militares estadounidenses en Irak.
“Mis clientes son individuos valientes que han esperado mucho tiempo para traer sus casos ante una corte judicial”, subrayó Azmy ante la jueza Leonie Brinkema, que lleva el caso.
Asa’ad Hamza Hanfoosh Zuba’e y Suhail Najim Abdullah Al Shimari son los otros dos civiles que testificarán en este caso, pero lo harán de manera virtual desde Irak.
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