Dibujar el nido, un relato ilustrado de la migración venezolana
La ilustradora venezolana Laura Guarisco plasmó en su tercera publicación editorial la historia de Ángel, un caminante ficticio que llega a Colombia buscando mejores chances de vida.
Hugo Santiago Caro
Crearle un nido, un hogar, a las historias de casi tres millones (a corte de 2023 según Migración Colombia) de personas que han migrado desde Venezuela, ya sea de paso o de manera definitiva, es una tarea que muy probablemente no estaba en los planes de la ilustradora Laura Guarisco. En primer lugar, porque cuando decidió dejar su vida como asistente en un estudio de arquitectura en su natal Caracas, no había forjado su camino como ilustradora ni tenía en mente todas las vueltas que ha dado su vida desde que decidió cortar sus raíces en Venezuela para venir al otro lado de la frontera.
📌Le puede interesar: Putin dice a Occidente que es “imposible” derrotar a Rusia en Ucrania
Sin embargo, cuando decidió crear a Ángel, el personaje de su cómic Nido, publicado hace cinco meses por la editorial Planeta, Guarisco tenía claro que quería plasmar el sentimiento que lleva de saberse venezolana fuera de su casa, de su país. Su personaje decide salir de Venezuela por la violencia que vio durante las protestas que se vivieron en el país en 2019, algo que realmente pasó, y decide lanzarse a probar suerte en Colombia, escogiendo como punto de partida Medellín. Tal vez es donde se tocan las historias migratorias de la artista y su obra, ya que allí está radicada.
“Siempre lo imaginé como este personaje masculino, como un chamo superjoven. Creo que también fue porque me impactó mucho todo lo que vi en Venezuela con las protestas. Me importaba mucho que se quedaran hasta el final de las protestas. Además, al llegar aquí a Medellín, lo hice siendo muy joven. Cuando empiezo a ser parte de mi grupo de amigos venezolanos, todos me contaban sus historias de cómo se sintieron siendo inmigrantes recién llegados a Colombia y todos tenían más o menos la misma edad que Ángel cuando llegaron”, cuenta Guarisco.
Su historia personal como migrante comenzó en 2017, cuando, presionada por la hiperinflación económica que vivía el país, decidió aprovechar que su madre tiene raíces barranquilleras y empezó su travesía en la costa Caribe, donde aún ejerció como arquitecta, su profesión, pero que resultó ser un lugar de paso, ya que en Medellín encontraría su propio nido hasta el día de hoy.
Es cuando llega a Antioquia que la ilustración comenzó a tornarse más seria y a mostrarse como una opción tangible de vida, por encima de la arquitectura. Poco a poco empezó a acercarse al circuito gráfico de Medellín, al mismo tiempo que la suerte no la acompañaba para seguir ejerciendo como arquitecta. A pesar de ello, su vida comenzó a ser protagonista de sus viñetas, e Instagram fue el canal para establecer un diario gráfico en el que ella era su personaje y su cotidianidad, el insumo. La cosa se tornó aún más seria con el tiempo y se aventuró a autopublicar dos obras que antecedieron a Nido, pero ninguna trataba directamente la migración.
📝 Sugerimos: ¿Realmente los migrantes están retornando a Venezuela?
“Ya venía publicando esporádicamente cosas sobre la migración. Tenía muchas cosas que contar. Y eso continuó hasta hoy en día. Pero el salto no se me hizo tan difícil, porque mientras era arquitecta nunca dejé de dibujar e intentar hacer mis dibujos y contar mis historias. Siempre lo hacía como un hobby, pero nunca dejé de hacerlo. Entonces, cuando hice el salto, se me dio un poco natural. Y de verdad que en Medellín encontré los espacios para poder hacerlo. Creo que Ángel fue poco a poco surgiendo cada vez que me hacía preguntas a medida que iba dibujando”, cuenta.
Ahora el reto era darle forma, representar en la imagen de un solo venezolano la condición en la que viven hace casi una década los millones de venezolanos que caminan y viven con nosotros en Colombia. El vinotinto de la selección de Venezuela no faltó y en varias de las viñetas al personaje se le ve caminando con ella. En palabras de Laura, Ángel tenía que ser lo más venezolano posible: “Imaginaba a alguien alto, moreno, por supuesto que no todos son así, pero por lo general yo en la calle veo a alguien así, un poco agraciado con su cabello alborotado y su barba, y pensaba, puede ser venezolano”.
La historia personal de la artista no la llevó por las trochas, ni por los puentes, ni por las carreteras que todos los migrantes caminaron, al igual que Ángel, pero en su cruzada por representarles se esforzó por retratar lo más exacto posible cada ruta que tomó su personaje y cada camino que atravesó desde su salida de Venezuela hasta llegar a Medellín. También están dibujados, con sus equipajes muchas veces precarios, los compañeros de ruta de Ángel. Algunos con hijos pequeños, otros mayores, todos ficticios, pero que podría ser perfectamente cualquiera de los que día a día siguen saliendo en busca de mejores oportunidades.
Siendo tan venezolano como ella, Ángel también es arquitecto. A pesar de que es su propio personaje en su trabajo cotidiano, no quería serlo en una historia que es de tantos. Con todo y eso, reconoce que se le fueron rasgos que son de ella, como la ingenuidad, pues cuando él cruza la frontera pierde la plata que llevaba por descuido, y puede que le haya impregnado su propia posición política. “Tal vez sabe que está ocurriendo algo. Sabe que de repente no quiere involucrarse tanto, pero al final la situación política lo afecta. Obviamente no puede huir de ella. Aunque intenta mantenerse neutral, algo termina por golpearlo con la realidad. Eso es muy mío”, asegura.
Ángel es pajarero, frecuenta el avistamiento de aves, y es algo que Laura tomó de su actual pareja, quien lo hace en la vida real. Hoy Nido sigue tomando vuelo como esas aves y poniendo en viñetas el ser migrante. Por más larga o corta que sea la travesía fuera de Venezuela, siempre trae un sentimiento de ajenidad.
📰 También recomendamos: El partido de Milei y su agenda contra las mujeres: lo que ha hecho y lo que sigue
“Aunque ya tengo casi ocho años en Colombia, todavía me preguntan como si recién hubiera llegado ayer. ‘Bueno, ¿cómo te ha parecido Colombia y cuándo te vas?’. Como si hubiera llegado hace un mes y ya llevo mucho tiempo. Ya me siento parte de la ciudad, parte de la gente. Pero sí es cierto que desde que llegué imagino que es por mi forma de hablar y mis costumbres, es como si uno no fuera de acá”, cuenta.
Tiene la convicción de que es tan de Medellín como lo es de Caracas. “Hay que apropiarse de eso. Uno puede no ser de ningún lado, uno es de los sitios donde habita. Soy de los dos lugares. En estos momentos ya viví 24 años de mi vida en Venezuela y casi ocho en Colombia”, explica sin vacilar.
👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Invitamos a verlas en El Espectador.
📧 📬 🌍 Si le interesan los temas internacionales, quiere opinar sobre nuestro contenido o recibir más información, escríbanos al correo mmedina@elespectador.com o aosorio@elespectador.com
Crearle un nido, un hogar, a las historias de casi tres millones (a corte de 2023 según Migración Colombia) de personas que han migrado desde Venezuela, ya sea de paso o de manera definitiva, es una tarea que muy probablemente no estaba en los planes de la ilustradora Laura Guarisco. En primer lugar, porque cuando decidió dejar su vida como asistente en un estudio de arquitectura en su natal Caracas, no había forjado su camino como ilustradora ni tenía en mente todas las vueltas que ha dado su vida desde que decidió cortar sus raíces en Venezuela para venir al otro lado de la frontera.
📌Le puede interesar: Putin dice a Occidente que es “imposible” derrotar a Rusia en Ucrania
Sin embargo, cuando decidió crear a Ángel, el personaje de su cómic Nido, publicado hace cinco meses por la editorial Planeta, Guarisco tenía claro que quería plasmar el sentimiento que lleva de saberse venezolana fuera de su casa, de su país. Su personaje decide salir de Venezuela por la violencia que vio durante las protestas que se vivieron en el país en 2019, algo que realmente pasó, y decide lanzarse a probar suerte en Colombia, escogiendo como punto de partida Medellín. Tal vez es donde se tocan las historias migratorias de la artista y su obra, ya que allí está radicada.
“Siempre lo imaginé como este personaje masculino, como un chamo superjoven. Creo que también fue porque me impactó mucho todo lo que vi en Venezuela con las protestas. Me importaba mucho que se quedaran hasta el final de las protestas. Además, al llegar aquí a Medellín, lo hice siendo muy joven. Cuando empiezo a ser parte de mi grupo de amigos venezolanos, todos me contaban sus historias de cómo se sintieron siendo inmigrantes recién llegados a Colombia y todos tenían más o menos la misma edad que Ángel cuando llegaron”, cuenta Guarisco.
Su historia personal como migrante comenzó en 2017, cuando, presionada por la hiperinflación económica que vivía el país, decidió aprovechar que su madre tiene raíces barranquilleras y empezó su travesía en la costa Caribe, donde aún ejerció como arquitecta, su profesión, pero que resultó ser un lugar de paso, ya que en Medellín encontraría su propio nido hasta el día de hoy.
Es cuando llega a Antioquia que la ilustración comenzó a tornarse más seria y a mostrarse como una opción tangible de vida, por encima de la arquitectura. Poco a poco empezó a acercarse al circuito gráfico de Medellín, al mismo tiempo que la suerte no la acompañaba para seguir ejerciendo como arquitecta. A pesar de ello, su vida comenzó a ser protagonista de sus viñetas, e Instagram fue el canal para establecer un diario gráfico en el que ella era su personaje y su cotidianidad, el insumo. La cosa se tornó aún más seria con el tiempo y se aventuró a autopublicar dos obras que antecedieron a Nido, pero ninguna trataba directamente la migración.
📝 Sugerimos: ¿Realmente los migrantes están retornando a Venezuela?
“Ya venía publicando esporádicamente cosas sobre la migración. Tenía muchas cosas que contar. Y eso continuó hasta hoy en día. Pero el salto no se me hizo tan difícil, porque mientras era arquitecta nunca dejé de dibujar e intentar hacer mis dibujos y contar mis historias. Siempre lo hacía como un hobby, pero nunca dejé de hacerlo. Entonces, cuando hice el salto, se me dio un poco natural. Y de verdad que en Medellín encontré los espacios para poder hacerlo. Creo que Ángel fue poco a poco surgiendo cada vez que me hacía preguntas a medida que iba dibujando”, cuenta.
Ahora el reto era darle forma, representar en la imagen de un solo venezolano la condición en la que viven hace casi una década los millones de venezolanos que caminan y viven con nosotros en Colombia. El vinotinto de la selección de Venezuela no faltó y en varias de las viñetas al personaje se le ve caminando con ella. En palabras de Laura, Ángel tenía que ser lo más venezolano posible: “Imaginaba a alguien alto, moreno, por supuesto que no todos son así, pero por lo general yo en la calle veo a alguien así, un poco agraciado con su cabello alborotado y su barba, y pensaba, puede ser venezolano”.
La historia personal de la artista no la llevó por las trochas, ni por los puentes, ni por las carreteras que todos los migrantes caminaron, al igual que Ángel, pero en su cruzada por representarles se esforzó por retratar lo más exacto posible cada ruta que tomó su personaje y cada camino que atravesó desde su salida de Venezuela hasta llegar a Medellín. También están dibujados, con sus equipajes muchas veces precarios, los compañeros de ruta de Ángel. Algunos con hijos pequeños, otros mayores, todos ficticios, pero que podría ser perfectamente cualquiera de los que día a día siguen saliendo en busca de mejores oportunidades.
Siendo tan venezolano como ella, Ángel también es arquitecto. A pesar de que es su propio personaje en su trabajo cotidiano, no quería serlo en una historia que es de tantos. Con todo y eso, reconoce que se le fueron rasgos que son de ella, como la ingenuidad, pues cuando él cruza la frontera pierde la plata que llevaba por descuido, y puede que le haya impregnado su propia posición política. “Tal vez sabe que está ocurriendo algo. Sabe que de repente no quiere involucrarse tanto, pero al final la situación política lo afecta. Obviamente no puede huir de ella. Aunque intenta mantenerse neutral, algo termina por golpearlo con la realidad. Eso es muy mío”, asegura.
Ángel es pajarero, frecuenta el avistamiento de aves, y es algo que Laura tomó de su actual pareja, quien lo hace en la vida real. Hoy Nido sigue tomando vuelo como esas aves y poniendo en viñetas el ser migrante. Por más larga o corta que sea la travesía fuera de Venezuela, siempre trae un sentimiento de ajenidad.
📰 También recomendamos: El partido de Milei y su agenda contra las mujeres: lo que ha hecho y lo que sigue
“Aunque ya tengo casi ocho años en Colombia, todavía me preguntan como si recién hubiera llegado ayer. ‘Bueno, ¿cómo te ha parecido Colombia y cuándo te vas?’. Como si hubiera llegado hace un mes y ya llevo mucho tiempo. Ya me siento parte de la ciudad, parte de la gente. Pero sí es cierto que desde que llegué imagino que es por mi forma de hablar y mis costumbres, es como si uno no fuera de acá”, cuenta.
Tiene la convicción de que es tan de Medellín como lo es de Caracas. “Hay que apropiarse de eso. Uno puede no ser de ningún lado, uno es de los sitios donde habita. Soy de los dos lugares. En estos momentos ya viví 24 años de mi vida en Venezuela y casi ocho en Colombia”, explica sin vacilar.
👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Invitamos a verlas en El Espectador.
📧 📬 🌍 Si le interesan los temas internacionales, quiere opinar sobre nuestro contenido o recibir más información, escríbanos al correo mmedina@elespectador.com o aosorio@elespectador.com