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En apenas cinco minutos, Adam Lanza, de 20 años cometió una de las masacres escolares más sangrientas en Estados Unidos. Este joven de 20 años tomó las armas que su madre, Nancy, había comprado y se dirigió a la escuela elemental Sandy Hook, a 8 kilómetros de su casa. Armado con un rifle de asalto Bushmaster AR-15, capaz de disparar 45 balas por minuto, y dos pistolas Adam Lanza mató a su mamá, tomó su carro y entró al lugar y desató la peor matanza que ha visto ese país.
El 14 de diciembre de 2012 ese país lloró las víctimas de otra tragedia ocasionada por las armas. Veinte niños, todos entre 6 y 7 años, y seis profesoras cayeron ante la ráfaga indiscriminada que Lanza, que se suicidó en el lugar. La tragedia que despertó la movilización contra las armas más grande en Estados Unidos es recordada hoy, diez años después, con pesimismo, pues este año, de acuerdo con Gun Violence Archive se han presentado más de 600 tiroteos mortales en el país.
Jenny Hubbard, madre de una niña de 6 años que murió en Sandy Hook, recuerda aquel dramático día. “Las familias quedaron con un agujero en el corazón, y a nuestra nación le falta una parte de su alma”. Catherine Violet Hubbard, su hija, fue una de las 26 personas asesinadas por un joven en Newtown. “Es un recordatorio de la fugacidad del tiempo”, dice Hubbard, de 50 años, sobre el aniversario del miércoles, que, como todos los años, se marcará con una tranquila reflexión en esta ciudad de apenas 27.000 habitantes.
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“Siempre hay días oscuros”
Jenny Hubbard recuerda aquella espléndida mañana invernal, diez días antes de Navidad, cuando acompañó a su hija y a su hermano de ocho años a la parada del autobús escolar. “Ya estaban pensando en las vacaciones. Fue una de esas mañanas que recuerdo como apresurada y caótica, pero también como una de las mejores mañanas que tuvimos”, cuenta.
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“Recibimos una llamada telefónica de que algo había sucedido, y el resto del día fue esa nebulosa de saber que algo terrible había sucedido, pero sin comprender su magnitud”, dice Hubbard, quien se enteró de la muerte de su hija en una estación de bomberos donde las autoridades habían llevado a los niños sobrevivientes.
“La mayoría de la gente estaba petrificada, (era) la pérdida impensable”, señala. Lentamente, Hubbard dice que ha podido sanar, gracias a la bondad de los demás y su fe religiosa.
“El primer paso fue levantarme de la cama por mi hijo. Tuve que hacerlo porque él tenía derecho a vivir. Luego, día tras día, daba un paso más”, relata Hubbard.
Pero siempre hay días oscuros: el inicio de las clases cada año y cada tiroteo masivo, como en mayo en Uvalde, Texas, cuando 19 escolares y dos maestros fueron asesinados a tiros por un joven.
“El viaje no es fácil, es solitario y oscuro a veces”, dice.
¿Quién controla las armas?
El presidente estadounidense, Joe Biden, prometió de nuevo el miércoles prohibir los fusiles de asalto, durante una emotiva ceremonia conmemorativa de la matanza en la escuela de Sandy Hook, ocurrida hace diez años, en la que encabezó un minuto de silencio.
Biden volvió a pedir que se resucite una ley que expiró en 2004, que prohíbe los rifles de estilo militar con cargadores de gran capacidad. Esto incluiría el rifle AR-15, que es un éxito de ventas entre los entusiastas legítimos de las armas, pero que aparece regularmente como el arma elegida en los tiroteos masivos.
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Recordando que Estados Unidos prohibió las armas semiautomáticas entre 1994 y 2004, el demócrata de 80 años dijo: “Funcionó”. “Se salvó un número significativo de vidas”, aseguró, cuando asistía a la décima “Vigilia nacional anual por todas las víctimas de la violencia armada” en la iglesia episcopal de San Marcos de Washington.
“Podemos hacerlo de nuevo”, dijo Biden, en un discurso teñido de tristeza, añadiendo que los cada vez más frecuentes tiroteos masivos están destruyendo el país.
Es una “violencia que desgarra el alma misma, el alma misma de esta nación”, afirmó. Biden describió, como ha hecho antes, la sensación de un “agujero negro que se abre en tu pecho y te absorbe”.
Según el Gun Violence Archive, se han producido más de 600 tiroteos masivos (con al menos cuatro personas muertas o heridas) en Estados Unidos desde principios de este año.
Biden ha aprobado por decreto medidas de regulación. Pero la mayoría de los congresistas republicanos y la NRA, poderoso lobby de armas, se oponen a cualquier legislación verdaderamente vinculante, argumentando que sería inconstitucional.
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