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Enrique José García dice que desde el sector privado también se puede aportar para mejorar la vida de los migrantes venezolanos. “Somos un par de socios que creen en el impacto que el sector privado puede tener para el beneficio de la sociedad; de ahí nace DignifAI, una empresa que busca oportunidades de mercado en el sector de la tecnología para poder apoyar la integración económica y productiva no solo de los migrantes, sino también de los retornados y de las comunidades de acogida”, sostuvo García, CEO y cofundador de DignifAI, que le apostó, junto a Laura Oller, a trabajar con desarrolladores de inteligencia artificial para ofrecer servicios de anotaciones de bases de datos.
“Esto significa que recibimos grandes cantidades de información que requieren anotación supervisada. ¿Un ejemplo? Los chatbots que les responden a los usuarios automáticamente: Estos bots necesitan entrenamiento, y ahí es cuando entramos a gestionar las bases de datos. En este caso, incorporamos ejemplos de decenas de preguntas para estos chats; si hacemos esto repetitivamente, le enseñamos al software a interactuar con nosotros”, explicó García.
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El reto es grande, más aún en América Latina, donde menos del 50 % de la población tiene conectividad de banda ancha fija y solo el 9,9 % tiene fibra de alta calidad en casa, según datos del Banco Mundial publicados en agosto del año pasado. Sin mencionar que solo cuatro de cada diez latinoamericanos de zonas rurales tienen opciones de conectividad en comparación con el 71 % de la población de zonas urbanas. Un problema palpable en regiones colombianas como Norte de Santander, donde doce de cada cien personas tienen acceso fijo a internet, según datos del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (Mintic).
“Decidimos establecer nuestra operación en la frontera colombiana; la gran mayoría de nuestro equipo está en Cúcuta y en Villa del Rosario, justamente para poder trabajar con migrantes venezolanos. Y fue una decisión acertada: nos dimos cuenta de que la meta de la gran mayoría de las personas que trabajan con nosotros es integrarse económicamente y no depender del sector público; quieren definir su propio destino y poder ser productivos en su nuevo país”, dijo García. DignifAI también lleva a cabo proyectos en la región fronteriza de Boa Vista, Brasil, trabajando con comunidades brasileñas y migrantes.
“Gracias a este enfoque social, recibimos apoyo de otras organizaciones que nos han ayudado a desarrollar capacitaciones digitales. Entonces, ofrecemos una oportunidad de generación de ingresos en DignifAI, pero, a la vez, damos estas capacitaciones con aliados internacionales como Kiron, una empresa alemana. Tenemos cursos en servicio al cliente, mercadeo digital y sobre cómo gestionar bases de datos”, agregó García, quien explicó que al menos cuarenta personas se inscriben a estas capacitaciones que duran tres meses.
Brecha digital en la población migrante
A Colombia han llegado más de 1,8 millones de venezolanos, según datos de Migración Colombia. Y aunque la mayoría decide quedarse en ciudades como Bogotá (393.716) y Medellín (148.714), donde acceder a internet es relativamente más fácil, una gran parte también se queda en municipios como Cúcuta (98.680) y Maicao (40.208), donde la brecha digital se siente con más fuerza, sobre todo entre la población migrante. Datos del Observatorio Venezuela de la Facultad de Estudios Internacionales de la Universidad del Rosario, con información del DANE y Mintic, indican que la brecha de conectividad en las zonas rurales del país es cercana al 80 %.
“En todo este proceso, nos dimos cuenta de que la población que está en la frontera es mucho más vulnerable, ha enfrentado más problemas y tiene menos ingresos y comodidades. Y eso va ligado al acceso a infraestructura tecnológica en esta región; muchas personas tienen celular inteligente, pero no tienen computador ni internet”, comentó García. Algo que también nos contó Alexis Sánchez, un colombiano que vivió en Venezuela durante cuatro años, pero regresó a Colombia porque no tuvo otra opción.
“En Venezuela era imposible seguir trabajando, así que decidimos regresar a Colombia. Llegamos al sector de La Parada, Villa del Rosario (Norte de Santander), pero allá la situación era bien difícil; el internet no llegaba o estaba saturado. Luego logramos mudarnos a Villa Antigua, un sector cercano, y ahora sí tengo la oportunidad de tener un ingreso digno; en DignifAI no solo nos dieron capacitaciones y una oportunidad laboral, también las herramientas para trabajar, especialmente internet”, cuenta Sánchez.
La apuesta es interesante si además tenemos en cuenta lo que dicen algunos centros de pensamiento y organizaciones internacionales sobre la integración socioeconómica de los migrantes. Fedesarrollo estimó el año pasado que la migración venezolana generaría un aumento de 0,1 puntos porcentuales en el PIB en esta década. Mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) cree que el PIB potencial del país aumentará entre 0,2 y 0,3 puntos porcentuales entre 2017 y 2030 gracias a la llegada de los migrantes venezolanos.
“Las ciudades que logren aprovechar al máximo la llegada de los migrantes van a ser las que más logren recuperarse económicamente una vez se supere la pandemia”, dijo el año pasado Hugh Aprile, director de País de Mercy Corps en Colombia, quien agregó que hay ejemplos concretos sobre cómo los venezolanos crearon emprendimientos en algunas zonas del país y contribuyen a la economía dando empleo a los colombianos.
Sin mencionar que la calificadora Moody’s sostuvo, en febrero del año pasado, que el Estatuto Temporal de Protección “aumentará el potencial de crecimiento de Colombia al eliminar las barreras a la formalización de los trabajadores venezolanos y ampliar la población en edad de trabajar”, se lee en un informe.
“¿Cómo trabajamos con los migrantes? Si tienen sus papeles en orden, esto no representa ningún reto adicional, y es bueno que las empresas privadas sean conscientes de eso. Claro, es importante la regularización; solo podemos contratar a venezolanos que tienen Permiso Especial de Permanencia (PEP) o pasaron por el proceso del Estatuto Temporal de Protección (ETPV). No hemos podido trabajar con población informal, no solo por el cumplimiento de la ley, sino también porque siempre debe haber transparencia a la hora de realizar los pagos”, explicó García.
El CEO de DignifAI afirma que, además de la brecha digital, la inclusión financiera es otro asunto pendiente por resolver. “Hay muchos migrantes que sí tienen PEP o ETPV, pero no están financieramente integrados y a muchos no les interesa. Un reto grande es la desconfianza hacia el sector financiero”, agregó.
Además, muchos no han podido convalidar sus títulos en Colombia, por lo que decidieron trabajar en el sector informal. “Creemos que la mayoría de la población migrante viene preparada: hay muchas habilidades que no se están aprovechando, con personas que han estudiado diferentes carreras. De ahí que estamos trabajando en desarrollar una nueva herramienta, con el apoyo de Innpulsa y Ashoka, que nos va a permitir mapear las habilidades, la experiencia académica y profesional de esta comunidad”, concluyó García.
5 ideas de los/as lectores/as para combatir la desigualdad
- Educación universal, salud, educación sexual, políticas de empleo, cancelando el clientelismo.
- Reestructurando de fondo el sistema tributario, para que sea realmente equitativo y progresivo, logrando que quienes tienen más ingresos y patrimonios paguen lo justo.
- Fortaleciendo el campo. Mejorando las condiciones laborales de todos. Incentivando la creación de empresas.
- Enfocándonos en educación de calidad, respetando la diversidad, las regiones, las diferentes culturas.
- Eligiendo políticos de pensamiento y acción democráticos.
Este texto hace parte del gran especial de aniversario de los 135 años de El Espectador, que analiza cómo podemos tener un futuro más sostenible. Encuentre aquí el especial completo.