Donald Trump, con un pie en la campaña y el otro en los tribunales: ¿qué implica?
Ante una corte en Washington, el expresidente y precandidato presidencial por el Partido Republicano, el favorito entre el grupo, se declaró no culpable frente a la acusación de haber interferido en las elecciones de 2020. A un año de que Estados Unidos elija al nuevo ocupante de la Oficina Oval, su agenda se divide entre la campaña y su defensa.
“Voy a Washington para ser arrestado por haber impugnado una elección corrupta, manifestada y robada. Esto es un gran honor, porque estoy siendo arrestado por ustedes. Necesito una acusación más para asegurar mi elección”, escribió Donald Trump horas antes de llegar a Washington para enfrentarse a una jueza por conspirar para cambiar el resultado de las elecciones de 2020. Aunque se declaró no culpable en este tercer proceso penal en su contra, ese tono ya lo había usado el martes, cuando se conoció su más reciente imputación: “Si estas persecuciones ilegales tienen éxito, si se les permite prender fuego a la ley, entonces no se detendrán conmigo. Su control se estrechará aún más alrededor de ustedes (…). No es solo mi libertad la que está en juego, sino también la suya, y nunca dejaré que se la quiten”.
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“Voy a Washington para ser arrestado por haber impugnado una elección corrupta, manifestada y robada. Esto es un gran honor, porque estoy siendo arrestado por ustedes. Necesito una acusación más para asegurar mi elección”, escribió Donald Trump horas antes de llegar a Washington para enfrentarse a una jueza por conspirar para cambiar el resultado de las elecciones de 2020. Aunque se declaró no culpable en este tercer proceso penal en su contra, ese tono ya lo había usado el martes, cuando se conoció su más reciente imputación: “Si estas persecuciones ilegales tienen éxito, si se les permite prender fuego a la ley, entonces no se detendrán conmigo. Su control se estrechará aún más alrededor de ustedes (…). No es solo mi libertad la que está en juego, sino también la suya, y nunca dejaré que se la quiten”.
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El exmandatario ha buscado hacer de los electores también sus jueces, y así lo ha hecho tras el cúmulo de acusaciones que tiene en su contra: la campaña la ha utilizado como bastión de su defensa y ha logrado que los republicanos se unan con él para arremeter en contra de los fiscales. Si en 2016 logró canalizar los votos a partir del resentimiento alrededor de la “raza” y de las cuestiones económicas, en este momento, según se lee en medios estadounidenses, lo hace en una cruzada por la libertad. Pero ¿qué significa eso?, se pregunta Alejandro Bohórquez-Keeney, profesor de la Universidad Externado. “Ese es el máximo valor estadounidense, pero entre ellos mismos hay diferencias alrededor de qué significa ser libre”.
Según él, la táctica que el expresidente ha utilizado no es nueva; al contrario, responde a un patrón dentro del Partido Republicano que se puede rastrear, por lo menos, desde mediados del siglo pasado. “Su estrategia de campaña es atacar a sus rivales, pero esto no es algo exclusivo: Ronald Reagan pintaba a Jimmy Carter como un incapaz. El mismo Bush hijo decía que los demócratas eran débiles y blandos ante las amenazas terroristas. Lo que está pasando es una amplificación de todo eso, pues los republicanos, consistentemente, más o menos desde los años 60, con Nixon, han presentado a sus contrincantes de forma negativa”.
Por su parte, Lawrence Gumbiner, exdiplomático estadounidense, recuerda que Trump repetidamente ha dicho que si no fuera candidato no hubiera sido acusado. “Este reclamo ha sido muy bien recibido por los fieles en el partido y su apoyo ha crecido ahí. Su estilo es atacar, por eso está pintando al Departamento de Justicia y al fiscal especial Jack Smith de malvados, como los que están tratando de negarle al pueblo su derecho a elegir presidente”. El también analista menciona que desde 2016, como un “outsider”, Trump ha sido efectivo en canalizar las frustraciones del pueblo con la clase política tradicional, pero ahora es un exmandatario, “un expresidente que sigue su campaña en contra de la institucionalidad del país, sembrando dudas sobre el FBI, el sistema electoral y los Institutos Nacionales de Salud”.
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Mientras, según lo reveló una encuesta de The New York Times y Siena College, publicada esta semana, cerca del 17 % de los votantes prefieren al republicano sobre Biden, su contrincante demócrata, repitiendo el duelo de 2020, a pesar de creer que ha cometido delitos federales graves o que ha amenazado la democracia. De hecho, varios republicanos han adoptado la idea defendida desde el 6 de enero acerca de que el asalto al Capitolio no fue un intento violento por evitar la certificación de Biden, sino una lucha por la libertad. En consecuencia, según el diario estadounidense, muchos sectores de su partido confían más en él que en la justicia.
“Incluso aquellos que estaban sentados en la cerca o mirando escaparates, muchos de ellos creen que el sistema de justicia bajo el presidente Biden simplemente busca al expresidente”, le dijo Jimmy Centers, exasesor del exgobernador de Iowa Terry Branstad, republicano que luego se desempeñó como embajador de Trump en China, al diario estadounidense. Por su parte, la exrepresentante Barbara Comstock, republicana de Virginia, comentó: “En cierto punto, ¿realmente vas a unir toda tu fiesta a un tipo que solo está tratando de mantenerse fuera de la cárcel? Puede haber otra estrategia que se les ocurra a los republicanos”.
En ese vaivén, lo cierto es que Trump tendrá que mezclar en su agenda, en pleno año electoral, su defensa y su campaña, y desde ya su equipo legal se ve corto de tiempo. Solo este mes, sus abogados deban estar el 25 en Fort Pierce, Florida, para una audiencia en el caso de los documentos clasificados, y tres días después, el 28 de agosto, deben estar de vuelta en Washington. Mientras, los asesores de sus contrincantes se manifiestan, tratando de sacar algo de ventaja. Por ejemplo, Kristin Davison, directora de operaciones de Never Back Down, que respalda a Ron DeSantis, le dijo al Times: “Aunque la gente lo apoyará en el momento, comienza a erosionar su favorabilidad y su participación de mercado. Más personas comenzarán a mirar hacia adelante”.
El gobernado de Florida es el segundo favorito entre los republicanos para las elecciones del próximo año, pero está lejos de Trump. De hecho, la mencionada encuesta dice que en un eventual cara a cara, la diferencia sería de un margen de dos a uno. Además, según Gumbiner, DeSantis es un candidato con poco carisma, a quien le juegan en contra las peleas que ha tenido con Disney, entre otras más. Por eso, en el momento, cree que se escuchará a un Donald Trump “que seguirá pintando a Biden y al Partido Demócrata como fuerzas ‘radicales’ que van a interferir con la independencia individual del pueblo, mientras pone sobre el debate asuntos relacionados con la comunidad LGBTI y los migrantes”.
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