Trump cree que los presidentes deberían tener poder absoluto, y EE. UU. se lo dio
Donald Trump ha dicho que los presidentes deberían tener un poder casi absoluto. Para la próxima administración tendrá en el Congreso, sus propias agencias e incluso en la justicia a fieles funcionarios, conocidos por sus posturas radicales que desde el primer día le ayudarán a aplicar su agenda de “Estados Unidos primero”.
Juliana Castellanos Guevara
Donald Trump ganó la Presidencia por voto popular, los republicanos ganaron de igual manera el Senado y la Cámara de Representantes, y un feroz defensor del trumpismo podría ser el próximo fiscal general. Ahora que Trump tiene la “triple victoria” y una Corte Suprema conservadora, con tres jueces propuestos por él durante su primer mandato, ¿cuál será el futuro de la democracia en Estados Unidos?
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Donald Trump ganó la Presidencia por voto popular, los republicanos ganaron de igual manera el Senado y la Cámara de Representantes, y un feroz defensor del trumpismo podría ser el próximo fiscal general. Ahora que Trump tiene la “triple victoria” y una Corte Suprema conservadora, con tres jueces propuestos por él durante su primer mandato, ¿cuál será el futuro de la democracia en Estados Unidos?
“Diría que está en peligro”, consideró Jennifer Piscopo, profesora de ciencia política de la Universidad de Los Ángeles.
Cuando Trump regrese a la Casa Blanca, en enero de 2025, no está garantizado que solo porque tenga un poder masivo despreciará los controles y equilibrios constitucionales. Pero hay hechos, como los nombramientos de su gabinete o el fallo de este año de la Corte Suprema que otorga inmunidad significativa a los presidentes por actos oficiales, que se sienten como una premonición.
“El pueblo estadounidense votó básicamente por este poder sin control que el presidente va a tener”, dijo el exrepresentante republicano Adam Kinzinger, quien se alejó de su partido al enfrentarse a Trump después del ataque al Capitolio de Estados Unidos, el 6 de enero de 2021.
“Estados Unidos nos dio un mandato sin precedentes y poderoso”, confirmó el futuro presidente en su fiesta de victoria en Mar-a-Lago.
El republicano cree que los presidentes deberían tener un poder casi absoluto. “Tengo un Artículo II (de la Constitución), donde tengo el derecho de hacer lo que quiera como presidente”, afirmó en 2019. Aunque alguna vez intentó negar que quisiera ser dictador desde el primer día, y más bien sería el salvador de la democracia, para Piscopo, “se ha elegido a un líder con claras pretensiones autocráticas”.
También, es seguidor de figuras como el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, quien ha logrado transformar al país a punta de cambios en la Constitución y en el sistema electoral. “A algunas personas no les gusta porque es demasiado fuerte. Es bueno tener un hombre fuerte al frente de un país”, señaló una vez Trump en un mitin.
Quizá por eso también ha escogido para su gabinete a personas “fuertes” que, como él, tienen una política de mano dura en sus respectivas áreas.
Por ejemplo, nominó a Tom Homan, conocido como el “zar de la frontera”, para hacerse cargo de las deportaciones masivas de migrantes irregulares. Al senador Marco Rubio, crítico de gobiernos estadounidenses que arrastraron a su país a guerras “costosas e inútiles”, para ser jefe de la diplomacia. Y, en un último fichaje, como fiscal general a Matt Gaetz, uno de los miembros más radicales del Congreso que Trump podría utilizar para liberarse de sus causas federales penales, levantar las condenas a los asaltantes del Capitolio y perseguir judicialmente a los adversarios políticos, a quienes el magnate define como el “enemigo interior”, y contra quienes ha prometido venganza.
En caso de ser ratificado como fiscal general, Gaetz dirigiría el mismo departamento que lo estuvo investigando por tráfico sexual, una indagación que concluyó el año pasado sin que se presentaran cargos en su contra. De hecho, sobre el excongresista había hasta el día de su nominación otra investigación por acusaciones de haber mantenido relaciones sexuales con una menor de edad. Niega haber cometido algún delito.
“Son nombramientos con mucha carga partidista y con una curva de aprendizaje de su primera administración”, explicó Manuel Camilo González, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Javeriana. Trump necesita estar rodeado de personas leales “que no pongan trabas a las decisiones del Ejecutivo, como ha confesado el mismo que experimentó entre 2017 y 2021″, agregó el docente. Además, son figuras que tienen la experiencia necesaria para aplicar desde el primer día su agenda de “Estados Unidos primero”.
Otro de sus grandes aliados será el multimillonario Elon Musk. Encargado del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental, el dueño de Space X, Tesla y otras grandes empresas tecnológicas podrá decidir sobre el gasto público del país. Trump advirtió desde campaña que sus objetivos son el recorte de al menos US$2 billones en el gasto federal y “eliminar burócratas deshonestos”. Musk, que está de acuerdo con la idea, será el hombre para lograrlo. “¿Amenaza a la democracia? No. Amenaza a la burocracia”, dijo desde la red social X, de la que también es dueño. “Provocará conmoción en todo el sistema y en todos los implicados en el despilfarro gubernamental, que son muchos”, agregó.
Falta que las comisiones de control del Senado autoricen contratar a estas figuras, donde Gaetz podría caer por oposición de los demócratas o porque se ha ganado la enemistad de algunos de sus colegas republicanos, pero, según Piscopo, la influencia de Trump podría superar todo eso. “El presidente puede invocar una regla de ‘aprobaciones durante el receso’, es decir, el poder de hacer el nombramiento cuando el Senado no está en sesión”, explicó la analista.
De hecho, ya lo hizo. El fin de semana pasado Trump pidió a los republicanos tradicionales del Congreso que apliquen la excepción. Con un tono un poco intimidante, dijo en su red Truth Social que “cualquier senador republicano en busca de la codiciada posición de LIDERAZGO en el Senado de Estados Unidos debe estar de acuerdo con Nombramientos en Receso”.
Inmediatamente, los tres participantes emitieron declaraciones de apoyo.
“100 % de acuerdo. Haré lo que sea para lograr sus nominaciones tan pronto como sea posible”, dijo Rick Scott, senador por Florida. “Debemos actuar rápido para que los nominados del presidente asuman lo antes posible, y todas las opciones están en la mesa (...) incluidos nombramientos en receso”, agregó John Thune, de Dakota del Sur, actual número dos de los senadores republicanos.
Para Piscopo, esta es “una señal de que el Partido Republicano no tiene la intención de frenar la agenda de Trump y que permiten más y más rupturas a las normas democráticas, aun cuando esas normas sean informales”.
Aunque Diego Garay, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Externado de Colombia, considera que este “no es el fin” de la democracia en Estados Unidos. Positivo sobre la venidera administración Trump, el analista cree que el republicano “llegó por medios democráticos y avanzará en medios democráticos”.
“Existen pesos y contrapesos, el más inmediato es que en dos años hay elecciones de medio término, y ese destino puede cambiar el Congreso”, explicó el docente. Se renovarán los 435 escaños de la Cámara, 33 del Senado, algunas gobernaciones y otros cargos públicos. Usualmente el partido gobernante pierde.
Si bien pasará una parte de la agenda para “hacer a Estados Unidos grande otra vez”, de acuerdo con Garay, no será “necesariamente la más difícil y confrontacional que ha planteado. Por ejemplo, para que pase una reforma migratoria se requerirían más de 60 votos en el Senado, y hasta ahora tiene 52 curules. Entonces, va a tener que suavizar el discurso porque necesitará algunos de los votos de los demócratas”, explicó el docente.
Más aún, existe un grupo de disidentes dentro del Partido Republicano. Aunque públicamente ningún miembro actual del Congreso se negó a apoyar la campaña presidencial de Trump, por ejemplo, cuando este pidió saltarse el conducto regular de las nominaciones, el senador John Cornyn, de Texas, calificó la solicitud de “inaceptable”.
Puede que ahí haya una opción para que Trump sea desafiado, sin embargo, según Garay, “los políticos también tienen intereses de supervivencia en el marco del partido al que pertenecen”. Asimismo, una aliada de Trump, la representante Marjorie Taylor Greene, advirtió de que no se toleraría la disidencia dentro del partido. “No los dejaré y tampoco lo hará el pueblo estadounidense que nos dio esta increíble oportunidad de salvar este país”, publicó la republicana de Georgia en X.
Las opciones se cierran, pero hay maniobras que se podrían utilizar. Están los tribunales, donde grupos activistas seguramente presentarán casos contra los movimientos de inmigración de Trump, como sucedió con su prohibición a los viajeros de ciertas naciones musulmanas en su primer mandato. Además, en un sistema federal como el de Estados Unidos, conforme a la Décima Enmienda de la Constitución, los gobiernos estatales pueden limitar el poder del gobierno federal.
Ya hay tres gobernadores demócratas que han comenzado a movilizarse para rechazar posibles políticas republicanas en temas como la salud reproductiva y el medio ambiente. En California, el gobernador Gavin Newsom convocó a los legisladores a una sesión especial el próximo mes “para salvaguardar los valores y los derechos fundamentales de California ante la llegada de un gobierno de Trump”.
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