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La revista Time nombró como personaje del año al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. Definido como el hombre más poderoso del mundo por dicha publicación, el republicano resurgió de un 2020 que lo marcó por la pérdida de las elecciones presidenciales frente a Joe Biden, pero más que todo por la insurrección llevada a cabo por muchos de sus seguidores en el Capitolio, con sede en Washington, en un intento por frenar la certificación del demócrata. Sin embargo, en medio del escepticismo de muchos, de tener varios procesos judiciales en su contra y de haber sido condenado por falsificar registros comerciales para encubrir un escándalo sexual, el republicano logró conquistar nuevamente la Casa Blanca.
Un intento de asesinato en su contra, perpetrado en julio de este año durante uno de sus mitines, y la victoria sobre dos de sus rivales políticos, Biden y la vicepresidenta Kamala Harris, fueron apenas los últimos eslabones de lo que la publicación llama su resurrección en la política, una que estuvo atravesada por un discurso centrado en la economía, la migración y los asuntos culturales, que resonó en diferentes actores sociales: pensionados, mamás, latinos, afroamericanos y jóvenes. Ante una narrativa demócrata de defensa de la democracia, Trump irrumpió con una sobre los daños que existen en el sistema que funciona hoy en día.
Su retórica es autoritaria, dice que quiere deportar a millones de migrantes, vengarse de sus enemigos políticos y desmantelar partes del gobierno federal, pero falta por ver cómo aplica lo dicho en campaña a sus funciones presidenciales. Según dijo, tiene herramientas para hacerle frente a varios desafíos: aranceles punitivos, como se los advirtió a México y Canadá si no hay una reducción en los índices de narcotráfico y migración, y el retiro del apoyo militar, humanitario y económico de Estados Unidos, en momentos en los cuales el mundo se enfrenta a diferentes escenarios bélicos, como Ucrania, Israel, Franja de Gaza, Líbano y Siria, por mencionar algunos.
La tarea no es fácil, más si se tiene en cuenta que los republicanos tienen mayorías estrechas en el Senado y la Cámara de Representantes. Ahora su desafío no es ganar en las urnas, sino gobernar en medio de las fuerzas que lo regresaron a la Oficina Oval, como la economía globalizada, la migración masiva y el ascenso de China, que han golpeado a sus antecesores. La revista Time lo explica así: “Si tiene éxito, podría transformar el país. En el camino, corre el riesgo de derribar las normas e instituciones constitucionales que han sido testigos del gran experimento de democracia de Estados Unidos durante dos siglos y medio”.
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