EE. UU.: termina la acción afirmativa en universidades; impulsan nueva herramienta
Una escuela de Medicina desarrolló una herramienta nada ortodoxa para evaluar a los postulantes: la escala de situación socioeconómica desventajosa. Las consultas sobre este sistema han aumentado, mientras se efectúa el fallo de la Corte Suprema que tumbó las acciones afirmativas que beneficiaban a aspirantes de grupos históricamente discriminados.
Stephanie Saul | The New York Times
Para ser director de admisiones de una escuela de Medicina, la evaluación de Mark Henderson sobre la profesión es muy terminante. “En su mayoría, son chicos ricos los que pueden asistir a la escuela de Medicina”, aseveró.
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Para ser director de admisiones de una escuela de Medicina, la evaluación de Mark Henderson sobre la profesión es muy terminante. “En su mayoría, son chicos ricos los que pueden asistir a la escuela de Medicina”, aseveró.
Henderson ha aprovechado su cargo en la Escuela de Medicina de la Universidad de California, campus Davis, para hacer todo lo posible por cambiar esa situación. Con esa meta en mente, desarrolló una herramienta nada ortodoxa para evaluar a los postulantes: la escala de situación socioeconómica desventajosa, o SED, por su sigla en inglés.
Esta escala le asigna a cada estudiante una puntuación de 0 a 99 basada en sus circunstancias de vida, como ingresos familiares y escolaridad de los padres. Las decisiones sobre admisión toman en cuenta esa puntuación, además del conjunto usual de calificaciones, resultados de pruebas, recomendaciones, ensayos y entrevistas.
La escala de situación desventajosa ha ayudado a transformar a UC Davis en una de las escuelas de Medicina más diversas del país… algo notable en un estado que aprobó en 1996 la prohibición de la acción afirmativa.
Con el fallo de la Corte Suprema de la semana pasada que prohíbe que se esté al tanto del color de la piel u origen étnico durante el proceso de admisión, esta escuela de Medicina es un ejemplo que las escuelas selectivas de todo el país podrían utilizar para mejorar su política de admisiones y contar con alternativas para lograr una plantilla estudiantil diversa sin contravenir la nueva ley.
La semana pasada, el presidente Joe Biden describió la puntuación de situación adversa como el “nuevo estándar” para lograr la diversidad.
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Ya se corrió la voz acerca de la escala de UC Davis. Henderson señaló que alrededor de 20 escuelas solicitaron más información hace poco. Además, existen otros parámetros socioeconómicos, como Landscape, lanzado en 2019 por la organización sin fines de lucro que supervisa los exámenes de admisión, College Board. Esa herramienta les permite a las oficinas de admisión a nivel licenciatura evaluar la situación socioeconómica de cada estudiante.
Sin embargo, los escépticos se preguntan si ese tipo de clasificaciones (o cualquier tipo de acción afirmativa basada en elementos socioeconómicos) bastarán para remplazar la acción afirmativa con base en el color de la piel u origen étnico. Encima, es posible que las escuelas que utilizan escalas de situación adversa se metan en aprietos legales, en vista de que algunos grupos conservadores se han comprometido a combatir los programas que sencillamente sustituyan la “raza”.
A lo largo de los años, las escuelas de Medicina han avanzado en la meta de diversificar la composición del cuerpo estudiantil y sus estadísticas van al alza. Pero al igual que las admisiones a nivel licenciatura en general, la riqueza y las conexiones todavía desempeñan un papel determinante en la decisión de aceptar a un postulante. Más de la mitad de los estudiantes de Medicina provienen de familias clasificadas en el 20 por ciento más alto en términos de ingresos, mientras que solo el cuatro por ciento son de familias clasificadas en el 20 por ciento inferior, según datos de la Asociación de Colegios Médicos Estadounidenses (AAMC, por su sigla en inglés).
Otro factor es la dinámica familiar. Los hijos de médicos tienen una probabilidad 24 veces mayor de convertirse en doctores que sus pares, según la Asociación Médica de Estados Unidos. Es difícil determinar por qué la profesión pasa de una generación a otra, pero, debido a esta estadística, la asociación decidió adoptar una política que estipula que se deben evitar preferencias por tradición familiar en las admisiones.
“Existe una brecha económica impresionante entre los estudiantes de Medicina y el público en general”, explicó Henderson, quien proviene de una familia de clase trabajadora y en la actualidad funge como decano asociado de admisiones.
En consecuencia, el número de médicos negros todavía es muy muy bajo: alrededor del seis por ciento de los médicos activos en Estados Unidos son negros, mientras que el 13,6 por ciento de la población estadounidense se identifica como negra.
Con la decisión de la Corte Suprema, “es probable que ese número disminuya”, opinó James E.K. Hildreth, presidente de Meharry Medical College, formado en 1876 en Nashville, Tennessee, para formar a proveedores negros de servicios médicos.
Quienes ocupan posiciones de liderazgo en el campo de la Medicina señalan que preparar a más doctores negros e hispanos podría ayudar a reducir las enormes diferencias existentes en los servicios médicos en Estados Unidos. Varios estudios muestran que es más probable que los médicos de grupos raciales y étnicos poco representados trabajen en cuidados primarios o en lugares donde escasean los doctores.
Además, los pacientes tienen mejores resultados cuando los atienden médicos de origen similar al suyo, afirmó Jesse M. Ehrenfeld, presidente de la Asociación Médica de Estados Unidos.
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La escala de UC Davis ha llamado la atención debido a su capacidad de atraer una gran diversidad de estudiantes gracias a modelos socioeconómicos que las escuelas definen como “neutrales en cuanto a la raza”.
En la generación de ingreso más reciente, integrada por 133 alumnos, el 14 por ciento eran negros y el 30 por ciento eran hispanos. A nivel nacional, el 10 por ciento de los estudiantes de facultades de Medicina eran negros y el 12 por ciento, hispanos. Una gran mayoría de la generación de UC Davis, el 84 por ciento, proviene de familias necesitadas y el 42 por ciento son los primeros de la familia en cursar estudios universitarios.
La tasa general de aceptación ha estado por debajo del dos por ciento.
En la escala de Davis, empleada por primera vez en 2012, ocho categorías establecen una puntuación de adversidad para cada candidato. Algunos de los factores son los ingresos familiares, si los postulantes viven en un área desatendida, si ayudan al sostén de su familia nuclear y si sus padres tienen estudios universitarios.
Mientras mayor sea la puntuación que obtenga el postulante en la escala de necesidad, más ventajoso será.
No existe una fórmula fija para equilibrar la escala con el expediente académico, según Henderson, pero una simulación del sistema reveló que los estudiantes de grupos desfavorecidos aumentaron del 10,7 por ciento al 15,3 por ciento. Encima, la proporción de estudiantes desfavorecidos económicamente se triplicó, del 4,6 por ciento al 14,5 por ciento de la generación.
Por otra parte, las puntuaciones del MCAT, la prueba estandarizada para las solicitudes de admisión a la escuela de Medicina, solo mostraron bajas marginales.
De cualquier manera, no es fácil persuadir a las escuelas de Medicina a que cambien por completo los estándares de admisión, en particular a algo que socave el valor de los resultados de pruebas y las calificaciones. Henderson indicó que incluso sus propios colegas se habían resistido.
“Los médicos dicen que sus hijos ingresaron a la facultad de Medicina en otra parte y no consiguieron lugar aquí”, explicó.
Por ser hijos de médicos, añadió, la puntuación en la escala SED de esos postulantes es cero.
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Varios académicos, incluso Richard D. Kahlenberg, han propuesto utilizar preferencias conscientes de la clase, pues opinan que podría resolver las desigualdades raciales en la educación sin generar el resentimiento que por lo regular provocan los planes sobre diversidad basados en la “raza”.
Biden, por su parte, anunció el 29 de junio que su gobierno desarrollará un “nuevo estándar para las instituciones universitarias que tome en cuenta la adversidad que ha superado el estudiante”.
En escuelas de otros estados sin acción afirmativa, como la Universidad de Míchigan, los funcionarios de admisiones se quejan de que favorecer las inscripciones de estudiantes con más desventajas socioeconómicas no ha producido ningún aumento significativo en la proporción de estudiantes negros, hispanos o indígenas estadounidenses.
“Sin duda, esas herramientas son útiles, pero no logran lo mismo que la práctica del proceso de admisión consciente de la raza”, afirmó Ehrenfeld de la Asociación Médica de Estados Unidos.
Otro punto que se debe considerar es que las clasificaciones socioeconómicas también podrían ser blanco de ataques legales. El presidente de la Corte Suprema John Roberts, en la opinión preparada por el voto mayoritario sobre la acción afirmativa, escribió que las instituciones universitarias podrían considerar la forma en que la raza ha afectado la vida del solicitante. Pero también advirtió de los peligros de utilizar indicadores sustitutos de la raza.
El grupo activista libertario The Pacific Legal Foundation ya demandó a una escuela selectiva, Thomas Jefferson High School for Science and Technology en Alexandria, Virginia, por utilizar factores económicos en sustitución de la raza en los procesos de admisión.
Joshua P. Thompson, abogado de la fundación, comentó que los cuestionamientos legales en torno a estos índices de necesidad son complejos.
“Creo que lo importante van a ser los detalles”, afirmó Thompson. “La Corte Suprema fue muy clara cuando dijo que lo que no se puede hacer directamente tampoco se puede hacer indirectamente”.
Llegado ese punto, Henderson dijo que la escala de situación desventajosa de su escuela podría defenderse en tribunales.
“¿Me preocupa? Sí”, respondió Henderson con respecto a una posible demanda. “¿Va a detenerme? No”.
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