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En el condado de Fairfax, en el norte de Virginia, los desechos se acumulan frente a los jardines de algunos vecindarios. El Programa de Manejo de Residuos ha visto reducida sus cuadrillas de limpieza en un 25 %, lo que ha llevado a grandes retrasos en las labores de recolección de basura.
Estos retrasos no pudieron llegar en un peor momento. Es otoño, así que los residentes de Fairfax sacan docenas de bolsas repletas de hojas que caen de los árboles a sus jardines. Y cuando cae la lluvia, estas bolsas se abren y comienzan a regarse por la calle. Los desechos caen en las alcantarillas, lo que causa un problema mayor.
Pero este no es un problema exclusivo de Fairfax. En ciudades como Jacksonville (Florida), el olor de los desechos acumulados y las moscas que se posan sobre los contenedores desbordados de basura mantienen desesperados a los residentes. Algunos de ellos, furiosos por la situación, han amenazado con alquilar camiones y tirar las bolsas en el Ayuntamiento de la ciudad.
“¿De qué sirven los servidores públicos? Ni siquiera pueden mantener los servicios básicos”, le dijo un hombre frustrado a una reportera de The New York Times.
En estas ciudades, los departamentos de obras públicas están experimentando una escasez de mano de obra tras la pandemia. No hay conductores que transporten los desechos. Las empresas privadas de recolección también tienen el mismo problema. En Jacksonville, por ejemplo, una mujer reporta que no han recogido su basura en nueve semanas. ¿A qué se debe la falta de mano de obra?
La razón es muy simple: las personas que trabajaban en la recolección de desechos, una labor que nunca ha sido glamurosa y respetada, se han cansado de los salarios bajos y las condiciones de sus empleos, como los turnos largos bajo el calor, la lluvia o el frío.
Ronnie M. Burris, representante de los trabajadores de saneamiento ante el Sindicato Internacional de Trabajadores de América del Norte, dice que una persona que trabaja como conductor de camiones de basura en Jacksonville solo gana un promedio de US$40.000 al año. Muchos han descubierto que pueden ganarse el doble al trabajar para compañías de transporte como FedEx o Amazon.
Otros, como Keith Banasiak, director de operaciones de Waste Pro, una empresa recolectora de basura, prefieren culpar a los cheques de ayuda que emitió el Gobierno por haber “distorsionado el mercado laboral”.
“Se encontraron capaces de quedarse en casa y ganar igual o, en algunos casos, más de lo que ganaban en todos los días”, dijo Banasiak.
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Los economistas coinciden que la causa de la escasez de mano de obra son los malos salarios, y que aumentarlos es la única manera de evitar el problema. Jacksonville y Dallas, entre otras ciudades, han incrementado los salarios y ofrecido bonificaciones para atraer nuevos trabajadores y salir de la crisis.
Sin embargo, al igual que con la crisis de camioneros que transportan mercancías desde los puertos, el problema se extendería por varias semanas, mientras la acumulación de desechos puede convertirse en un inconveniente para la salud de los ciudadanos.
En ciudades como Filadelfia y Dallas, los estadounidenses han tratado de tomar medidas para enfrentar la crisis mientras esperan una respuesta coordinada de los departamentos de obras públicas. En Germantown (Filadelfia), algunos residentes han organizado equipos para realizar por su cuenta las labores de recolección de basura y de transporte hasta los vertederos.
Matthew George, uno de los residentes que lidera equipos de recolección amateur, dice que su modelo, el “Orange Can Club”, ha sido replicado en ciudades como Boston, Nueva York y Washington, DC. Lo que buscan es generar conciencia sobre la basura a la vez que hacen su voluntariado.
“La gente tira más basura en presencia de la basura existente, y el continuo desorden del distrito ha contribuido a una cultura de apatía sobre la eliminación adecuada de la basura”, dice George, quien considera que la gravedad del problema no se presenta por la escasez de mano de obra, sino por la cultura del deshecho que han generado las cadenas de comida rápida, por ejemplo.
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En Dallas, por otro lado, se ha propuesto pagarle a los habitantes de calle para que ellos recojan la basura, siguiendo un programa que ya se financia en California. Sin embargo, la experiencia de otras ciudades señala que estos programas no tienen eficacia para detener la mendicidad, ayudar a las personas si hogar a tener un trabajo decente o permitirles conseguir un hogar. Otro gran problema que enfrenta el país: en marzo de este año, el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano encontró que más de medio millón de personas se quedaron sin hogar en una sola noche de 2020.
“Este programa por sí solo no hará mucho para combatir la falta de vivienda si la ciudad no está utilizando adecuadamente sus recursos para proporcionar una cantidad adecuada de viviendas accesibles para personas de bajos ingresos o nulos. De lo contrario, las personas reciben entre 100 y 300 dólares a la semana sin opciones de vivienda que puedan pagar por tan bajos ingresos”, dijo Ryan Ahmadian, cofundador del Comité de Desamparados de Dallas y miembro de Dallas Stops Evictions, al diario Dallas Observer.
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