EE. UU. y México discuten crisis de gestión migratoria con una caravana en camino
Miles de personas buscan llegar a Estados Unidos antes de año nuevo mientras ambos países se reúnen para negociar sus políticas migratorias.
Hugo Santiago Caro
Mientras en Ciudad de México, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se prepara para recibir una delegación de alto nivel de funcionarios de Estados Unidos, encabezados por el secretario de Estado, Antony Blinken, desde el sur, cerca de la frontera con Guatemala, 8.000 personas están cruzando el país de punta a punta con una única meta: llegar a trabajar al vecino del norte.
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Mientras en Ciudad de México, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se prepara para recibir una delegación de alto nivel de funcionarios de Estados Unidos, encabezados por el secretario de Estado, Antony Blinken, desde el sur, cerca de la frontera con Guatemala, 8.000 personas están cruzando el país de punta a punta con una única meta: llegar a trabajar al vecino del norte.
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Y no se trata de un fenómeno ligado al otro, como que la oleada extremadamente grande de migrantes responda a la reunión, ni tampoco que la reunión busque darle solución a esta caravana. Son hechos que, si bien no son aislados, no dependen uno del otro. Estos migrantes partieron desde el fin de semana, antes de Nochebuena, y su marcha se suma a la constante cifra en aumento de migrantes que se movilizan por las diferentes rutas migratorias en el planeta.
“Hay algunos países que tienen un aumento más grande que otros, pero es producto de la persistencia, la persistente desigualdad en el mundo. La brecha salarial entre Estados Unidos y América Latina sigue creciendo; por ejemplo, la disparidad, la desigualdad en las condiciones de seguridad del mundo. Mientras que América Latina, con sus excepciones, sigue siendo un continente muy violento, en particular para mujeres y personas con vulnerabilidades distintas, Estados Unidos sigue siendo mucho más seguro para llevar la vida. También, en la medida en que crece la globalización, hay países que se benefician más que otros. Es totalmente normal que la gente esté buscando mejorar su vida”, explica Andrés Besserer, doctorando en ciencia política por la Universidad de la Ciudad de Nueva York.
En ese contexto, la frontera de México con Estados Unidos ha experimentado, solo entre la primera semana de noviembre y la primera de diciembre, un crecimiento del 31 % de detenciones de migrantes irregulares en los diferentes pasos. Esto, según datos de la patrulla fronteriza estadounidense.
Para Besserer, el gran atractivo que tiene EE. UU. como destino se explica con el hecho de que los migrantes saben que allí encontrarán trabajo, con o sin documentos, muchas veces mejor remunerado de lo que podrían conseguir en su país. “La agricultura, la producción de carne, el mantenimiento, muchísimos servicios, por ejemplo, de restaurantes, serían imposibles sin la migración indocumentada, en particular de América Latina”, afirma.
Sin embargo, en la misma medida en que el flujo migratorio aumenta, Estados Unidos ha endurecido fuertemente su política migratoria. En especial desde el fin del Título 42, la medida tomada por la administración de Donald Trump en pandemia que le permitía expulsar migrantes por motivos sanitarios.
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Dentro de esas medidas, primero se anunció que se retomaría la construcción de varios kilómetros de muro fronterizo en Texas, una medida que abiertamente Joe Biden había dicho que no retomaría. Luego, en los últimos meses, en Texas se aprobó una ley que permite a los gobiernos locales detener y expulsar migrantes indocumentados. Recientemente se sumó a este paquete de medidas el cierre de tres pasos fronterizos para mitigar la alta tasa de migrantes que ingresan al país.
Sin embargo, si de romper promesas se trata, Besserer recuerda que el gobierno de AMLO rompió una de sus políticas de campaña al convertir a México en territorio de paso ampliamente inseguro para los migrantes.
“El gobierno López Obrador ha tomado pasos, algunos explícitos, y ha dejado de tomar otros que asegurarían un tránsito seguro, ordenado y regular por el territorio mexicano. En campaña prometió un modelo de movilidad de tránsito migrante que rompió explícitamente, y ha vuelto a México un país extremadamente inseguro para el paso de migrantes. Tanto porque las fuerzas del Estado mexicano acosan a los migrantes como porque son negligentes cuando se encuentran con el narcotráfico y permiten que el narcotráfico gobierne mucho del tránsito migratorio. México es hoy más peligroso que el Darién”, continúa.
En medio de este deterioro de respuestas estatales y con un flujo incesante de personas buscando mejores oportunidades, está en juego la relación diplomática de EE. UU. y México, pues la mayoría de medidas migratorias que tome uno de los dos vecinos, en especial desde la Casa Blanca, afectan el fenómeno migratorio del otro.
Besserer remarca que México quedó en desventaja en temas migratorios frente a Estados Unidos desde la administración de Trump, pues cedieron ante sus amenazas de elevar aranceles a productos mexicanos para facilitar las políticas que implementó el magnate en su paso por Washington.
“Cuando México aceptó de manera burda la propuesta de un presidente burdo como Trump, pues generó la posibilidad de que Estados Unidos, de ahora en adelante, le solicite a México de esta manera un intercambio transaccional entre la colaboración para políticas migratorias estadounidenses a cambio de algo. No es que México antes no cooperara, por ejemplo, en la imposición de visas. Sí, lo hacía, pero no era de esta manera tan descarnada y tan transaccional”, continúa el analista.
También compara ese arreglo con la administración Trump con lo que pueda pasar este miércoles en CDMX, reunión en la que, además de Blinken, asistirá Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional de EE. UU., pero “quizá menos evidente, menos visible que lo que hizo Trump en su momento”.
Es incierto afirmar qué se pedirá de bando y bando, pero es probable que México solicite incentivos económicos a Estados Unidos a cambio de programas sólidos que contengan a los migrantes en territorio mexicano. Algo así ya ocurrió con el “Remain in México”, promovido por Trump.
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Lo que sí descarta Besserer es que México proponga o implemente programas de documentación o regularización del estatus migratorio de estas personas, pues afirma que “no se asume como un país de destino migrante y tampoco asume la responsabilidad de un país de tránsito, aunque se reconoce como tal, pero ha optado por una visión más bien coercitiva”.
Del lado de Estados Unidos es difícil que cedan, tanto durante la reunión como de aquí a las elecciones presidenciales de noviembre de 2024, pues Biden y su bancada, el Partido Demócrata, necesitan mostrarse con mano firme ante la crisis migratoria para captar votantes más conservadores.
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