El balance del gobierno Santos con Estados Unidos
Uno de los aspectos más positivos del saliente Gobierno lo constituye, sin duda, la política exterior, y en este campo sobresale la relación con Estados Unidos, particularmente relevante. Se trata de una alianza que, con el paso de tiempo, va resistiendo los cambios de derrotero en Washington o a las fuertes críticas que de lado y lado se lanzan.
Mauricio Jaramillo Jassir *
Uno de los aspectos más positivos del saliente Gobierno lo constituye, sin duda, la política exterior, y en este campo sobresale la relación con Estados Unidos, particularmente relevante. Se trata de una alianza que, con el paso de tiempo, va resistiendo los cambios de derrotero en Washington o a las fuertes críticas que de lado y lado se lanzan.
El principal activo del gobierno de Juan Manuel Santos consistió en lograr el apoyo de Washington al proceso de paz con las FARC y que la administración de Barack Obama nombrara un enviado especial para tales fines, Bernard Aronson. Ese impulso fue clave para otorgar legitimidad a un proceso en el que pocos confiaban, por los antecedentes poco prometedores durante el gobierno de Andrés Pastrana.
Ver más: El balance de la relación Santos-Maduro
En tal administración, Estados Unidos había apoyado los diálogos de paz. No obstante, el secuestro y posterior asesinato de tres antropólogos estadounidenses en febrero de 1999, acabó con el entusiasmo. Para el balance de Santos, se suma el avance significativo con el compromiso de Obama, de gestionar ante el Congreso de ese país una ayuda por 450 millones de dólares para el postconflicto. Sin embargo, el salto del Plan Colombia al Plan Paz Colombia, necesitará de perspectiva histórica para evaluar sus impactos.
La política de control al abuso de las drogas, fue sin duda el tema más complicado, y de manera frecuente creó tensiones por el aumento de cultivos de uso ilícito en el país, situación que puso en evidencia el desborde en materia de inseguridad que vive Colombia. La administración Santos asumió una postura digna al llamar por un replanteamiento en el esquema de lucha contra el flagelo, haciendo particular énfasis en no descuidar el principio de corresponsabilidad. Tal reivindicación no puso en duda el buen estado de las relaciones con Washington.
Ver más: Una relación con aroma a drogas
Ahora bien, los principales lunares del balance con Estados Unidos pasan por aceptar de manera tácita, el falso dilema en política exterior que supone dicha alianza. El gobierno de Santos se precipitó en decisiones frente a Palestina por el infundado temor a las retaliaciones desde Washington. El país retrocedió –como lo había hecho el gobierno pasado– al abstenerse en la Asamblea General de una moción contra el traslado de la sede diplomática estadounidense a Jerusalén.
Pero lo más grave fue el preocupante alejamiento del derecho internacional a través de la injustificada insistencia para no reconocer el Estado de Palestina, y en la patética felicitación a Donald Trump por los bombardeos en Siria en abril de este año. Todo ello da cuenta de una compleja relación en la que Colombia sacó provecho, no sin renunciar innecesariamente a la coherencia en política exterior.
Profesor de la U. del Rosario
@mauricio 181212)
Uno de los aspectos más positivos del saliente Gobierno lo constituye, sin duda, la política exterior, y en este campo sobresale la relación con Estados Unidos, particularmente relevante. Se trata de una alianza que, con el paso de tiempo, va resistiendo los cambios de derrotero en Washington o a las fuertes críticas que de lado y lado se lanzan.
El principal activo del gobierno de Juan Manuel Santos consistió en lograr el apoyo de Washington al proceso de paz con las FARC y que la administración de Barack Obama nombrara un enviado especial para tales fines, Bernard Aronson. Ese impulso fue clave para otorgar legitimidad a un proceso en el que pocos confiaban, por los antecedentes poco prometedores durante el gobierno de Andrés Pastrana.
Ver más: El balance de la relación Santos-Maduro
En tal administración, Estados Unidos había apoyado los diálogos de paz. No obstante, el secuestro y posterior asesinato de tres antropólogos estadounidenses en febrero de 1999, acabó con el entusiasmo. Para el balance de Santos, se suma el avance significativo con el compromiso de Obama, de gestionar ante el Congreso de ese país una ayuda por 450 millones de dólares para el postconflicto. Sin embargo, el salto del Plan Colombia al Plan Paz Colombia, necesitará de perspectiva histórica para evaluar sus impactos.
La política de control al abuso de las drogas, fue sin duda el tema más complicado, y de manera frecuente creó tensiones por el aumento de cultivos de uso ilícito en el país, situación que puso en evidencia el desborde en materia de inseguridad que vive Colombia. La administración Santos asumió una postura digna al llamar por un replanteamiento en el esquema de lucha contra el flagelo, haciendo particular énfasis en no descuidar el principio de corresponsabilidad. Tal reivindicación no puso en duda el buen estado de las relaciones con Washington.
Ver más: Una relación con aroma a drogas
Ahora bien, los principales lunares del balance con Estados Unidos pasan por aceptar de manera tácita, el falso dilema en política exterior que supone dicha alianza. El gobierno de Santos se precipitó en decisiones frente a Palestina por el infundado temor a las retaliaciones desde Washington. El país retrocedió –como lo había hecho el gobierno pasado– al abstenerse en la Asamblea General de una moción contra el traslado de la sede diplomática estadounidense a Jerusalén.
Pero lo más grave fue el preocupante alejamiento del derecho internacional a través de la injustificada insistencia para no reconocer el Estado de Palestina, y en la patética felicitación a Donald Trump por los bombardeos en Siria en abril de este año. Todo ello da cuenta de una compleja relación en la que Colombia sacó provecho, no sin renunciar innecesariamente a la coherencia en política exterior.
Profesor de la U. del Rosario
@mauricio 181212)