El camino político y criminal de Fujimori
El expresidente llegó al poder en un momento en el que era un desconocido y representaba una salida en medio de la crisis de los partidos peruanos. Alcanzó la Presidencia prometiendo mejorar la economía y acabar con el terrorismo.
Era 5 de abril de 1992. El reloj marcaba las 10:00 p. m. del domingo. Todos los canales de televisión en Perú estaban transmitiendo un mismo mensaje pregrabado de Alberto Fujimori, entonces presidente: “A la inoperancia del Parlamento y corrupción del poder judicial, se suma la evidente actitud obstruccionista y conjura encubierta contra los esfuerzos del Gobierno por parte de algunas cúpulas partidarias (...), con el único interés de bloquear las medidas económicas que conduzcan al saneamiento de la situación de bancarrota que precisamente ellas dejaron”. Mientras, los tanques de la División Blindada se movían en las calles de Lima, rumbo hacia el Congreso y el Palacio de Justicia. Los militares se tomaron las calles y los principales edificios públicos. La prensa fue coartada. El “fujimorazo” era una realidad.
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Era 5 de abril de 1992. El reloj marcaba las 10:00 p. m. del domingo. Todos los canales de televisión en Perú estaban transmitiendo un mismo mensaje pregrabado de Alberto Fujimori, entonces presidente: “A la inoperancia del Parlamento y corrupción del poder judicial, se suma la evidente actitud obstruccionista y conjura encubierta contra los esfuerzos del Gobierno por parte de algunas cúpulas partidarias (...), con el único interés de bloquear las medidas económicas que conduzcan al saneamiento de la situación de bancarrota que precisamente ellas dejaron”. Mientras, los tanques de la División Blindada se movían en las calles de Lima, rumbo hacia el Congreso y el Palacio de Justicia. Los militares se tomaron las calles y los principales edificios públicos. La prensa fue coartada. El “fujimorazo” era una realidad.
El “Chino” murió el miércoles tras batallar contra el cáncer, como confirmó su abogado, Elio Riera, en la casa de su hija Keiko, en el distrito de San Borja, meses después de haber recuperado su libertad. Hijo de padres procedentes de la aldea japonesa de Kamachi, Fujimori nació el 28 de julio de 1938 en Lima, Perú. En un principio, su vida estuvo ligada a la academia: estudió en escuelas públicas de la capital, obtuvo el título universitario de ingeniero agrónomo y cursó una maestría en matemáticas. Incluso, fue profesor universitario. Manejaba cinco idiomas: castellano, inglés, japonés, francés y alemán. Era alguien desconocido, alguien que, bajo el anonimato y aprovechando la crisis de la política tradicional peruana, logró entrar en la contienda de las elecciones presidenciales de 1990, y resultó electo. En medio de una hiperinflación del 7.000 % y de un conflicto armado con la guerrilla maoísta Sendero Luminoso, se postuló como un candidato diferente. Sus promesas de gobierno fueron dos: mejorar la economía y luchar contra el terrorismo.
Su principal apuesta fue, a través de una política neoliberal, privatizar algunas empresas del sector público para atraer inversión extranjera, reduciendo la hiperinflación, a expensas del descontento de los sindicatos y del Legislativo. También quiso implementar una política de mano dura en contra de la mencionada guerrilla y del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), el cual llevó a cabo la toma de la residencia del embajador japonés en Lima en 1997, que resultó en el secuestro de 72 personas por 126 días. Tras una operación militar ordenada por él, liberaron a los rehenes, excepto a uno que murió, así como también 14 rebeldes y dos miembros del comando de rescate. Para entonces, ya Fujimori había llevado a cabo el autogolpe de Estado, apoyado por el Ejército, con el cual se perpetuó en el poder hasta el 2000, cuando decidió huir a Japón.
El exmandatario dejó atrás diez años de gobierno, varios cuestionamientos y fuertes rezagos de dolor: el 3 de noviembre de 1991 tuvo lugar la masacre de Barrios Altos, en la que fueron asesinadas 15 personas que estaban en una reunión vecinal. En julio de 1992, nueve alumnos y un profesor universitario fueron asesinados en la Cantuta por tener supuestos nexos con Sendero Luminoso. Por estos hechos, Fujimori recibió una sentencia de 25 años de cárcel, por ser el principal responsable de los asesinatos y las torturas. Vladimiro Montesinos, su mano derecha, también fue condenado a prisión; ambos fueron juzgados por ser los máximos responsables de las acciones del Grupo Colina, un conjunto de agentes del Servicio de Inteligencia del Ejército encargado de perpetrar ejecuciones extrajudiciales.
“A partir de 1992, Fujimori disfrutó de una época de fortalecimiento considerable en la que muchos prefirieron mirar para otro lado”, afirmó a la BBC el periodista Gustavo Gorriti. De hecho, no fue sino hasta 2007, luego de pasar varios años huyendo de los tribunales, que el exmandatario fue extraditado de Chile hasta Perú, lo que lo hizo comparecer por, además, delitos asociados con la corrupción. Pero su mandato también dejó una marca violenta en la memoria de miles de peruanos por las esterilizaciones forzadas que impulsó en la última década del siglo XX. Durante los años 90, se realizaron más de 340.000 ligaduras de trompas y 24.000 vasectomías como parte de una política de reducción de la pobreza. Los especialistas consideran que al menos 180.000 de estas, practicadas en dos años, fueron violatorias de los derechos humanos.
Fujimori cumplía desde 2009 una condena por “crímenes contra la humanidad” en el penal Barbadillo, una pequeña cárcel para expresidentes al este de Lima, por las matanzas perpetradas en 1991-1992 por un escuadrón del ejército. El expresidente Pedro Pablo Kuczynki (2016-2018) le concedió el indulto a finales de 2017. Pero poco tardó en perder la libertad de nuevo. A principios de 2019, Fujimori volvió a la cárcel, después de que un juez anulara la medida de gracia.
“Que la historia juzgue mis aciertos y mis errores”, escribió el expresidente al cumplir 80 años, el 28 de julio de 2018, en un manuscrito enviado a la AFP, donde expresó su convicción de haber sentado las bases de un país que llegará a ser “líder en América Latina”.
Ese nuevo período en prisión tampoco duró mucho: el exmandatario de 86 años fue excarcelado el 7 de diciembre de 2023 bajo el amparo de un indulto humanitario, pese a la objeción de la justicia interamericana. Estuvo preso en total 16 años.
Este año, el gobierno peruano dio luz verde a una ley que declara prescritos los crímenes de lesa humanidad cometidos antes de 2002 en la lucha contra las guerrillas. La iniciativa fue interpretada como un beneficio para el expresidente Fujimori y a 600 militares procesados.
Lo cierto es que Fujimori causó división en Perú hasta el día de su muerte, y las cifras lo muestran. En marzo de 2017, la encuestadora GFK les preguntó a los peruanos por su visión del legado del gobierno del autócrata. Se les presentaron dos opciones: Fujimori fue un gobernante de mano dura, que perpetró crímenes contra la población e implantó una dictadura, o Fujimori fue un gobernante de mano dura, que acabó con el terrorismo y disminuyó los conflictos sociales. El 37 % optó por lo primero, mientras que un 55 % por lo segundo.
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