El debate por el techo de la deuda en EE. UU., una bomba a punto de explotar
La falta de voluntad de los republicanos para aumentar el techo de la deuda está a punto de causar una catástrofe en Estados Unidos. Estas son las fechas clave.
Hay una bomba de tiempo en Estados Unidos que, de estallar, podría significar el caos total para la economía estadounidense e incuso la economía mundial. Se trata del “techo de la deuda”, un tope establecido por el Congreso para limitar la capacidad del Departamento del Tesoro para pedir dinero prestado con el fin de realizar los pagos de la deuda del país. Suena complejo, pero es mucho más simple de lo que suena.
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Hay una bomba de tiempo en Estados Unidos que, de estallar, podría significar el caos total para la economía estadounidense e incuso la economía mundial. Se trata del “techo de la deuda”, un tope establecido por el Congreso para limitar la capacidad del Departamento del Tesoro para pedir dinero prestado con el fin de realizar los pagos de la deuda del país. Suena complejo, pero es mucho más simple de lo que suena.
¿Qué es el techo de la deuda?
Todo empezó con una guerra: la Primera Guerra Mundial. En las décadas previas a este conflicto, el Congreso estadounidense autorizaba la emisión de bonos para cada fin específico, como la construcción del Canal de Panamá. Es decir, se debatía un proyecto y luego de que se aprobara se emitían bonos para obtener el dinero y financiarlo. Pero cuando la Primera Guerra Mundial llegó, los costos eran desconocidos, y que el Congreso tuviera que discutir y aprobar cada bono dificultaba mucho la tarea. Las cosas tenían que cambiar.
Así que se creó la Ley de Bonos de la Segunda Libertad, una ley que permitió una renovación continua de la deuda nacional sin que el Legislativo tuviera que autorizar cada emisión de bonos por separado, y que le daba al Tesoro la facilidad de operar sin tanta supervisión como antes. Eso sí: se estableció un límite máximo del endeudamiento que el gobierno no podría superar sin la aprobación del Congreso. Así nació el techo de la deuda: un tope para limitar lo que el gobierno podía pedir prestado.
Ahora, el gobierno gasta más de lo que recoge por impuestos, por lo que siempre tiene que pedir más dinero prestado para pagar sus cuentas y cubrir ese déficit. Durante años, el Congreso no tuvo problema en elevar el límite de la deuda para que el Tesoro pudiera pedir más dinero y cubriera sus deudas. Luego llegó 1954. Ese año, el Congreso se negó a permitirle al gobierno del presidente Dwight Eisenhower adquirir más deuda para cumplir sus planes de construir un sistema nacional de carreteras.
El senador demócrata Harry Byrd, principal opositor de Eisenhower, y un puñado de republicanos estaban preocupados porque la deuda acumulada por la Segunda Guerra Mundial y la Gran Depresión ya era enorme, y temían que aumentar la deuda se convirtiera en una condición permanente del gobierno. Así que dijeron que no. Pero el gobierno todavía debía cumplir con el pago de sus deudas pendientes. Necesitaba dinero o iba a incurrir en impago. Eso llevó a que el gobierno y el Congreso negociaran. La Casa Blanca tuvo que recortar algunos de sus gastos.
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Volvamos a la actualidad. ¿por qué se habla de una bomba de tiempo?
Esta es la conversación del momento en todo el país: ¿qué pasará con el techo de la deuda? Y es que si Estados Unidos no paga su deuda para el 1 de junio, según la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, podría incurrir en una situación de impago o default. Esto es grave.
¿Qué pasa si Estados Unidos no paga su deuda?
El economista Roger Ferguson, del Council of Foreign Relations, ha estudiado este escenario durante mucho tiempo. Si Washington cae en default y no paga sus deudas, lo primero que pasaría sería que la calificación crediticia de Estados Unidos se degradaría. Pero lo más importante es que, con esto, las tasas de interés por las que el Departamento de Tesoro paga sus bonos para recaudar dinero aumentarían considerablemente. Esto conduciría también a un aumento en las tasas de interés a nivel general. En síntesis: mayor endeudamiento para empresas, propietarios de viviendas que verían elevados los costos de hipotecas, etc.
Según economistas del Goldman Sachs, esto también conduciría a la pérdida de unos tres millones de empleos y aumentaría la deuda nacional. El dinero de los contribuyentes ya no iría a áreas como infraestructura, educación o salud, sino al pago de esa deuda nacional. El mercado financiero se vería tan conmocionado que llevaría a la economía a una recesión. Y el coletazo, desde luego, se sentiría en todo el mundo.
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Pero el gobierno está haciendo lo posible por desactivar esta bomba, ¿no?
Ni el presidente estadounidense, Joe Biden, ni los cuatro líderes del Congreso parecen dispuestos a ceder un centímetro para trabajar entre bancadas y desactivar la bomba antes de que explote. Los republicanos quieren que Biden elimine la condonación de préstamos estudiantiles, la derogación de créditos fiscales para la energía verde y eliminar los fondos dirigidos al Servicio de Impuestos Internos que fueron promulgados como parte de la Ley de Reducción de la Inflación. Esto último quiere decir que buscan recortar los impuestos. Todos los recortes implicarían que Biden tendría que romper muchas de sus promesas de gobierno.
El próximo martes, 9 de mayo, Biden recibirá en la Casa Blanca a los cuatro líderes del Congreso para hablar sobre el tema. Estarán el republicano Kevin McCarthy, líder de la mayoría en la Cámara; el republicano Mitch McConnell, líder de la minoría en el Senado; el demócrata Hakeem Jeffries, líder de la minoría en la Cámara; y el demócrata Chuck Schumer, líder de la mayoría en el Senado. Pero el presidente ha sido enfático: “no va a negociar el techo de la deuda”, dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre. ¿Por qué la negativa?
El presidente ya tiene experiencia lidiando con este asunto. En 2011, cuando Biden era vicepresidente de Barack Obama, el demócrata lideró las conversaciones con los republicanos para aumentar el techo de la deuda. En ese momento, los republicanos querían lo mismo: que el entonces presidente Obama eliminara varios gastos sociales para aumentar el techo de la deuda y otorgarle el dinero necesario al Tesoro para que pagara su deuda.
La maniobra de los republicanos resultó mal. La calificación crediticia de Estados Unidos fue degradada, los mercados se desplomaron y el país perdió miles de millones de dólares. Y al final, de todas maneras, aprobaron el aumento del techo de la deuda para pagar las cuentas pendientes, 72 horas antes de la catástrofe y el anuncio del incumplimiento de pago.
Ahora, tras esa experiencia, Biden se muestra más duro y no piensa dejar que los republicanos conviertan este asunto en una especie de chantaje para presionarlo para que abandone sus programas.
“Como ha dicho el presidente muchas veces, elevar el techo de la deuda no es una negociación; es una obligación de este país y de sus líderes evitar el caos económico. El Congreso siempre lo ha hecho, y el presidente espera que cumplan con su deber una vez más. Eso no es negociable”, dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca.
Biden busca que sus aliados, incluso algunos republicanos del lobby empresarial y los halcones de Washington que siempre han advertido de la catástrofe que significaría un incumplimiento, se sumen a las voces que le piden al Congreso aumentar el techo de la deuda sin más resistencia. Sin embargo, el presidente no ha encontrado apoyo del otro lado del pasillo.
El gran problema ahora es la diferencia con el caso de 2011, pues en aquel momento los líderes empresariales tenían mucho más poder de influencia sobre los congresistas republicanos que ahora. Por eso, la Cámara de Comercio y Business Roundtable, dos de los grupos empresariales con mayor influencia, le pidieron a Biden que aceptara negociar, de acuerdo con The Post. Esto se da, entre otras cosas, porque reconocen que los cabilderos empresariales tienen ahora menos influencia con los republicanos de la Cámara de Representantes. Y es que hay una extraña división entre las empresas y el Partido Republicano.
“Hacer que Hank Paulson (empresario republicano y ex secretario de Tesoro) se siente con Marjorie Taylor Greene (representante a la Cámara y aliada de Donald Trump) no ayudará a la situación”, le dijo un líder empresarial a The Washington Post.
Lindsay Owen, directora ejecutiva de Groundwork, le dijo a The Post que incluso “los llamados ‘adultos fiscalmente responsables en la sala ´han estado felices de participar en una estrategia imprudente de toma de rehenes y de tratar de obligar a la Casa Blanca a aceptar recortes. Han envalentonado a McCarthy y a los republicanos”, dijo.
El panorama no es nada alentador. Ni la Casa Blanca ni los republicanos quieren negociar. Los días pasan y si no se alcanza una negociación para antes del 30 de mayo, el país estará en graves problemas. A la falta de voluntad de ambas partes se suma el poco tiempo que hay: después de la reunión del martes, la Cámara de Representantes solo tendrá unos 10 días para negociar. Y si tenemos en cuenta que el presidente debe viajar a Japón para participar de la cumbre del G7, esto nos deja el 16 de mayo como el último día en la programación en la que todos los actores claves para llegar a un acuerdo (Biden, la Cámara y el Senado) se encuentran en Washington. Tic tac. El tiempo corre.
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