El desastre que amenaza a Brasil
El país ha visto cómo en los últimos días se han elevado los casos de contagios y muertos por coronavirus. La nación está sufriendo la ola más letal y virulenta de la pandemia, en parte por las nuevas cepas del virus y por la pésima gestión del gobierno.
Jair Bolsonaro no tiene remedio. Desde que el coronavirus llegó a ese país, el 26 de febrero del año pasado, hizo todo para llevar a Brasil al desastre: negó la pandemia, aconsejó remedios sin sustento médico, se negó a decretar cuarentenas y promovió con total irresponsabilidad los encuentros y reuniones sociales sin usar tapabocas, así que hoy el país ve la cara más dolorosa de la pandemia. Brasil superó este miércoles por primera vez los 2.000 muertos diarios, con 2.286 fallecidos en las últimas 24 horas, informó el Ministerio de Salud, que reportó 79.876 nuevos casos en un día, segundo peor registro en un año.
Gracias por ser nuestro usuario. Apreciado lector, te invitamos a suscribirte a uno de nuestros planes para continuar disfrutando de este contenido exclusivo.El Espectador, el valor de la información.
Jair Bolsonaro no tiene remedio. Desde que el coronavirus llegó a ese país, el 26 de febrero del año pasado, hizo todo para llevar a Brasil al desastre: negó la pandemia, aconsejó remedios sin sustento médico, se negó a decretar cuarentenas y promovió con total irresponsabilidad los encuentros y reuniones sociales sin usar tapabocas, así que hoy el país ve la cara más dolorosa de la pandemia. Brasil superó este miércoles por primera vez los 2.000 muertos diarios, con 2.286 fallecidos en las últimas 24 horas, informó el Ministerio de Salud, que reportó 79.876 nuevos casos en un día, segundo peor registro en un año.
Le puede interesar: “Fuimos un ejemplo para el mundo”, Bolsonaro sobre su gestión de la pandemia
Con un agravante: una nueva ola más virulenta y letal, que está provocando récords de muertes e infecciones, en parte, por la aparición de una nueva cepa del virus, la variante que tuvo origen en la Amazonia.
¿Y qué hizo Bolsonaro frente a este oscuro panorama? Un almuerzo. El día con mayor número de muertes (1.525, con un crecimiento del 24 % frente a los fallecimientos que se venían reportando), el presidente de Brasil invitó a sus aliados políticos a compartir una comida típica en Brasilia. Casi ninguno usó tapabocas (eso es lloriquear) y celebraron como si la pandemia ya hubiera pasado.
Al siguiente día, algunos gobernadores se asustaron con el avance del coronavirus y decretaron cuarentenas, desatando la ira presidencial: “Basta de lloriqueos”, les reclamó. “Tenemos que enfrentar nuestros temores. No más inquietud, no más quejas. ¿La gente va a llorar para siempre?”, dijo frente a una multitud de seguidores.
“Frente a la situación extremadamente crítica de las tasas de ocupación de camas de cuidados intensivos (...), los investigadores refuerzan la necesidad de ampliar y fortalecer medidas de distanciamiento físico, uso de máscaras y lavado de manos”, advirtió la Fundación Fiocruz.
Le puede interesar: “Dejen de lloriquear”: Bolsonaro tras registro récord de muertes por COVID-19
De acuerdo con un boletín de la Fundación Fiocruz, 25 de las 27 capitales de estados brasileños tienen más del 80 % de ocupación de sus plazas en las unidades de cuidados intensivos.
Hasta el momento Brasil vacunó con la primera dosis a cerca de 8,5 millones de personas, el 4 % de su población, con un agravante: no hay dosis suficientes, pero la previsión del gobierno es que entre abril y junio sean distribuidas otros cincuenta millones de dosis de diferentes antídotos.
El problema lo ven todos, menos Bolsonaro. El ministro de Salud de Uruguay, Daniel Salinas, dijo: “Estamos amenazados, entre comillas, por la situación epidemiológica brasileña. La rapidez con la que nos vacunemos va a ser fundamental para que el virus en nuestro país deje de mutar. Estando el virus circulando, el virus muta”. Y remató: “En Brasil existe un problema severísimo”.
Denise Garrett, experta en enfermedades infecciosas y vicepresidenta del Instituto de Vacunas Sabin, en Washington, dijo a Bloomberg: “Lo que estamos viviendo ahora es mucho peor que lo que teníamos antes. Veo que una gran tormenta se cierne sobre Brasil”.
En los primeros dos meses de 2021, en Araraquara, municipio de São Paulo, murieron más personas a causa del virus que en todo 2020. “Las pruebas de covid no solo resultan ser positivas, sino que además lo son para la variante altamente contagiosa de Brasil, que surgió en la ciudad amazónica de Manaos. La cepa, que según los estudios preliminares es al menos dos veces más transmisible, apareció en más del 80 % de las muestras tomadas en una clínica de la ciudad desde mediados de enero hasta mediados de febrero”, señala la agencia Bloomberg.
Expertos en Brasil han dicho que en Brasil ya circulan cientos de nuevas variantes de COVID-19, aunque P.1. es la más preocupante. “Nos enfrentamos a una situación dramática aquí: los sistemas de salud de muchos estados de Brasil ya están en colapso y otros lo estarán en los próximos días”, dijo Eliseu Waldman, epidemiólogo de la Universidad de São Paulo, a The Wall Street Journal.
Hoy los contagiados y muertos son diferentes a los de las primeras olas del virus: personas entre treinta y cuarenta años. Pero las batallas políticas son las mismas y por eso la diferencia en muertos, contagiados y caos en el servicio médico. Los gobernantes locales que tomaron medidas culpan al la presidencia por la falta de dosis y el caos general; los que siguen sus “recomendaciones” viven como si en el país no estuvieran muriendo miles de personas.
Le puede interesar: La crisis de coronavirus en Brasil es una advertencia para el mundo
Esta semana, los gobernadores estatales criticaron al gobierno federal por difundir información falsa y “priorizar los conflictos, crear imágenes del bien contra el mal y socavar la cooperación”. Estados desde São Paulo hasta Pernambuco y Rio Grande do Sul han endurecido las restricciones en los últimos días, para tratar de detener la propagación.
Los secretarios de Salud estatales firmaron una declaración en la que instaban al gobierno a reconocer la gravedad de la pandemia, que está causando el colapso de varios sistemas de salud públicos y privados. Lamentaron la falta de una política nacional coherente y solicitaron reglas más estrictas para las empresas no esenciales. También pidieron a las autoridades que consideren cerrar los aeropuertos y suspender los viajes interestatales, así como imponer un toque de queda nacional.
“Vamos a seguir viendo una gran cantidad de contagios y muertes durante al menos tres meses, porque no hay nada que impida que ocurran”, dijo Antonio Carlos Bandeira, director de la Sociedad Brasileña de Enfermedades Infecciosas.
Y aquí se suma un nuevo elemento a la batalla política en que Bolsonaro convirtió la lucha contra el coronavirus. El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva se ha reivindicado y tiene ganas de ser el próximo presidente del país, cuyas elecciones serán en 2022.
“Quiero hacer propaganda para que el pueblo brasileño no siga ninguna decisión imbécil del presidente de la república ni del Ministerio de Salud. Vacúnense, vacúnense, porque esa es una de las cosas que pueden librarnos del covid”, dijo Lula.
El exmandatario de izquierda (2003-2010), de 75 años, anunció que tomaría la primera dosis de la vacuna la semana próxima. Y volvió a irse lanza en ristre contra el actual mandatario: “Muchas de esas muertes podrían haberse evitado, si tuviéramos un gobierno que hubiese hecho lo elemental”, agregó.
Le puede interesar: Edson Fachin, el juez que revivió a Lula da Silva en la política de Brasil
Según sondeos, Lula es el político con más posibilidades de impedir la reelección del ultraderechista Bolsonaro, aunque su nombre enfrenta igualmente una fuerte resistencia en sectores de la clase media y en otros partidos de izquierda o centro-izquierda.
“La lucha contra el COVID-19 se perdió en 2020 y no hay la menor oportunidad de revertir ese trágico escenario en el primer semestre de 2021”, afirmó a la AFP Jesem Orellana, epidemiólogo de Fiocruz-Amazonia.
“Lo máximo que podemos hacer es esperar el milagro de la vacunación de masa o un cambio radical en la gestión de la pandemia. Hoy Brasil es una amenaza para la humanidad y un laboratorio a cielo abierto, donde la impunidad en la gestión parece ser la regla”, concluyó.