¿El despliegue de militares que Texas envió a la frontera está funcionando?
Aunque el gobernador Greg Abbott está convencido de que el gobierno federal debería replicar sus políticas de mano dura, determinar las dinámicas que han influido en los cambiantes números fronterizos sigue siendo tema de debate.
J. David Goodman y Edgar Sandoval | The New York Times
Durante muchos meses, la pequeña ciudad fronteriza de Eagle Pass, Texas, ha sido el escenario de una amarga batalla legal entre el gobernador Greg Abbott y el gobierno del presidente Joe Biden sobre cuál es la mejor manera de gestionar la cantidad récord de migrantes que llegan a la frontera. Las peleas judiciales, que se intensificaron la semana pasada, se han centrado en afirmaciones de que la frontera está en crisis.
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Durante muchos meses, la pequeña ciudad fronteriza de Eagle Pass, Texas, ha sido el escenario de una amarga batalla legal entre el gobernador Greg Abbott y el gobierno del presidente Joe Biden sobre cuál es la mejor manera de gestionar la cantidad récord de migrantes que llegan a la frontera. Las peleas judiciales, que se intensificaron la semana pasada, se han centrado en afirmaciones de que la frontera está en crisis.
Pero recientemente, ha estado sucediendo lo contrario a lo largo del río Bravo a medida que atraviesa Eagle Pass: en una zona que el año pasado fue el epicentro de la migración no autorizada a lo largo de la frontera sur, han estado cruzado muchos menos migrantes.
Abbott ha citado este declive como evidencia de que su intento agresivo de ampliar los límites de la ley de inmigración y su programa de 10.000 millones de dólares para endurecer la frontera del estado con México —utilizando tropas de la Guardia Nacional, alambre de púas, helicópteros, botes y boyas flotantes en el río Bravo— ha estado funcionando.
“Los cárteles han desviado sus rutas para cruzar la frontera porque Texas es el único estado que está montando resistencia”, dijo Abbott durante una conferencia de prensa en Eagle Pass el mes pasado, flanqueado por más de una docena de gobernadores republicanos.
Si el gobierno federal hiciera lo que está haciendo Texas, añadió Abbott, “eliminaríamos la migración ilegal de la noche a la mañana”.
Sin embargo, determinar cuáles dinámicas han influido en los cambiantes números fronterizos sigue siendo tema de debate.
Los funcionarios federales han dicho que los cambios en el manejo de los migrantes por parte del gobierno mexicano fueron responsables de una fuerte caída en las llegadas a lo largo de la frontera tras los niveles récord de diciembre. Los expertos en inmigración afirmaron que los cruces suelen disminuir en los meses más fríos sólo para incrementarse de nuevo durante la primavera.
Pero lo que está claro es que han llegado menos personas a través de Texas.
Los más recientes datos federales disponibles al público sobre encuentros fronterizos, publicados el viernes, han mostrado un desplazamiento mensurable hacia el oeste en los últimos meses, alejándose de Texas —que representa 2018 kilómetros de los casi 3218 kilómetros de la frontera sur— y con dirección a Nuevo México, Arizona y California.
En febrero, los agentes de la Patrulla Fronteriza registraron alrededor de 87.000 encuentros con migrantes en California y Arizona, frente a 53.000 en Texas. El año pasado, las cifras fueron esencialmente al revés: casi 55.000 encuentros tuvieron lugar fuera de Texas frente a 76.000 registrados en el estado. (En general, la cantidad de cruces fue ligeramente más alta el mes pasado).
“Hay algunas razones, y las políticas de Texas son una de ellas”, aseveró Adam Isacson, quien se dedica a fronteras y migración en la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos. Afirmó que, más que cualquier otra cosa, parecía ser el miedo al incierto panorama legal –en particular la acechante ley de arresto de migrantes de Texas conocida como Ley Senatorial 4 (SB4, por su sigla en inglés), que fue aprobada en diciembre– lo que ha causado que muchos migrantes eviten el estado.
“A la gente no le preocupan las boyas ni los alambres de púas”, añadió. “El miedo a lo desconocido con la SB4 está llevando a la gente a decidir evitar Texas”.
La ley fue suspendida la semana pasada por un tribunal federal de apelaciones en medio de un desafío a su constitucionalidad por parte del gobierno de Biden. El aplazamiento ha persuadido al menos a algunos migrantes a intentar cruzar antes de que entre en vigor.
Richi Silva, un venezolano de 32 años, quien consiguió una cita de migración con agentes federales en Brownsville, Texas, afirmó que había visto cientos de migrantes al otro lado de la frontera, esperando para cruzar.
Aun así, el desplazamiento de migrantes hacia el oeste ha sido evidente en una de las iniciativas fronterizas políticamente más exitosas de Abbott: su programa para transportar en autobús a migrantes a ciudades demócratas como Nueva York, Chicago y Denver.
Desde enero, el número de autobuses ha disminuido drásticamente. Casi todos los autobuses ahora viajan desde El Paso, donde un gran centro federal de procesamiento gestiona a los migrantes que cruzan a Nuevo México, así como a Texas. Muy pocos salen de antiguos puntos críticos de migración en Texas, como McAllen, Eagle Pass y Brownsville.
“Están siendo detenidos en Nuevo México y recién están siendo procesados en El Paso”, afirmó Chris Olivarez, portavoz del Departamento de Seguridad Pública de Texas. “En realidad no ha sucedido mucho aquí”.
Un portavoz de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos no respondió a una solicitud de detalles sobre las detenciones federales.
Los patrones de migración suelen cambiar a medida que los contrabandistas buscan los lugares más fáciles para cruzar en medio de un mosaico de controles a lo largo de la frontera.
Además, la disminución general de los cruces entre diciembre y enero coincidió con cambios en la gestión y deportación de migrantes por parte de México en esos meses, un factor citado por las autoridades estadounidenses.
“Hemos recibido muy muy pocos”, dijo Valeria Wheeler, directora ejecutiva de Mission: Border Hope en Eagle Pass, mientras caminaba por el nuevo y cavernoso refugio de la organización sin fines de lucro en el centro de la ciudad. La locación, inaugurada en otoño, se parece a la terminal de un aeropuerto mediano. Filas y filas de sillas de metal estaban vacías durante una visita un día de la semana pasada. En el refugio solo había tres migrantes. En un día cualquiera de diciembre, habría habido entre 800 y 1200, afirmó Wheeler.
“Es un ciclo”, añadió. “Estamos preparados para cuando vengan más”.
En un refugio para migrantes en la ciudad mexicana de Piedras Negras, al otro lado de la frontera con Eagle Pass, Israel Rodríguez, un pastor que dirige el refugio, dijo que había notado una fuerte disminución poco después de que el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, y otros altos funcionarios estadounidenses, viajaron a México en diciembre pidiendo la intervención de ese país.
“Los están deteniendo antes de que lleguen a nosotros”, dijo Rodriguez sobre los funcionarios mexicanos. Luego, los funcionarios llevan a los migrantes a zonas más internas de México, dijo. “Los dejan en el centro del país y los migrantes emprenden el viaje de regreso a la frontera, esta vez evitando los puestos de control”.
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