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El detenido por el supuesto intento de asesinato este domingo del exmandatario y candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, había sido condenado hace más de 20 años por posesión de una ametralladora, según medios locales.
El expresidente sufrió su segundo intento de asesinato este verano después de que un individuo, que fue detenido por el Servicio Secreto y no llegó a disparar al mandatario, se aproximara al campo de golf en el que estaba jugando el republicano, armado con un rifle AK-47 con mira telescópica.
El detenido es un hombre de 58 años muy activo en las redes sociales llamado Ryan Wesley Routh que ha vivido en Carolina del Norte y en Hawái, según medios locales.
Los registros también muestran condenas por portar un arma oculta, posesión de propiedad robada y atropello y fuga. Según NBC se han presentado más de 100 cargos criminales contra Ryan Routh en Carolina del Norte.
El hijo del detenido dijo hoy a CNN que no es propio de su padre “hacer algo loco y mucho menos violento”.”No sé qué ha pasado en Florida, y espero que las cosas simplemente se hayan exagerado”, dijo al medio.
La Oficina Federal de Investigación (FBI, en inglés) confirmó que lo sucedido en el Trump International Golf Club de West Palm Beach, Florida, está siendo investigado como un aparente “intento de asesinato”.
Falso reclutador de Ucrania
Reclutar para el Ejército ucraniano a miles de soldados afganos que se habían quedado sin trabajo tras la retirada de la OTAN de Afganistán fue durante muchos meses la obsesión de Ryan Routh.
Decía ser un contratista de obras residente en Hawai que lo había dejado todo al comienzo de la guerra para viajar a Kiev y apoyar a Ucrania y escribió a varios congresistas pidiendo apoyo para su idea, en una charla con EFE en marzo de 2023 en una cafetería de la capital ucraniana.
Además de intentar vender su plan a las autoridades ucranianas, que siempre se desmarcaron de los intentos de Routh de asociar su nombre de manera oficial a Ucrania, llegó a presentarse también como reclutador para el Ejército ucraniano, que también desautorizó su legitimidad para desempeñar tal papel.
Cargando dos pesados libros de contabilidad con miles de nombres y teléfonos de quienes supuestamente habían combatido con el Ejército del Gobierno afgano aliado de Occidente, Routh expuso en la charla durante una hora larga sus argumentos a favor de que las Fuerzas Armadas de Ucrania alistaran a todos estos combatientes con experiencia perseguidos ahora por los talibanes.
Por un lado, decía Routh, el reclutamiento masivo de afganos en su Ejército permitiría a Ucrania reducir la desventaja con Rusia en número de personal.
Al mismo tiempo, su admisión en las Fuerzas Armadas ucranianas ayudaría, según este contratista convertido en reclutador ‘freelance’ y no autorizado para el Ejército de Kiev, a salvar a miles de afganos que se habían jugado la vida defendiendo un Afganistán libre y alineado con Occidente.
Exiliados o escondidos del nuevo poder talibán dentro de Afganistán, explicaba Routh, los antiguos integrantes del Ejército regular afganos malvivían anhelando una oportunidad de volver a ponerse el uniforme y a empuñar el arma por una causa justa, como él mismo decía haber comprobado en conversaciones con muchos de ellos a través de los teléfonos que tenía apuntados en sus libros.
Routh aseguraba haber tratado sin éxito de convencer a las autoridades militares y civiles ucranianas para dar luz verde a este reclutamiento masivo. El contratista tachaba a los funcionarios y dirigentes ucranianos de arrogancia y paranoia por no abrazar y poner en práctica su idea.
También se quejaba de que no le hubieran permitido alistarse a él mismo al Ejército debido a que carecía de experiencia militar.
Para convencer a las autoridades ucranianas de la idoneidad de su plan, Routh había escrito numerosas peticiones pidiendo apoyo a congresistas estadounidenses. El contratista transformado en activista mostró copias en papel de algunas de esas cartas durante la charla.
También de la Legión Internacional
Además de hacer lobby en favor de su plan, Routh se presentaba como reclutador de la Legión Internacional, creada por el Gobierno ucraniano para atraer a combatientes extranjeros interesados en combatir con Ucrania a cambio de dinero.
“Oficina de reclutamiento militar”, decía en español uno de los folios plastificados que Routh pegaba en aceras y farolas de lugares emblemáticos y concurridos de la capital ucraniana. El anuncio estaba también en inglés y alemán y ofrecía como forma de contacto de los interesados un correo electrónico, una página web que todavía funciona y el Facebook personal de Routh.
“3.000 dólares americanos al mes. ¡Necesitamos a miles de combatientes!”, se leía al final del folio.
Fuentes de la Legión Internacional negaron cualquier relación con Routh y advirtieron de que éste no trabajaba en su nombre ni en el de las autoridades ucranianas.
Uno de los carteles en los que se presentaba como reclutador estaba pegado en el bordillo que separa de la acera el jardín atestado de banderas de Ucrania que recuerda a todos los caídos en la plaza de la Independencia de Kiev, más conocida como el Maidán.
En otro folio pegado al lado, Routh pedía que le enviarán un correo con las historias personales de soldados caídos para hacer un libro en su recuerdo.
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