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La denuncia del acoso sexual y los abusos contra mujeres, un movimiento que en el último año se conoce como "Me Too" (yo también) se extiende por todo el mundo y se materializa ya en una mayor toma de conciencia social y en cambios legislativos. (Lea: Un año después del #MeToo)
En octubre de 2017, la prensa de Estados Unidos empezó a publicar las acusaciones de acoso y abusos sexuales de actrices contra el productor cinematográfico Harvey Weinstein que dieron origen al movimiento “Me Too”.
Mientras la Justicia estadounidense tiene abierto un proceso contra Weinstein, las revelaciones sobre su modo de proceder llevaron a muchas mujeres a contar públicamente situaciones de acoso, no sólo en Hollywood, sino en empresas, instituciones y entidades culturales o deportivas.
Una de las principales batallas se dio en Estados Unidos con motivo de la nominación de Brett Kavanaugh como juez del Tribunal Supremo. El Senado finalmente aprobó la candidatura del magistrado después de que tres mujeres le acusaran de abusos sexuales en ochenta, entre ellas la profesora de psicología Christine Blasey Ford, que acudió a la Cámara Alta para narrar su versión, en un caso muy seguido por la prensa.
Otro de los aldabonazos fue la decisión de la Academia Sueca de aplazar a 2019 la concesión del Nobel de Literatura por primera vez en siete décadas tras un escándalo de filtraciones sobre supuestos abusos sexuales cuyo protagonista era el artista Jean-Claude Arnault. Una denuncia anónima de dieciocho mujeres por abusos y vejaciones contra Arnault, marido de una integrante de la Academia, Katarina Frostenson.
La Academia cortó el contacto con Arnault y encargó una auditoría sobre sus relaciones con la institución, pero desacuerdos internos provocaron renuncias, acusaciones y las salidas, entre otros, de la secretaria, Sara Danius, y de Frostenson, con el resultado del debilitamiento de su comité.
Las mujeres que trabajan en política tampoco son ajenas al acoso y un informe de la Unión Interparlamentaria (UIP) y la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (APCE) publicado hace algunas semanas revelaba que un 25 % de las parlamentarias europeas afirma haber sido víctimas de acoso sexual en el trabajo y otro 6,2 % aseguran haber sido agredidas sexualmente.
En este contexto, un grupo de trabajadores en el Parlamento Europeo ha creado "MetooEP", un blog de internet en el que explican sin nombres de víctimas ni perpetradores algunas historias de acoso sexual en la Eurocámara.
"No existe oficialmente ni una denuncia de acoso sexual en el Parlamento Europeo. Obviamente no es que esto sea un oasis sin acoso alejado del resto de la sociedad, es que el sistema no funciona y las víctimas no se sienten protegidas como para denunciar", explicó la asistente española Arantxa Calvera.
La toma de conciencia contra el acoso se ha materializado en Marruecos en el reparto de miles de silbatos que las mujeres pueden usar para reclamar ayuda en caso de ataque, pero también en campañas a través de redes sociales, en un año en el que tuvo lugar el primer juicio - en Fez - por un caso de acoso sexual callejero, aunque finalmente la víctima retiró su denuncia.
Por el contrario, en Francia tuvo lugar la primera condena en aplicación de una ley contra la violencia machista, por la cual un hombre de 30 años fue castigado con nueve meses de prisión y una multa de 300 euros después de haber tocado las nalgas de una joven y de llamarla "puta".
Otra sentencia, por la que cinco jóvenes fueron condenados por abusos pero no por violación por el sexo en grupo con una chica durante los Sanfermines de 2016, generó una gran movilización y protestas en las calles de España y el anuncio del Gobierno socialista de una revisión del Código Penal para una mejor tipificación de los delitos sexuales.
Las acusaciones se llevaron por delante a numerosos políticos en diferentes parte del mundo, desde Escocia a la India, pasando por Canadá y Japón, país éste en el que el Gobierno obligará a todos sus altos funcionarios a realizar cursos de prevención contra el acoso sexual, tras una serie de escándalos.
Y en el país más poblado del mundo, China, las historias de mujeres víctimas agresiones sexuales se han empezado a difundir pese a las dificultades que ponen las autoridades después de que en enero una estudiante denunciara en la red social a un profesor de la Universidad de Beihang.
Denuncias que son clave para acabar con el silencio y la impunidad y terminar con la violencia machista, proclamó recientemente la ONU con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.