El mensaje de Hunter Biden que citan los republicanos no prueba corrupción del presidente
Un mensaje de 2019 del hijo del presidente aludió a darle a su padre la mitad de su salario. La historia de fondo ofrece información poco halagadora sobre la familia Biden, pero no respalda las afirmaciones de corrupción.
Adam Entous - The New York Times
En enero de 2019, Hunter Biden le envió un mensaje de texto a su hija, Naomi. “Espero que ustedes puedan hacer lo que yo hice y pagar todos los gastos de esta familia pRo 30 años”, escribió en el mensaje lleno de erratas. “Es muy difícil. Pero no se preocupen, a diferencia de Papá, yo no voy a obligarlas a darme la mitad de su salario”.
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En enero de 2019, Hunter Biden le envió un mensaje de texto a su hija, Naomi. “Espero que ustedes puedan hacer lo que yo hice y pagar todos los gastos de esta familia pRo 30 años”, escribió en el mensaje lleno de erratas. “Es muy difícil. Pero no se preocupen, a diferencia de Papá, yo no voy a obligarlas a darme la mitad de su salario”.
En su investigación para el juicio político, sobre el presidente Joe Biden, los republicanos de la Cámara de Representantes han aprovechado ese mensaje y otros enviados a o desde el celular de su hijo para tratar de vincular al presidente —“Papá” en este caso— con los negocios de Hunter Biden, pues sugieren que miembros de la familia Biden ganaron millones de dólares mediante un complot global de tráfico de influencias.
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En el caso del mensaje que Hunter Biden le envió a su hija, los republicanos lo presentaron como evidencia de que, en privado, él reconocía que dividía sus ingresos con su padre, quien a principios de 2019 no ocupaba ningún cargo público, pero se estaba preparando para empezar la campaña que lo llevaría hasta la Casa Blanca. Esos ingresos incluían los millones de dólares que Hunter Biden recibió de Burisma Holdings, una compañía de gas ucraniana, y de una empresa propiedad de un magnate chino del sector energético.
Pero un análisis más detallado de las circunstancias que rodean al mensaje de texto de 2019, así como otros que los republicanos han citado durante la investigación de juicio político y en otros medios para insinuar que Hunter Biden compartía sus ingresos extranjeros con su padre, o lo beneficiaban de alguna manera, muestra el grado al que se ha malinterpretado o tergiversado por completo el contenido de estas comunicaciones. Además, si bien no descarta la posibilidad de que los republicanos de la Cámara Baja descubran pruebas que demuestren irregularidades cometidas por el presidente, sí subraya cuán endeble es el material que se ha presentado al público hasta el momento.
En ocasiones, la historia detrás del mensaje, según la cuentan los Biden y lo comprueban otras entrevistas y una revisión de los correos electrónicos y mensajes de texto de Hunter Biden, revela información poco favorecedora sobre las finanzas y la dinámica interna de la familia. También añade más detalles acerca de lo que ya se sabe respecto a la conducta errática e irresponsable de Hunter Biden mientras estaba en plena crisis de adicción.
Todo comenzó con un extraño accidente de esquí a inicios de 2019.
Naomi Biden, de 25 años en aquel entonces, y su novio en ese tiempo, Peter Neal, estaban almorzando en el Handle Bar Restaurant & Pub, al lado de las pistas de esquí de la estación Jackson Hole del Four Seasons en Wyoming. Recibieron una llamada frenética de la hermana menor de Naomi, Finnegan, que había decidido seguir esquiando en lugar de almorzar con ellos.
Finnegan le dijo a Naomi que una de sus rodillas estaba lastimada tras una fuerte caída después que uno de sus esquís se atoró en una rama.
Un equipo de rescate de las patrullas de esquí la subió a un trineo para bajarla de la montaña. “Por favor, ayúdenme”, exclamó Finnegan, según recuerda su hermana mayor. Naomi de inmediato alertó a sus padres.
El accidente ocurrió durante uno de los periodos más oscuros de la vida de Hunter. Tras la muerte de su hermano, Beau, en 2015, cayó en una espiral de adicción y depresión.
Se separó de su entonces esposa, Kathleen Buhle, y su relación se deterioró a medida que aumentaron los problemas de adicción de Hunter y culminó en un agrio divorcio en 2017.
Durante este periodo, las finanzas de Hunter dependían de Burisma, la compañía gasera ucraniana, que lo nombró miembro del consejo administrativo mientras su padre estaba en la vicepresidencia del país, a cargo de la política estadounidense en Ucrania.
Los fondos que recibía de Burisma eran considerables —poco menos de 500.000 dólares en 2018, según una acusación federal reciente contra Hunter por cargos de infracción tributaria, una reducción con respecto al millón de dólares inicial que recibió unos años antes— pero no bastaban.
Además de financiar su propio estilo de vida, que en este periodo a menudo giraba en torno a la cocaína en piedra o “crack” y conquistar mujeres, Hunter era responsable de cubrir la mayoría de los gastos de su familia inmediata, que incluían hipotecas, pagos de pensión conyugal a Buhle, y la colegiatura de sus tres hijas para que estudiaran en costosas escuelas y universidades privadas.
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El accidente de esquí de Finnegan le causó una fractura en la tibia, y la lesión dio paso a un intenso tira y afloja entre Hunter Biden y Buhle para decidir a dónde Naomi debía llevar a Finnegan para que recibiera atención médica.
Buhle le dijo a Naomi que trajera a Finnegan a Washington, donde vivía ella.
Hunter ideó un plan distinto. En aquel entonces, él estaba en Newburyport, Massachusetts, recibiendo terapia de infusión de ketamina, con la esperanza de aliviar sus adicciones a la cocaína y el alcohol.
El tratamiento no funcionó, y cuando Hunter se enteró de la lesión de Finnegan, estaba desesperado por demostrarles a todos en la familia que aún podía ser un padre responsable, según relataron otros parientes.
El médico encargado del tratamiento de ketamina de Hunter le recomendó un cirujano ortopédico del Hospital de Cirugía Especial en Nueva York. Hunter le ordenó a Naomi que llevara a Finnegan a Nueva York y le afirmó que él ya había contratado una ambulancia que la recogería en el aeropuerto a su llegada para llevarla directo al hospital.
En lugar de acatar la orden de su padre, Naomi obedeció a su madre y llevó a Finnegan a Washington.
Hunter se sintió abatido y, al parecer bajo la influencia de las drogas, le escribió a Naomi una serie de mensajes de texto furiosos y casi siempre incoherentes en los que amenazaba con dejar de mantenerla económicamente.
“Encuentra un departamento con Peter la próxima semana”, le ordenó Hunter. “Y mándame las llaves, deja todos mis muebles y el arte. Las amo a todas. Pero nadie me respeta”.
Luego, envió el texto que los republicanos usaron para sugerir que los ingresos extranjeros de Hunter beneficiaban la fortuna de su padre.
El origen de la alusión de Hunter de que le da a su padre la mitad de su salario se encuentra en su infancia, y en la conflictiva relación de la familia con el dinero y la clase.
Según lo cuenta Hunter, él y su hermano mayor, Beau, crecieron en una familia de clase media. Pero a su padre le atraían las grandes propiedades, así que vivían en una mansión de casi 930 metros cuadrados con su propio salón de baile en Greenville, Delaware. (Para ahorrar dinero, Joe Biden se encargaba de la mayoría de las reparaciones y mejoras del hogar, y en invierno, cerraba grandes secciones de la casa con láminas de yeso para ahorrarse gastos de calefacción).
Su casa se ubicaba en un terreno relativamente grande, y Joe Biden vendió algunos lotes para pagar la colegiatura de Beau a la Universidad de Pensilvania, en 1987.
Al año siguiente, Hunter empezó a estudiar en la Universidad de Georgetown, en Washington.
Su compañero de cuarto en aquel entonces recuerda que Hunter le contó a él y a su hermano gemelo “un millón de veces” que su padre, quien era senador en ese entonces, lo motivó a trabajar, y le dijo: “Puedes quedarte con la mitad del sueldo, pero me tienes que dar la otra mitad para tu ‘alojamiento y alimentación’”.
Era un relato, y una temática, que Hunter seguiría invocando, sobre todo luego de casarse con Buhle y tener a tres hijas —Naomi, Finnegan y Maisy—, pues todas estudiaron en Sidwell Friends, una escuela privada cara en Washington, donde estuvieron rodeadas de familias adineradas.
Hunter les comentaba a sus amigos cercanos que le preocupaba que sus hijas se volvieran demasiado consentidas. Según miembros de la familia, a menudo les contaba a sus hijas la historia de cómo él tuvo que trabajar mientras estudiaba la universidad y darle la mitad de su salario a su padre, con la esperanza de motivarlas a ser más autosuficientes.
Cuando Naomi estaba en el último año de la Universidad de Pensilvania, Hunter la presionó para que trabajara en un restaurante griego.
“Me dijo: ‘Ahora que estás trabajando, ya no te voy a dar mesada’”, recordó Naomi en una entrevista. “Y yo pensé que esa era la idea más loca que había oído. ¿Hago esto bueno y tú me quitas mi mesada? Me enojé muchísimo con él, mucho, y en particular, recuerdo que me dijo: ‘Cuando yo estaba en la universidad, trabajaba todos los días, y hasta tenía que darle a tu abuelo la mitad del dinero porque él pagaba mi educación universitaria”.
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Cuando The New York Times se comunicó con ella para pedirle comentarios sobre las acusaciones de los republicanos relacionadas con el mensaje de texto que Hunter le envió en enero de 2019, Naomi dijo que volvió a leer toda la conversación.
“Me hizo revivir ese momento”, comentó. “Empecé a llorar. En realidad, no se le puede hallar sentido a estos mensajes porque no lo tienen. Fueron tiempos difíciles. Estos fueron sus días más oscuros por las drogas. Son como pequeños fragmentos de trauma y enojo que vuelven a surgir”.
Naomi afirmó que de inmediato le quedó claro lo que quiso decir su padre cuando mencionó que le daba la mitad de su salario a su abuelo.
“Imagina si leyeras los mensajes de texto de cualquier persona”, señaló. “Claro que estas cosas se pueden malinterpretar. Y claro que no todos las van a comprender, porque hay muchos matices e inferencias personales”.
Continuó: “Estaba repitiendo la historia de sus años universitarios que yo escuché tantas veces al crecer. ¿La gente de verdad cree que él me enviaba mensajes de texto para decirme cosas como: ‘Le doy a mi papá la mitad del dinero de Burisma’? No. Eso es una locura”.
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