El metro de Nueva York y una calle de Texas: dos caras de la violencia en EE. UU.
En lo que va del mes de mayo, varios asesinatos han causado revuelo en el país norteamericano. El fallecimiento de Jordan Neely, luego de ser estrangulado en el subterráneo de la Gran Manzana, y la muerte de ocho migrantes, casi todos venezolanos, en el estado fronterizo, son ejemplos de crímenes cometidos, probablemente, bajo prejuicios sociales.
El atropellamiento de unos migrantes en Brownsville, Texas, el tiroteo en un supermercado de ese mismo estado o el asesinato de un hombre en el metro de Nueva York son los ejemplos más recientes de la violencia que se vive en algunas zonas de Estados Unidos, en ciertas calles y espacios públicos. La primera escena tomó lugar el 1 de mayo, cuando Jordan Neely, de 30 años, fue asesinado en el subterráneo por Daniel Penny, un veterano de la Infantería de Marina, hecho que despertó la indignación de varios ciudadanos, que han salido a las calles a protestar ante la ausencia de cargos en contra del perpetrador del ataque. El otro, ocurrido el 7 de mayo, tomó lugar luego de que un conductor, identificado posteriormente como George Álvarez, al mando de una camioneta Range Rover gris, se pasara un semáforo en rojo y atropellara a varios migrantes cerca del Centro Ozanam, un refugio que a menudo recibe a personas que cruzan la frontera con México. El estado aún no se recuperaba del tiroteo que ocurrió el día anterior, cuando Mauricio García, de 33 años, que vestía equipo paramilitar y un fusil de asalto, disparó en el centro comercial de Allen, en el norte de Dallas, matando a ochos personas e hiriendo a otras más. Este exmilitar, despedido del Ejército, ha sido asociado con ideas supremacistas.
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El atropellamiento de unos migrantes en Brownsville, Texas, el tiroteo en un supermercado de ese mismo estado o el asesinato de un hombre en el metro de Nueva York son los ejemplos más recientes de la violencia que se vive en algunas zonas de Estados Unidos, en ciertas calles y espacios públicos. La primera escena tomó lugar el 1 de mayo, cuando Jordan Neely, de 30 años, fue asesinado en el subterráneo por Daniel Penny, un veterano de la Infantería de Marina, hecho que despertó la indignación de varios ciudadanos, que han salido a las calles a protestar ante la ausencia de cargos en contra del perpetrador del ataque. El otro, ocurrido el 7 de mayo, tomó lugar luego de que un conductor, identificado posteriormente como George Álvarez, al mando de una camioneta Range Rover gris, se pasara un semáforo en rojo y atropellara a varios migrantes cerca del Centro Ozanam, un refugio que a menudo recibe a personas que cruzan la frontera con México. El estado aún no se recuperaba del tiroteo que ocurrió el día anterior, cuando Mauricio García, de 33 años, que vestía equipo paramilitar y un fusil de asalto, disparó en el centro comercial de Allen, en el norte de Dallas, matando a ochos personas e hiriendo a otras más. Este exmilitar, despedido del Ejército, ha sido asociado con ideas supremacistas.
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“Debemos resistir la tendencia corrosiva de devaluar las vidas de los inmigrantes, los pobres y los vulnerables. Tomemos medidas adicionales como comunidad local para cuidarnos y protegernos unos a otros, especialmente a los más vulnerables”, dijo el obispo Daniel Flores, de la Diócesis Católica de Brownsville, en un comunicado citado por CNN. “Voy a luchar en su memoria”, afirmó a la AFP la venezolana María Cabarcas, quien perdió a su hijo Enyerbeth en el incidente. La semana pasada, junto a él y al resto de su familia, atravesó el río Bravo y llegó a Texas. El grupo, apenas pisó suelo estadounidense, se entregó a la patrulla fronteriza: su esposo e hijo fueron llevados hacia un centro de detención en Brownsville; ella y sus hijas llegaron a un recinto similar cerca de Eagle Pass.
Enyerbeth es uno de los ocho migrantes que murieron tras el atropellamiento, así como también fallecieron el colombovenezolano Brayan García Segovia y el colombiano Jesús Sangroni Rodríguez. El primero tenía 24 años y el segundo 19. Otras diez personas resultaron heridas. “Él se fue porque un amigo lo convenció de que se fuera, porque él estaba allá y lo iba a ayudar. Mi hijo tenía el sueño, como todo joven, de tener un futuro mejor, más para su bebé y para ayudarme a mí”, afirmó Nerelsy García, mamá de Brayan, en entrevista con Blu Radio. María Rodríguez, madre de Jesús, comentó algo similar. “Me dijo: ‘Mami, yo doy la vida por ti, mi vieja. Por eso te voy a dar de todo’”.
Álvarez fue acusado de homicidio culposo, cargo que se le suma al amplio récord judicial que tiene a sus espaldas: asalto, robo y conducción en estado de embriaguez. La Policía está investigando la causa del accidente, incluso contempla la idea de que haya sido ejecutado de forma intencional. Uno de los testigos le dijo a la AFP que, previo a acelerar el vehículo, él había insultado al grupo de migrantes. Para evitar que huyera del lugar, varias personas lo detuvieron en la calle.
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Días antes, en el metro de Nueva York, Neely fue estrangulado. Lo que al principio fue reportado como una pelea en un tren F, en la estación Broadway-Lafayette Street, en Manhattan, terminó en el fallecimiento de una persona. Luego de estar inmovilizado, mientras lo sujetaban de brazos y piernas, llegó al hospital Lenox Health, en Greenwich Village, donde fue declarado muerto. La oficina del médico forense dijo que falleció por una compresión del cuello y dictaminó que la muerte correspondía a un homicidio.
Antes de su fallecimiento, según se lee en The New York Times, Neely comentó que tenía hambre y sed, y se quitó la chaqueta, tirándola al suelo. Desde la muerte de su mamá, luchaba con temas de su salud mental. Como bailarín y artista, ha sido recordado por la personificación de Michael Jackson durante su actuación en “Thriller”. Se vestía como el “Rey del pop” y viajaba por las líneas del metro al son del baile. Los neoyorquinos lo recuerdan así, por ejemplo, en Union Square, y, ante lo sucedido, han llevado a cabo varias protestas, que se intensificaron el fin de semana pasado. Los manifestantes han pedido que se imputen cargos criminales al responsable del asesinato, pues no ha sido acusado tras lo sucedido, así como solicitan que haya más apoyo para la salud mental. “Hasta que veamos justicia y rendición de cuentas, estaremos aquí afuera”, le dijo una manifestante a NBC News. “Fue asesinado porque era pobre. Fue asesinado por el sistema”, replicó otra.
Los abogados de Penny emitieron un comunicado tras lo sucedido, pero la familia de Neely criticó que en la declaración “no hay una disculpa ni una expresión de arrepentimiento”. El comunicado, según los allegados, “fue un asesinato de carácter y un claro ejemplo de por qué creía que tenía derecho a quitarle la vida a Jordan”. En paralelo, Donna Lieberman, directora ejecutiva de la Unión de Libertades Civiles de Nueva York, le afirmó a The Guardian que este asesinato “es reflejo de los profundos prejuicios raciales en nuestra sociedad”. Algunos analistas penales también le expresaron al medio británico que la falta de un arresto muestra las amplias diferencias que existen en la justicia estadounidense frente a algunas personas, por ejemplo, las afroamericanas o las que viven en condición de pobreza.
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