El miedo a una “humillación” en la Convención Demócrata
La política exterior será clave en la reunión de los demócratas esta semana. Una pequeña muestra de disrupción podría eclipsar el buen momento que tienen ahora.
Camilo Gómez Forero
El presente no puede ser mejor para el Partido Demócrata: el dinero fluye hacia las arcas de sus campañas con cifras récord y la candidata a la Presidencia, Kamala Harris, presenta números sólidos a nivel nacional y un gran respaldo en las encuestas de estados claves, con cifras nunca vistas cuando Joe Biden estaba al frente.
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El presente no puede ser mejor para el Partido Demócrata: el dinero fluye hacia las arcas de sus campañas con cifras récord y la candidata a la Presidencia, Kamala Harris, presenta números sólidos a nivel nacional y un gran respaldo en las encuestas de estados claves, con cifras nunca vistas cuando Joe Biden estaba al frente.
También otros nominados demócratas a cargos en el Congreso y en gobernaciones ahora muestran una mayor ventaja, incluso en carreras que a principio de año se veían con oportunidades impensables, como las de los escaños al Senado en Florida e incluso Texas. Y, por último, hay una suerte de unidad interior que, al menos de puertas para afuera, parece inquebrantable.
Por todo esto ha surgido la preocupación de que algo salga mal en la Convención Nacional Demócrata (DNC, por su sigla en inglés) y arruine ese momento de gran entusiasmo que se vive hoy en el partido. La DNC, que comenzará el lunes en Chicago, resulta ser la primera gran prueba de fuego para los demócratas con Harris al frente, al ser el momento de mayor exposición a nivel nacional hasta ahora.
Por supuesto, ya se han presentado otros momentos de exposición nacional, por lo que no habría razón para tener nervios. Sin embargo, contrario al evento de la presentación oficial de Harris y su fórmula vicepresidencial, Tim Walz, en Pensilvania, hay una serie de factores que hacen que los demócratas no tengan el control total sobre la situación, como las manifestaciones que se esperan a las afueras del evento.
Se espera que hasta unas 40.000 personas se unan a las protestas contra la dirigencia del Partido Demócrata desde el lunes en Chicago, según Faayani Aboma Mijana, portavoz de una coalición que reúne a 150 organizaciones de izquierda que esperan presionar a los demócratas para adoptar una postura más crítica sobre Israel. Si los pronósticos se cumplen, esta movilización sería cuatro veces más grande que la vista en la Convención de 1968, la cual terminó en desmanes y dejó a un civil muerto y más de 600 heridos entre ciudadanos y policías.
Los manifestantes, de acuerdo con el medio Semafor, estarán cuidadosamente vigilados con un esquema de seguridad mucho más intenso que el de 1968. A nivel federal, el estado de Illinois designó la DNC como un Evento Nacional de Seguridad Especial, lo que hace que se pongan todos los recursos disponibles para atender la situación. Aunque cualquier esquema sería insuficiente para evitar los dolores de cabeza para el partido. Y es que no harían falta heridos como en el 68. Las fotos pueden contar otra historia.
“El problema para los demócratas es que las protestas dan buenos resultados en las imágenes. Las protestas que derivan en enfrentamientos dan mejores resultados aún… Pero no hace falta mucha gente para crear imágenes caóticas. Las protestas de la semana que viene podrían estar muy lejos de la pesadilla de blandir porras que preocupa a los demócratas”, escribió el periodista David Weigel, de Semafor.
De hecho, Weigel citó como ejemplo las protestas de 2017 en Washington durante la investidura de Donald Trump. Una docena de fotógrafos se aglutinó frente a un bote de basura que había sido pateado y prendido en fuego. La llama era insignificante, pero logró atrapar la atención de los periodistas y dio titulares durante días. El caso no solo anticipa la atención que podría tener cualquier mínimo incidente, y lo perjudicial que sería eso para los demócratas, sino que, en palabras del periodista Benjamin Freed, del Washingtonian, indica que esta fijación masiva en las “payasadas sin importancia” es también el relato preferido de Trump. El republicano usará cualquier mínimo error en contra de sus rivales.
Conscientes de que esto puede ser perjudicial, los demócratas han adoptado algunas medidas de contención. El alcalde de Chicago, Brandon Johnson, dio el permiso para que la protesta se quede en el emblemático Lincoln Park, pero se les negó a los organizadores la posibilidad de tener un escenario, un sistema de sonido y baños portátiles. Aboma ha dicho que, de todas maneras, van a marchar y lucharán por tener “la mejor ruta posible” hacia la Convención.
Pero lo que pasa a las afueras de la Convención es solo una parte del miedo al desastre. En palabras de Jonathan Weisman, periodista de The New York Times, a los funcionarios del partido les preocupa todavía más la posibilidad de “un espectáculo embarazoso” de puertas para adentro. A modo general, además de trazar las líneas del partido frente a políticas como el aborto y la migración, este será el evento de “coronación” de Harris, en el que los delegados que votaron por Biden la certifiquen como la nueva nominada a la Presidencia. Pero hay al menos una veintena de delegados que en las primarias demócratas se opusieron a la nominación del presidente, y que tendrán micrófono abierto en el evento para decir lo que quieran.
En este grupo hay varios representantes de Míchigan, uno de los estados con más manifestaciones a favor de la causa palestina. Los líderes demócratas temen que estos agiten el evento con sus consignas. Por eso, figuras como Lavora Barnes, presidenta del Partido Demócrata en Míchigan, han tratado de conciliar con el grupo para contener la crisis. Sin embargo, las demandas de estos delegados, como una reunión privada con Harris, difícilmente serán cumplidas, por lo que todavía hay un escenario de disrupción en el evento.
“No bastaría con que les ofrecieran uno o dos espacios para hablar en la convención sin que se produjeran cambios reales: un cambio en la plataforma del partido y un compromiso de reordenar las prioridades de Estados Unidos en Oriente Medio”, señaló Weisman.
Atajar cualquier disrupción en la Convención será una de las principales tareas de los demócratas, que no pueden exhibir de nuevo fracturas, como ocurrió durante la crisis de Biden en julio. Por otro lado, este evento servirá como medidor para ver qué tanta influencia tendrá finalmente Gaza en el electorado demócrata y qué está dispuesto a hacer la dirección del partido para sellar su apoyo.
“Todos los días nos llegan noticias de movilizaciones en todas partes, especialmente en el Medio Oeste. Todos los días hay otro autobús que se reserva y otra ciudad que nos dice que vendrá con algunas personas, y por eso creemos que será bastante grande”, dijo Hatem Abudayyeh, portavoz de la Coalición para la Marcha contra la Convención Nacional Demócrata.
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