El misterio que rodea la desaparición de un periodista saudita en Turquía
El reportero Jamal Khashoggi entró a la embajada de su país en Estambul a recoger unos documentos y no salió nunca más. Pruebas apuntan a que habría sido asesinado por enviados del príncipe heredero de Arabia Saudita.
redacción internacional
La misteriosa desaparición de un periodista e intelectual crítico con el príncipe heredero y hombre fuerte de Arabia Saudita, Mohamed Bin Salmán, ha provocado una fuerte crisis diplomática en Oriente Medio, con consecuencias imprevisibles y en las que están implicados Riad, Ankara y Washington.
Jamal Khashoggi, periodista exiliado en Estados Unidos, desde hace más de un año, y colaborador frecuente del diario The Washington Post, fue visto por última vez el martes 9 de octubre, cuando acudió al consulado de Arabia Saudita en Estambul (Turquía), por una documentación necesaria para contraer matrimonio con su novia, de nacionalidad turca. A partir de allí, lo que se ha sabido es un cruce de versiones, muchas hipótesis y ninguna certeza, excepto una: Khashoggi aún no aparece.
Desde Turquía, el gobierno de Recep Tayyip Erdogan dice tener pruebas de que el periodista fue asesinado y descuartizado en el edificio de la embajada, algo que Riad ha negado categóricamente, aunque sin dar mayores explicaciones. El caso ha sido tan llamativo que Estados Unidos, histórico aliado de Arabia Saudita, en Oriente Medio, ha presionado a los saudíes para esclarecer su participación en la desaparición y envío a su secretario de Estado, Mike Pompeo, a Riad para entrevistarse con el monarca Salman bin Abdelaziz, padre del príncipe.
(Le puede interesar: Mike Pompeo habló con el rey saudí, pero ¿de la desaparición de Khashoggi?)
Aunque Trump ha optado por ser cauteloso y ha medido sus palabras frente a este caso, e incluso afirmó que la desaparición del periodista pudo haber sido perpetrada por sicarios particulares, una investigación de The Washington Post parece indicar otra cosa, que confirmaría la hipótesis turca del asesinato del reportero saudita.
Según ese diario, hace tiempo Estados Unidos interceptó conversaciones oficiales saudíes en las que hablaban de cómo el príncipe heredero, Mohamed bin Salman, ordenó una operación para tenderle una trampa a Khashoggi con el objetivo de detenerlo y trasladarlo a Arabia Saudita. En su reportaje, el diario cuestiona por qué Washington nunca se comunicó con el reportero, si sabía de su inminente peligro.
Además, según el Washington Post, las autoridades turcas habrían hecho llegar pruebas a los servicios de inteligencia de Estados Unidos que confirmarían la versión de un asesinato. “Las grabaciones de audio desde dentro exponen lo que ocurrió a Jamal (Khashoggi) después de entrar. Se puede escuchar su voz y la voz de hombres hablando en árabe. Puedes oír cómo fue interrogado, torturado y asesinado”, afirmaron el viernes pasado fuentes turcas y estadounidenses citadas por el rotativo.
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, afirmó hoy que durante el registro en el consulado saudita de Estambul, para investigar el caso del periodista desaparecido Jamal Khashoggi, la policía turca investiga "tóxicos" y "cosas que se eliminaron pintando encima".
"Se hace una investigación de qué son y qué no son unas cuantas cosas que se eliminaron pintando encima, tóxicos, etcétera", dijo Erdogan a la prensa tras un discurso en el Parlamento, según informa el diario Cumhuriyet.
(Puede ver: Turquía registró consultado saudita donde desapareció periodista Khashoggi)
Sin embargo, de acuerdo con medios estadounidenses, Riad estaría planteando admitir en un comunicado que el periodista murió durante un interrogatorio de un operativo de inteligencia que salió mal.
La desaparición de Khashoggi es el último episodio turbulento en la corta pero intensa carrera política del príncipe Mohamed bin Salman, de 33 años, celoso y autoritario, que concentra en sus manos todo el poder de la monarquía saudita. En contraste con sus políticas liberalizadoras, como la de permitirle a las mujeres conducir en su país, están decisiones como las de aumentar el pie de fuerza en la guerra de Yemen o la de bloquear las relaciones diplomáticas y económicas con Qatar y Canadá.
Este episodio, además de lastimar las ya maltrechas relaciones entre Turquía y Arabia Saudita, lastima a Estados Unidos y a Donald Trump, pues en un eventual caso de una culpabilidad saudita tendrá que cumplir su palabra y sancionar a quien ha sido su principal aliado en la región.
La misteriosa desaparición de un periodista e intelectual crítico con el príncipe heredero y hombre fuerte de Arabia Saudita, Mohamed Bin Salmán, ha provocado una fuerte crisis diplomática en Oriente Medio, con consecuencias imprevisibles y en las que están implicados Riad, Ankara y Washington.
Jamal Khashoggi, periodista exiliado en Estados Unidos, desde hace más de un año, y colaborador frecuente del diario The Washington Post, fue visto por última vez el martes 9 de octubre, cuando acudió al consulado de Arabia Saudita en Estambul (Turquía), por una documentación necesaria para contraer matrimonio con su novia, de nacionalidad turca. A partir de allí, lo que se ha sabido es un cruce de versiones, muchas hipótesis y ninguna certeza, excepto una: Khashoggi aún no aparece.
Desde Turquía, el gobierno de Recep Tayyip Erdogan dice tener pruebas de que el periodista fue asesinado y descuartizado en el edificio de la embajada, algo que Riad ha negado categóricamente, aunque sin dar mayores explicaciones. El caso ha sido tan llamativo que Estados Unidos, histórico aliado de Arabia Saudita, en Oriente Medio, ha presionado a los saudíes para esclarecer su participación en la desaparición y envío a su secretario de Estado, Mike Pompeo, a Riad para entrevistarse con el monarca Salman bin Abdelaziz, padre del príncipe.
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Aunque Trump ha optado por ser cauteloso y ha medido sus palabras frente a este caso, e incluso afirmó que la desaparición del periodista pudo haber sido perpetrada por sicarios particulares, una investigación de The Washington Post parece indicar otra cosa, que confirmaría la hipótesis turca del asesinato del reportero saudita.
Según ese diario, hace tiempo Estados Unidos interceptó conversaciones oficiales saudíes en las que hablaban de cómo el príncipe heredero, Mohamed bin Salman, ordenó una operación para tenderle una trampa a Khashoggi con el objetivo de detenerlo y trasladarlo a Arabia Saudita. En su reportaje, el diario cuestiona por qué Washington nunca se comunicó con el reportero, si sabía de su inminente peligro.
Además, según el Washington Post, las autoridades turcas habrían hecho llegar pruebas a los servicios de inteligencia de Estados Unidos que confirmarían la versión de un asesinato. “Las grabaciones de audio desde dentro exponen lo que ocurrió a Jamal (Khashoggi) después de entrar. Se puede escuchar su voz y la voz de hombres hablando en árabe. Puedes oír cómo fue interrogado, torturado y asesinado”, afirmaron el viernes pasado fuentes turcas y estadounidenses citadas por el rotativo.
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, afirmó hoy que durante el registro en el consulado saudita de Estambul, para investigar el caso del periodista desaparecido Jamal Khashoggi, la policía turca investiga "tóxicos" y "cosas que se eliminaron pintando encima".
"Se hace una investigación de qué son y qué no son unas cuantas cosas que se eliminaron pintando encima, tóxicos, etcétera", dijo Erdogan a la prensa tras un discurso en el Parlamento, según informa el diario Cumhuriyet.
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Sin embargo, de acuerdo con medios estadounidenses, Riad estaría planteando admitir en un comunicado que el periodista murió durante un interrogatorio de un operativo de inteligencia que salió mal.
La desaparición de Khashoggi es el último episodio turbulento en la corta pero intensa carrera política del príncipe Mohamed bin Salman, de 33 años, celoso y autoritario, que concentra en sus manos todo el poder de la monarquía saudita. En contraste con sus políticas liberalizadoras, como la de permitirle a las mujeres conducir en su país, están decisiones como las de aumentar el pie de fuerza en la guerra de Yemen o la de bloquear las relaciones diplomáticas y económicas con Qatar y Canadá.
Este episodio, además de lastimar las ya maltrechas relaciones entre Turquía y Arabia Saudita, lastima a Estados Unidos y a Donald Trump, pues en un eventual caso de una culpabilidad saudita tendrá que cumplir su palabra y sancionar a quien ha sido su principal aliado en la región.