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Cody Wilson se acomoda sus gafas de sol, se pone los protectores auditivos, respira. En su mano derecha está el arma Liberator, la primera pistola impresa en 3D completamente funcional. Ni siquiera se considera anarquista. Se siente algo más profundo que eso, despreocupado de los asuntos de los hombres. Acomoda sus piernas, levanta la mirada, apunta y tras unos segundos presiona el gatillo. La bala sale disparada. Es mayo de 2013. Una nueva era ha comenzado.
En el verano de 2012 un grupo de amigos de Austin, Texas, decidió iniciar un proyecto con una impresora 3D: elaborar la primera arma completamente fabricada con impresión 3D y liberar los archivos en internet. Para mayo del año siguiente el arma estaba siendo disparada (sin explotar en el intento) y los archivos habían sido descargados más de 100.000 veces (con sólo dos días de la publicación del diseño en la web).
Una semana después, a través de una carta del Departamento de Estado, el colectivo fue instado a retirar los manuales de su página web, sin embargo, el paso dado ya era irreversible.
(Ver más: Crece polémica en Estados Unidos por medida que permite la impresión de armas en 3D)
“No somos una compañía, no somos una corporación, no somos ni siquiera una asociación de negocio de ningún tipo. Solamente nos llamamos a nosotros mismos Defense Distributed (DD) y queremos compartir con ustedes una idea. Nuestro momento ha llegado”, afirma Codie Wilson, uno de los fundadores del proyecto y actual director de DD, en el primer video de su canal de Youtube presentando The wiki weapon, el primer sistema libre e imprimible en 3D de “defensa personal”.
La Liberator 3D se basa en la pistola Liberator FP-45, un arma de un solo disparo diseñada durante la Segunda Guerra Mundial especialmente para la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), el servicio de inteligencia norteamericano que operó durante la contienda. Como su antecesora, la 3D está diseñada para disparar una sola vez sin que su cuerpo se destruya, y se compone de 15 partes de plástico y 2 de metal: un clavo corriente, que al impactar con el cartucho acciona el arma, y una platina de 170 g de acero que debió ser incorporada para que el arma alertara al pasar por los detectores de metales (sin embargo, nada asegura que todos la añadan).
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El arma fue materializada usando la 3D Stratasys Dimension SST, una impresora profesional de alta calidad. Un año después de la publicación de los documentos en internet, un hombre en Wisconsin imprimió satisfactoriamente una Liberator y la disparó usando una impresora comercial de US$1.725. Invirtió US$25 de material, plástico fundido… ¿Cuántos no habrá como él?
“Uno tiene que asumir que, en algún lado, alguien en el mundo va a imprimir estas armas en el sótano. Estas personas están rompiendo las leyes de su país y digo “bien”, porque no respeto las leyes de los países, ¿por qué deberían ellos hacerlo?”, comentó Wilson para Kobra Sweden TV.
Defense Distributed (DD) no sólo creó la primera arma impresa en 3D, sino que también ha transformado la forma de entender, fabricar y regular las armas en Estados Unidos, el país con mayor número de tiroteos masivos en el mundo, en el que ha habido más de 36.000 incidentes relacionados con armas en lo que va de 2018, según Gun Violence Archive, y también el que protege el derecho al porte de armas en la Constitución.
Públicamente, DD se ha manifestado en contra de la propiedad intelectual, las patentes y, en general, la regulación en todas sus formas. Por esto, más allá de la creación de la Liberator, el colectivo se ha enfocado en la producción de archivos digitales de partes de armas (archivos CAD) que se pueden descargar y modificar con softwares de diseño abiertos y gratuitos, y que pueden imprimirse por cualquier persona con una impresora 3D en su casa: un modelo de conocimiento compartido.
Estos diseños publicados y distribuidos en su plataforma web, DefCad.com, son para DD un “fundamento de igualdad. Si está bien que una persona lo tenga, está bien que todas las personas lo tengan. Esto aplica para las armas también. Si la policía y los militares pueden tenerlas, entonces todos pueden tenerlas”, afirmó su director en la entrevista con Kobra.
“Independientemente de si habrá más asesinatos al final o más crímenes con armas al final, igual nosotros pensamos que hay un interés libertario en permitirles a las personas a tener el acceso a esas cosas”, puntualizó Wilson.
(Le puede interesar: ¿Quién es Cody Wilson, el hombre detrás de la impresión de armas 3D en EE. UU?)
Más allá de las graves implicaciones que podría traer el hecho de que un arma completamente funcional pueda imprimirse desde cualquier lugar sin ningún tipo de control, el debate que ha puesto sobre la mesa el colectivo DD con su modelo de conocimiento compartido en fabricación de armas ha evidenciado la caducidad a la que se enfrentan las leyes de regulación de armas en Estados Unidos.
Anteriormente, cuando las armas eran fijas, no se les podía hacer muchas transformaciones. Pero ahora la tecnología ha avanzado y las armas pueden ser modulares, se arman juntando varias partes como si fueran piezas de legos que encajan entre sí.
¿Por qué esto es problemático y pone en jaque la manera en que se regulan las armas? Porque para la legislación estadounidense sólo es considerada como arma específicamente la parte del instrumento que tiene el número del serial, que es conocida como el compartimento bajo o lower reciever. Las demás partes se pueden vender y comprar como si fueran cualquier pedazo de metal.
Además, la Corte ha establecido que se considera un arma cuando esta parte está finalizada en un 81 %, lo que quiere decir que con el 80 % de manufactura puede ser vendida sin restricciones. Esto ha desencadenado que grupos y empresas como DD vendan el lower reciever elaborado en un 80 % (sin serial y sin necesidad de registro legal) y que con los archivos CAD publicados o comprando otras partes finalicen el 20 % restante. Al no tener serial y ser hechas en casa se hace imposible conocer el número de armas existentes o localizarlas: el nacimiento de las armas fantasmas.
Esta revolución armamentista ha generado grandes debates en la sociedad norteamericana e incluso en la justicia de ese país desde 2013 hasta hoy. Tras obligar a DD a quitar el material publicado en su plataforma web, Wilson demandó en 2015 al gobierno apelando a la Primera y Segunda Enmiendas de la Constitución (libertad de expresión y de porte de armas, respectivamente) y ganó. En junio de este año, con Donald Trump como presidente, el Departamento de Justicia acordó con DD un permiso para publicar los manuales a partir del 1° de agosto y le pagó al grupo US$40.000 para cubrir los costos legales.
(Ver más: Fiscal general de EE.UU. advierte que perseguirá las armas fabricadas con impresoras 3D)
Desde entonces la controversia ha aumentado. El 31 de julio (un día antes de la publicación del material), Robert Lasnick, juez federal del estado de Washington, emitió un decreto y bloqueó la decisión y la difusión de los archivos en internet. A lo que, el pasado 15 de agosto, el mismo Departamento de Justicia respondió solicitándole al juez Lasnick levantar el bloqueo impuesto a DD.
Al día siguiente, el fiscal general de Estados Unidos, Jeff Sessions, se pronunció y declaró que perseguiría la producción y posesión de armas 3D: “Garantizaremos que los individuos que violan la ley haciendo armas de fuego de plástico y convirtiéndolas en indetectables serán perseguidos totalmente”. Hasta el momento los archivos continúan bloqueados y la decisión permanece en debate.
Sin embargo, Codie Wilson no va a detener su cruzada y afirma que seguirá en su lucha, pues lo que hace está “legalmente protegido. Apelaré, iré al Tribunal Supremo”.
Los avances en la tecnología 3D no sólo han permitido el desarrollo y la creación de armas, sino que también han hecho posible la innovación en muchas otras áreas, especialmente desde 2006, que las impresoras 3D empezaron a volverse comerciales.
Con estas, han hecho que las costosas y demoradas prótesis lleguen a manos de quienes las necesitan en un menor tiempo y por un valor mucho menor, añadiéndole diseños y colores de superhéroes. También han permitido la impresión de puentes, partes de carros, casas, pequeños aviones e incluso algunos órganos del cuerpo.
Ahora, los diseñadores e investigadores tienen la oportunidad de crear sin restringirse a las limitaciones del mercado, utilizando materiales como plástico fundido, acero, oro, plata y hasta células humanas. Y se ha creado una comunidad para hacer las creaciones accesibles a todo el público.