El panorama electoral para los republicanos en 2024: ¿Trump vs. Ron DeSantis?
El expresidente se estaría alistando para anunciar este martes su candidatura a la Casa Blanca. Pero los resultados en las elecciones intermedias, y el rotundo éxito de Ron DeSantis, le complican su posición dentro del Partido Republicano.
Los republicanos comienzan a enfrentar una discusión que pocos se han atrevido a dar en los últimos meses: “¿se quedan con Donald Trump hasta 2024 o lo dejan atrás?”, escribieron Lisa Lerer y Reid J. Epstein, de The New York Times. Evitar responder esa pregunta se hace cada vez más complicado, sobre todo cuando el expresidente se estaría alistando para anunciar este martes su candidatura a la Casa Blanca.
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Los republicanos comienzan a enfrentar una discusión que pocos se han atrevido a dar en los últimos meses: “¿se quedan con Donald Trump hasta 2024 o lo dejan atrás?”, escribieron Lisa Lerer y Reid J. Epstein, de The New York Times. Evitar responder esa pregunta se hace cada vez más complicado, sobre todo cuando el expresidente se estaría alistando para anunciar este martes su candidatura a la Casa Blanca.
Algunos de sus copartidarios ya tienen una respuesta contundente. “Si no estaba claro antes, debería estarlo ahora. Tenemos un problema con Trump”, le comentó una fuente del Partido Republicano a Jacqui Heinrich, corresponsal en la Casa Blanca de Fox News. Y es que lo que ocurrió en las elecciones intermedias, que se celebraron la semana pasada, representó otro duro golpe para sus aliados: este es el tercer ciclo político consecutivo en el que los demócratas se posicionaron “con considerable éxito contra el polarizador expresidente”, como lo comentaron en el Times.
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Estos comicios eran una oportunidad para demostrar “que los instintos políticos de Trump eran agudos y que su tipo de política conservadora todavía tenía un atractivo nacional”, escribieron algunos analistas de la BBC. Pero ocurrió todo lo contrario: los demócratas se llevaron la mayoría en el Senado, y pese a que los republicanos asegurarían una victoria en la Cámara, esa “ola roja”, de la que tanto se habló en campaña, no se materializó en absoluto.
Los candidatos que respaldó Trump perdieron carreras importantes por el Senado en Pensilvania y Arizona, así como algunas contiendas en Alaska y hasta Carolina del Norte por la Cámara. “La promoción de Trump de candidatos fuera de la corriente política principal, o de celebridades sin experiencia política, resultó ser costosa para los republicanos”, se lee en una publicación de Axios.
No se podía jugar con estas elecciones, sobre todo en un escenario económico preocupante para los estadounidenses: la inflación disminuyó ligeramente en septiembre (7,7 %), pero sigue lejos del objetivo del 2 % de la Reserva Federal. La energía aumentó en 1,8 %, y los precios de los alimentos, la vivienda y el alquiler también aumentaron en un 0,6 %.
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Las reacciones no se hicieron esperar, y algunos ya cuestionan su rol dentro del partido. “La pregunta es: ¿quién es el actual líder del Partido Republicano? Oh, sé quién es: Ron DeSantis”, comentó la senadora Cynthia Lummis, a Politico.
Este republicano de 44 años fue reelecto como gobernador de Florida por 19 puntos porcentuales. “Necesitamos a DeSantis”, dijo el representante Peter Meijer de Michigan. El gobernador logró avances importantes entre los votantes hispanos, “y quizás lo más alarmante para los demócratas, es que ganó el condado de Miami-Dade, tradicionalmente un bastión demócrata”, escribió Benjamin Wallace-Wells, de The New Yorker.
Dicen que DeSantis podría venderse a sí mismo como un Trump 2.0, pero sin investigaciones en el Congreso o escándalos a nivel nacional. “El aparente cambio de entusiasmo del expresidente a DeSantis sugiere que muchos republicanos tienen la intención de reemplazar un culto a la personalidad por otro, alejarse de Trump y sus fijaciones particulares, sin alterar la naturaleza del trumpismo”, agregó Wallace-Wells. “Esa es una elección cínica. Pero de una manera importante, también podría indicar un pequeño progreso”, agregó.
Mark Weaver, estratega republicano en Columbus, le comentó a The Guardian que “he notado un descenso lento de la popularidad de Donald Trump entre los republicanos, y he notado un rápido ascenso en la popularidad de Ron DeSantis. (...) Esto suena como una declaración loca en este momento, pero si esas trayectorias se cruzan, Ron DeSantis puede vencer a Trump en las primarias de 2024″.
Pero el panorama tampoco es tan claro para DeSantis. En una encuesta reciente del New York Times/Siena College, el 30 % de los votantes mantuvo puntos de vista que podrían considerarse pro-Trump, y algunos lo apoyarían si se postula en 2024. “Se han metido en un atolladero con Donald Trump porque todavía tiene una sólida base de apoyo del 30 %, y eso es lo suficientemente grande como para crear dolores de cabeza para el partido si intentan deshacerse de él”, comentó Tara Setmayer, asesora sénior del Proyecto Lincoln, un grupo anti-Trump, a The Guardian.
Joe Walsh, excongresista republicano de Illinois, dijo algo similar. “Trump se lo comería vivo”, dijo al mismo medio británico. “En este momento, él sigue siendo el jugador dominante en el partido republicano. La mayor parte de la base todavía está con él. DeSantis no ha sido probado en absoluto. Él es raro. Tiene cero carisma. Es de piel fina. Nunca ha sido probado y se ofende fácilmente. Trump hará y dirá cualquier cosa”, agregó.
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Sin decir que la candidatura de DeSantis no resuelve un problema clave que menciona Benjamin Wallace-Wells: el extremismo. Este asunto, según el escritor, también les jugó en contra a los republicanos en las elecciones intermedias. De hecho, en su publicación en The New Yorker, mencionó un artículo del Times en el que sostienen que a los candidatos republicanos les fue mal en los lugares donde el derecho al aborto estaba en la boleta electoral, por ejemplo.
Este es un dato clave, pues cuando la Corte Suprema de Estados Unidos echó por tierra el derecho al aborto al derogar el fallo Roe vs. Wade, DeSantis dijo que habían sido “los millones de oraciones” las que habían encontrado su respuesta. Sin decir que el gobernador es popular por su “guerra cultural”, con la que muchos conservadores pretenden restringir lo que los profesores enseñan sobre el racismo, la raza, y los temas de género. De hecho, a mediados de este año firmó un proyecto que se conoció como “no digas gay”, que prohíbe discusiones sobre la orientación sexual en escuelas.
Con todo y eso, Benjamin Wallace-Wells menciona un dicho político que nos da una idea de lo que se viene en materia electoral: “en un momento dado, solo dos personas en la política realmente importan: el presidente y con quien el presidente esté discutiendo. Durante más de media década, Trump ha sido una de esas dos personas. Ahora tiene un retador”.
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