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Por esperado no dejó de ser sorprendente. El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, se autoproclamó la noche del domingo vencedor de las elecciones con más del 85 % de los votos, una rotunda victoria a falta de los datos oficiales que debía haber sido un momento de celebración, pero el mandatario lo convirtió en un discurso contra aquellos que, según él, lo critican, apuntando hacia los periodistas.
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En una plaza llena, miles de salvadoreños se congregaron frente al Palacio Nacional con banderas, camisetas y gorras color celeste del partido Nuevas Ideas (NI) de Bukele, para festejar con el presidente el nuevo mandato. Y no falló. Dio un espectáculo a lo grande, como no podía ser de otro modo con este antiguo publicista, con un juego aéreo de decenas de drones acrobáticos iluminados de azul, que formaron la letra “N”.
“Gracias, El Salvador. Este día El Salvador ha roto todos los récords de todas las democracias en toda la historia del mundo”, dijo Bukele en el balcón del Palacio Nacional al inicio de su discurso de la victoria, mientras sus seguidores coreaban su nombre y hacían tronar las trompetas. “Desde que existe la democracia nunca un proyecto había ganado con la cantidad de votos que hemos ganado este día. Es literalmente el porcentaje más alto de toda la historia. Es la diferencia entre el primero y el segundo lugar más alta de toda la historia”, añadió.
Y es que según su recuento interno a falta de los datos oficiales del Tribunal Supremo Electoral (TSE), lograron “la presidencia de la República” por más del 85 % de los votos, y un drástico control de la Asamblea con 58 de los 60 diputados “como mínimo”, aunque, anotó, “es posible que sean más”. Esta situación convierte a El Salvador en un país de “partido único en un sistema democrático”, con una oposición “pulverizada”, sentenció.
Bukele se iba así creciendo, destacando su principal logro: El Salvador pasó de ser “el país más inseguro del mundo” en 2015, a ser declarado, según sus palabras, el “más seguro del hemisferio occidental”.
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Ante estos avances, “el pueblo habló de la manera más contundente de la historia” con ese apoyo en las urnas, por lo que arremetió contra todos aquellos que lo critican, como periodistas, ONG y los organismos internacionales, sin hacer caso a la decisión del pueblo salvadoreño. “Si eso no les convence, nada les va a convencer”.
Entre los dardos, muchos fueron dirigidos a “un periodista español”, quien hace parte del medio El País, al que le tocó ser el ejemplo de todos los males de la profesión por haberle acusado de “desmontar la democracia”, con medidas como la destitución de jueces para sustituirlos por otros magistrados afines.
El conteo oficial va en el 31,49 % de los votos, con el que Nuevas Ideas ha logrado 1′295.888, frente al 110.244 del partido Farabundo Martí para la Liberación Nacional, el segundo partido más votado. En una victoria que se proyecta “aplastante” para el actual mandatario, este gobernará El Salvador por otros cinco años, con una oposición sin fuerza. Con respecto a esto, Bukele apuntó que será la primera vez que haya “un partido único en un sistema democrático”, pues “toda la oposición junta quedó pulverizada”.
“El Salvador ha vuelto a hacer historia. En el 2019 vencimos el bipartidismo que nos tenía sometidos y pasamos la página a la posguerra, pero no teníamos gobernabilidad, recuerden cómo peleábamos con la Asamblea. En el 2021, ustedes nos dieron no una mayoría simple, sino la mayoría calificada en la Asamblea Legislativa, con la que pudimos sacar a la Sala de la Constitucional anterior, sacar al fiscal general anterior, aprobar lo que necesitábamos para el plan de control territorial y en marzo de 2022 aprobar el régimen de excepción”, aseguró.
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Sin aplausos
Los críticos recordaron que la reelección no estaba reflejada en la Constitución salvadoreña, que prohíbe dos mandatos consecutivos para evitar que algún presidente se acomode de manera permanente, interrumpiendo la democracia en el país. El “dictador más cool del mundo mundial”, como se autodefinió Bukele, no opina igual.
De su lado, la población en general le dio el visto bueno, porque con la imposición del régimen de excepción hace casi dos años, El Salvador había visto de golpe cómo pasaba de ser considerado uno de los países más peligros del mundo, con una tasa de homicidios en 2015 de 103 por cada 100.000 habitantes, a los 2,4 del año pasado.
Más de 75.000 personas fueron detenidas bajo ese régimen por su supuesto vínculo con las pandillas y el crimen organizado, pero organizaciones defensoras de derechos humanos denunciaron que miles de ellos eran inocentes, arrestados para cumplir con ciertas cuotas de detenidos y mostrar en poco tiempo la contundencia de la medida.
El miedo se generalizó entonces entre el perfil de la población que tenía más posibilidades de acabar entre rejas: hombres jóvenes que viviesen en barrios que hasta no hace mucho controlaban las pandillas.
Algunas organizaciones defensoras de derechos humanos ya avisaban esta semana de las consecuencias de la inconstitucional reelección de Bukele, asentándose en el poder.
Rina Montti, de la organización humanitaria Cristosal, lamentaba que “con mucha más claridad se va a legalizar totalmente la dictadura”.
“Lo que sabemos es que la escala de violaciones a derechos humanos ha sido constante durante el período de Bukele, por tanto, lo que podemos esperar es que eso solo pueda seguir creciendo, porque a nivel discursivo todo apunta a que va a continuar con ese tipo de medidas, con ese tipo de política pública”, explicó a EFE la activista.
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