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Cayó el mediodía del martes en Brasil y el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, continuaba sin pronunciarse sobre su derrota en la segunda vuelta de las elecciones en presidenciales. Mientras el silencio del mandatario mantiene las alertas encendidas sobre la estabilidad en el país, sus aliados empiezan a animarse a reconocer la victoria de su rival, Luiz Inácio Lula da Silva, quien ya fue arropado por el respaldo de la comunidad internacional que ágilmente se prestó a saludar su triunfo para rebajar los ánimos y transmitir calma. Sin embargo, en las calles el panorama todavía es anormal y crece la incertidumbre por las manifestaciones de los ‘bolsonaristas’.
Tan pronto como se declaró la derrota de Bolsonaro en las urnas, los seguidores del mandatario ultraderechista se tomaron las calles en los 26 estados de Brasil. Con enormes camiones, los grupos radicales a favor del mandatario montaron barricadas para bloquear de manera parcial o total decenas de rutas principales. Estas personas sostienen que hubo un supuesto fraude en el conteo de votos y que harán una “resistencia civil” contra Lula.
El lunes, las manifestaciones de los seguidores de Bolsonaro lograron avanzar con cierta complicidad de las autoridades. La policía solo recibió la autorización para levantar los bloqueos de carreteras protagonizados por camioneros hasta el martes. De acuerdo con el presidente del Supremo Tribunal Federal (STF), Alexandre de Moraes, la Policía Federal de Carreteras no estaba cumpliendo con su tarea constitucional y legal, lo que puede acarrear la destitución o detención del director del organismo, Silvinei Vasques.
Con gases lacrimógenos, las tropas de choque de la policía de carreteras intentaron dispersar una protesta en Novo Hamburgo, en las afueras de Porto Alegre (sur), constató un fotógrafo de la AFP.
“En este momento estamos con 267 puntos de bloqueo activos” y otras manifestaciones junto a las carreteras, informó Marco Antônio Territo de Barros, director ejecutivo de la Policía Federal de Carreteras (PRF), que dijo que ya se había puesto fin a más de 300 eventos desde el domingo.
En Sao Paulo, el bloqueo de rutas afectó el transporte de pasajeros en una importante terminal de autobuses, donde la policía intentaba negociar la salida de manifestantes que portaban carteles con la inscripción “¡Lula no!”.
Sentados en el suelo, se resistían a partir: “Estamos aquí por el futuro de Brasil, por nuestros hijos. Queremos el bien para nuestro país”, dijo a la AFP Jeremías Costa, uno de los manifestantes. En el interior del estado, camiones con material del Gran Premio de Fórmula 1 que se disputa en noviembre se vieron bloqueados, según imágenes de la televisión local. Y la autopista que conduce al aeropuerto paulista de Guarulhos, el mayor del país, fue bloqueada de madrugada, provocando cancelamientos y atrasos en algunos vuelos.
El alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, compartió un video en el que la Guardia Municipal aparece utilizando gas pimienta para dispersar un grupo de manifestantes. “Aquí hay respeto a las leyes”, escribió Paes. El gobernador de Minas Gerais (sudeste), Romeu Zema, aliado político de Bolsonaro, también ordenó que las fuerzas de seguridad locales disolvieran los bloqueos en ese estado.
“La elección ya terminó, tenemos que asegurar el derecho de todos de ir y venir”, tuiteó Zema.
El silencio de Bolsonaro alimenta una peligrosa teoría
Los grupos radicales a favor de Bolsonaro que se comunican por canales de Telegram leen el silencio de su líder como un incentivo para su “resistencia civil”. Con mensajes, los bolsonaristas se recomiendan entre sí que si se les acerca la policía no citen a Bolsonaro ni mencionen una intervención militar o citen el Artículo 142 de la Constitución, con el que creen que evitarían que Lula llegue al poder.
La recomendación general entre los manifestantes es que soliciten la “intervención federal” y que permanezcan en las vías durante 72 horas. Los manifestantes creen que, cumplido este plazo, Bolsonaro podría pedir una intervención de las Fuerzas Armadas citando tal artículo. Sin embargo, esto no tiene fundamento legal.
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Una mala lectura sobre el Artículo 142 en Brasil
Este artículo le asigna a los militares el papel exclusivo de la defensa de la Patria contra las “amenazas externas” para proteger “la ley y el orden” y los poderes constitucionales, pero los bolsonaristas leen otra cosa. Los seguidores del actual mandatario consideran que los Artículos 142 y 143 de la Constitución plantean una intervención de los militares para que estos actúen de forma decisora sobre un conflicto entre los poderes y órganos existentes. Es decir, que en una disputa entre el poder Ejecutivo y el órgano electoral, los militares podrían surgir como un “Poder moderador” que “mantendrá el orden” y tendrá el voto final sobre la disputa.
Sí, en la joven y frágil democracia de Brasil, hay quienes creen que las palabras planteadas en la Constitución le ofrecen a los militares el poder de actuar en forma decisora sobre un conflicto entre los poderes existentes. Así que, en el hipotético caso en el que Bolsonaro (el Ejecutivo) entre en disputa con el órgano electoral (el Tribunal Supremo Electoral), los militares tienen el poder exclusivo de mediar y así evitar el ascenso de Lula. Esto es totalmente falso.
Roberto Dias, profesor de derecho constitucional de la FGV-SP (Fundação Getúlio Vargas), le dijo a la BBC que es absurdo pensar que este artículo le permitiría a las fuerzas armadas tomarse el poder bajo la excusa de defender la misma Constitución.
“Es como si la Constitución predijera su propia ruptura, y lógicamente es algo que no tiene sentido. Es una interpretación jurídica, política y lógicamente insostenible”, dijo Dias.
El Artículo 142 de la Constitución dice que: “Las Fuerzas Armadas, integradas por la Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea, son instituciones nacionales permanentes y regulares, organizadas sobre bases de jerarquía y disciplina, bajo la suprema autoridad del Presidente de la República, y tienen por objeto la defensa de la Patria, la garantía de los poderes constitucionales y, a iniciativa de cualquiera de ellos, de la ley y el orden”. No hay posibilidad ni legitimación, por este o cualquier otro artículo contenido en la Constitución Federal de 1988, que plantee la creación de un “Poder mediador”.
Sin embargo, los bolsonaristas están convencidos de que con los bloqueos pueden forzar la intervención militar para detener el ascenso de Lula. El silencio de Bolsonaro alimenta sus creencias, por lo que ya varios ministros, como Bruno Dantas, presidente interino del Tribunal Federal de Cuentas (TCU), y Gilmar Mendes, del Supremo Tribunal Federal (STF), buscaron a otros ministros de la Corte Suprema, Arthur Lira (PP-AL), ministros del gobierno y presidentes de partidos políticos para tratar de convencer a Bolsonaro de que reconozca los resultados.
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